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Lula: patada al hígado

Brasil anota, México no

Senado: Mundial 2018

E

n pleno ambiente mundialista, y con la verde amarela de vestimenta, el ex mandatario brasilero Lula metió el primer gol en la portería hepática del gobierno mexicano: “me fui a enterar de los fundamentos económicos mexicanos y todo es peor que en Brasil… no hay ningún indicador comparable a los nuestros… México ofrece números nada comparables con los de Brasil en materia económica y social”.

El ego neoliberal mexicano fue sacudido por Luiz Inácio, quien, a pesar de que sus dos periodos de gobierno no fueron la octava maravilla, puede presumir que logró avances mayores a los registrados en la segunda mitad del sexenio foxista y en los primeros cuatro años del inefable Felipe Calderón, aunque es necesario resaltar que el ex líder sindical lleva toda la ventaja en el comparativo con el dúo dinámico del panismo, pues éste resultó una verdadera desgracia para los mexicanos.

Lula ocupó el Palacio de Planalto desde el primer día de 2003 y lo desalojó el 31 de diciembre de 2010. En ese periodo, la economía brasileña registró un incremento promedio anual de 2.9 por ciento. En igual lapso, la economía mexicana creció 1.8 por ciento. La diferencia, sin ser la panacea, es notoria. En ese lapso, mientras en el país sudamericano el número de pobres se redujo, aquí aumentó de forma por demás acelerada.

Hay muchos indicadores comparativos que sin duda alguna le dan ventaja y sustento a lo dicho por Lula, pero lo que es necesario resaltar es que ni en Brasil y, mucho menos en México, los resultados son los requeridos por los habitantes de ambas naciones. ¿Mejoró el perfil brasileño en tiempos de Luiz Inácio? Sí, pero no fue suficiente. En cambio, para efectos mexicanos la misma pregunta tiene respuesta rotundamente negativa. Pero se retorna al punto toral: ¿alcanzó el avance brasileño?

Fox y Calderón ni se dieron por aludidos por las declaraciones del ex mandatario, pero Lula sacó ronchas en Los Pinos, porque el brasileño también enfocó baterías sobre el asunto petrolero: lo que México hace actualmente en materia energética sucedió en Brasil hace 20 años, de tal suerte que, dijo, la gran promesa económica de México es una mentira.

Cierto es que Brasil lo hizo dos décadas atrás, pero una de las políticas de Lula fue, precisamente, echar para atrás la privatización petrolera brasileña y la modernización de Petrobras. No lo logró al ciento por ciento, pero algo alcanzó a hacer. Aquí, por el contrario, los dos gobiernos panistas intentaron privatizar el sector energético nacional y, aunque avanzaron en varios rubros, no culminaron su obra. Pero Enrique Peña Nieto sí, quien fue mucho más allá de lo hecho en Brasil.

Lula registró un gran apoyo popular; Fox, Calderón y Peña Nieto, ni de lejos, aunque esto tampoco le alcanzó al brasileño para avanzar mucho más, ni aquí contuvo el saqueo durante la docena trágica y la gestión actual. Que en Los Pinos se envuelvan en la bandera nacional para defender los grandes logros económicos del país resulta tan ligero como lo dicho por el ex mandatario sudamericano, porque más allá de los indicadores macroeconómicos o las políticas privatizadoras que ambas partes defienden, lo cierto es que el nivel de vida de brasileños y mexicanos se mantiene en la lona, mientras la deuda social, esa sí, no deja de crecer y a paso veloz.

De acuerdo con la Cepal, en este 2014 a México le iría mejor que a Brasil, porque ocuparía el escalón número 18 de 33 posibles en el contexto latinoamericano y caribeño (antes del primer tijeretazo de Videgaray). La gran potencia mexicana que de tiempo atrás se cacarea en Los Pinos resulta, en los hechos, tan mediocre, o más, que la hondureña y la de Bahamas. En esta perspectiva, la brasileña se instalaría en el escalón número 20, apenas por arriba de la salvadoreña.

Como se observa, el punto central es que los ególatras cuan ineficientes gobiernos se jalonean por migajas de crecimiento. ¿Realmente es trascendente que la diferencia entre las potencias económicas brasileña y mexicana sea de dos escalones, de unas cuantas décimas de punto porcentual, en un ambiente donde la haitiana se ubica en el peldaño número 10 y crecerá mucho más que las citadas? ¿Está más fregado el brasileño pobre que el mexicano pobre?

Cierto es que, en el balance, Brasil obtiene mejores indicadores y resultados que México, cuando menos en los tiempos en los que Lula despachaba como presidente, aunque es necesario destacar que el ex mandatario brasilero ganó por default, pues por esos ayeres en Los Pinos despachaban Fox y Calderón, ese par de accidentes en la historia política del país, quien arrojó peores resultados que los de los ratoncitos verdes, lo que ya es decir.

Entonces, mejor sería que desde Los Pinos le contestaran a Lula con hechos, con resultados tangibles (Peña Nieto dixit), y le dijeran al ex mandatario que mejor se dedique a otra cosa, porque de tiempo atrás la economía mexicana crece sostenidamente a un ritmo de 6, 7 u 8 por ciento anual y el nivel de vida de los mexicanos es envidia de los noruegos. Pero como no tienen con qué, recurren al viejo truco del niño envuelto en la bandera nacional para responder la afrenta. Del otro lado, nada mal haría Lula si revisara su propia casa y le diera uno que otro consejo a Dilma para que el barco verde amarelo se enderece.

En vía de mientras, ya está aquí el Mundial 2014 y, para efectos de encubrimiento y manipulación, será mucho más resultón que el sobado truco de envolverse en la bandera nacional para defender lo indefendible, para presumir lo que no hay, y esto aplica igual para Los Pinos que para Planalto y, desde luego, para Lula.

Las rebanadas del pastel

Al ritmo que van y con la manifiesta voluntad política de avanzar, los gloriosos senadores terminarán por ponerse de acuerdo y aterrizarán el dictamen de la las leyes secundarias de la reforma energética allá por el inicio del Mundial 2018, el que se celebrará en Rusia, es decir, cuando Televisa vuelva a inflar a la afición tras la desastrosa derrota (una vez más) de los ratoncitos verdes en Brasil y el enésimo cambio de director técnico. Ayer, los integrantes de las comisiones respectivas consumieron cerca de tres horas (hasta donde me quedé; igual fueron más) para intentar ponerse de acuerdo sólo en el procedimiento y los términos de la discusión, en el entendido de que unos pretendían el albazo y otros dar la idea de que estaban preocupados por las formas. Aunque, ya entrados en gastos, igual se cuelgan hasta el Mundial de 2022, en Qatar.

Twitter: @cafevega