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¡Ahí va el golpe!, con textos de Norma Yolanda Contla, y fotografías de Susana Casarín

Recupera un libro las historias de esa vieja dama que no pasa de moda: La Merced
Foto
Manzanares 1a y 2a RoldánFoto Conaculta/INAH. Fototeca Constantino Reyes-Valerio
 
Periódico La Jornada
Lunes 24 de marzo de 2014, p. a11

¡El golpe avisa, a un ladito! A lo que te truje Chencha, ¡Mamacita, cuantas curvas y yo sin frenos! ¡Órale, marchanta, si no compra, no mallugue! y ¡Gorritos pa’los gemelitos! son frases que se escuchan en el barrio comercial de La Merced, y que Norma Yolanda Contla Piña retoma en un libro.

Historias de La Merced. ¡Ahí va el golpe! incluye imágenes de la fotógrafa Susana Casarín, y la autora traspasa el límite del mostrador y se adentra en la vida de los comerciantes mayores de 50 años, que de generación en generación han mantenido sus tiendas, restaurantes, peleterías negocios de belleza y otros.

Oriunda de La Merced, Contla recupera en la publicación sus recuerdos de la niñez y los comparte a través de un recorrido por las calles, comercios y personas de distintos orígenes que son el pasado y presente de un sitio de más de 400 años.

El libro busca difundir lo que sucede atrás de un mostrador; no sólo llegar y comprar, sino adentrarse más en esa persona que nos atiende porque nosotros necesitamos al comerciante y él a nosotros. Gran parte de mi familia es de comerciantes, desde las abuelas; tuve mucho contacto con la gente del barrio y siempre me llamó la atención sus anécdotas y sus historias, explica Contla, quien es profesora de danza contemporánea.

El libro coeditado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Festival Centro Histórico México y Xihuatl Ediciones, se presentó este sábado en el salón Polivalente del Museo Nacional de las Culturas Populares, con los comentarios de Carlos Vázquez Olvera, director del recinto, el fotógrafo Francisco Mata Rosas y las autoras.

En ese ambiente ajetreado del barrio, Norma Yolanda Contlaencontró historias de vida y se percató de los cambios que ha sufrido La Merced, aquella que recorría desde temprano y de volada, porque evadía con destreza a la gente y a los mecapaleros apurados cargando huacales, bultos, costales o canastas.

Para conversar con la gente recorrí gran parte de sus calles y me encontré con cambios, con niños Dios en la calle, con la Santa Muerte, con San Judas Tadeo... antes sólo veíamos a San Juan Martín Caballero, patrono de los comerciantes; a la virgen de Guadalupe, y desde luego a la virgen de La Merced; ahora ellas sufren reacomodos, como se dice ahora, pero en general me encontré con ese comerciante amable que nos dejó platicar libremente con él.

Entre las anécdotas que la autora compartió con el público figura la historia de la esposa del papero quien, tras perderlo todo jugando baraja, como último recurso apostó y perdió a su mujer. “La señora pagó la deuda. Luego, tranquila, le dio un tiro en la cabeza al perdedor marido. Cuando la policía la detuvo sólo dijo: ‘A grandes males, grandes remedios’”.

Esas historias y muchas otras me dejaron el gusanito de la curiosidad. Españoles, franceses, libaneses y mexicanos norteños, veracruzanos, gente del centro y del sur y de todas partes acababan reunidos por el comercio. Su quehacer sigue dando vida a La Merced, vieja dama que no pasa de moda.