Opinión
Ver día anteriorLunes 14 de octubre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desigualdad para todos
L

a semana pasada se estrenó en Estados Unidos la película-documental Unequality for all, cuya traducción al español es Desigualdad para todos. El personaje central es Robert Reich, quien fue secretario del Trabajo en los primeros cuatro años del gobierno de Bill Clinton.

Reich es un distinguido profesor de la Universidad de California en Berkeley y es precisamente una de sus clases-conferencias el hilo conductor de este documento fílmico.

A lo largo del documental se da cuenta de la forma en que la desigualdad ha crecido en Estados Unidos desde la segunda parte del siglo pasado, y cómo ese fenómeno, que se acentuó en los últimos 10 años, ha puesto en peligro el desarrollo del país en su conjunto. Con diversos recursos visuales, Reich explica paso a paso la forma en la que la mayoría de la población ha visto disminuido su poder de compra y sus niveles de bienestar, y como lentamente ha perdido su estatus económico.

La clase media, que fuera el motor de la economía estadunidense, cada vez está más empobrecida. El resultado es que la Unión Americana es el país con mayor desigualdad en el mundo desarrollado. Entre los ejemplos más dramáticos está la diferencia de ingresos: en 1970 el salario anual de un trabajador en la industria era de $40 mil dólares, y en el año 2010 ese promedio bajó a $24 mil dólares. En el periodo que va de la recuperación de la crisis que explotó en 2008, la acumulación ha sido brutal; uno por ciento de la población ha recibido 95% de las ganancias económicas del país en su conjunto. No veo, concluye Reich, cómo la mayoría de la población va a poder consumir lo necesario para que el país se siga desarrollando, porque está probado que el sector de más altos ingresos consume solamente una parte mínima de lo que el país produce y no es capaz de inyectar a la economía el dinamismo que requiere para crecer.

Un estudio de la Universidad de Stanford complementa algo de lo dicho por Reich. En 1965 cualquier director en una empresa recibía un salario 24 veces mayor que sus trabajadores; en 2009 esa diferencia había crecido 185 veces. El mismo estudio señala que en el año 2007, 10 por ciento de la población con mayores ingresos controlaba 75 por ciento de la riqueza. Esa desigualdad ha tenido perniciosos efectos en otras áreas, como en la educación, donde la deserción escolar entre la población de menores ingresos es cuatro veces más grande que en la de mayores ingresos; y en la salud, donde más de 20 por ciento carece de seguro médico.

El cuadro es más dramático si se advierte que esa desigualdad es manifiesta en el país más poderoso económicamente del planeta, tal como se explica en forma sencilla y clara en este excelente documental de Robert Reich que sería deseable se exhibiera pronto en nuestro país.

Mientras tanto, la necedad de unos cuantos mantiene cerrado el gobierno de Estados Unidos, con las calamidades que eso implica para los millones que dependen de él.