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El organismo representa el ala más dura de la derecha y es contrario a los indigenistas

Fundación que dirige Aznar otorga a Krauze el premio FAES de la Libertad

El historiador mexicano fue electo por unanimidad a propuesta del ex gobernante español

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El escritor Enrique Krauze y el ex jefe del gobierno español José María Aznar, en el contexto del seminario La fuerza de las ideas y el futuro de América Latina, realizado por la FAES en la ciudad de México en 2006Foto Cuartoscuro
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 19 de junio de 2014, p. 11

Madrid, 18 de junio.

El patronato de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), que preside el ex presidente José María Aznar, y que representa el ala más dura de la derecha española, eligió a Enrique Krauze para recibir el premio FAES de la Libertad, que se entrega cada año a personajes nacionales e internacionales.

Dicho organismo es el think tank de los conservadores españoles, desde donde imparten doctrina en asuntos diversos de la coyuntura española y mundial; de hecho, en su última publicación sobre América Latina volvió a arremeter contra los movimientos indigenistas, a los que calificó de buensalvajismo, exotismo y les recrimina alimentar un mítico pasado precolombino.

En un escueto comunicado, la fundación dio a conocer este martes la concesión del galardón al historiador mexicano, quien desde hace más de ocho años mantiene estrechos vínculos con los responsables de este organismo y, sobre todo, con Aznar, quien gobernó España de 1996 a 2004. Actualmente repudiado por su propio partido debido a sus diatribas radicales, el ex gobernante fue responsable de la participación de España en la guerra de ocupación de Irak, en 2004, al aliarse junto con el Reino Unido al ex presidente de Estados Unidos George W. Bush.

El premio que se concedió al director de la revista Letras Libres lo decidieron los miembros del patronato, integrado por alrededor de 80 dirigentes políticos, todos ellos del Partido Popular (PP) y la mayoría ex ministros o responsables de altos cargos durante los gobiernos de Aznar. Entre ellos se encuentran Ángel Acebes, quien era ministro del Interior cuando ocurrió el atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid; abandonó la política por el desprestigio de su gestión durante los días posteriores a la masacre, al ser acusado de intentar manipular a la opinión pública para culpar a ETA del atentado; Jaime Mayor Oreja; Francisco Álvarez Cascos; Pilar del Castillo; Esperanza Aguirre y Alejo Vidal Quadras.

En el comunicado hecho público por la FAES se destaca que el premio se concedió por unanimidad a propuesta del ex presidente Aznar, en su calidad de máxima autoridad de la institución. Entre los galardonados en las pasadas ediciones del premio que recibe ahora Krauze se encuentran personajes afines ideológicamente al ex presidente Aznar, como Margaret Thatcher, la ex premier británica que llevó a cabo la privatización de los servicios públicos ingleses; el escritor Mario Vargas Llosa, amigo íntimo de Aznar, y de la ex presidenta de Madrid Esperanza Aguirre, o el isrealí Shimon Peres.

Los responsables de la FAES justificaron el premio al historiador mexicano con el argumento de que en su vida y obra se ha mostrado como un firme defensor de los valores de la libertad, y que además de ser amigo y discípulo de Octavio Paz, es editor, crítico, historiador y ensayista.

Afines a ideas ultraconservadoras, fueron aliados de Fox y Calderón

La vinculación de Krauze a la FAES viene de antaño. De hecho, tras su constitución se decidió crear un núcleo duro de intelectuales españoles e iberoamericanos afines a las ideas neoliberales y ultraconservadoras, desde las que imparten doctrina no sólo a los dirigentes políticos de su partido y de América Latina que tienen cargos de relevancia, sino también a los cuadros jóvenes. De hecho, en el auge de la institución, y cuando gobernaba en México el Partido Acción Nacional (PAN), se firmaron alianzas en las que participaron Vicente Fox, Felipe Calderón y el defenestrado ex presidente del PAN Ernesto Cordero.

Una de las principales labores de los intelectuales orgánicos era crear un doctrinario desde el cual sentar las pautas para las políticas públicas y, al mismo tiempo, la argumentación para desacreditar y atacar a los partidos o grupos sociales que defendían un pensamiento alternativo al conservador. De hecho, en el último informe sobre América Latina, que se publicó en 2012 con el título Una agenda de libertad, se vuelve a atacar con argumentos furibundos a los grupos de izquierda y hasta a los movimientos indigenistas.

Para justificar esos ataques se basan en gran medida en los escritos del propio Krauze. Por ejemplo, en dicho informe se recuerdan las palabras del historiador durante el seminario que llevó a cabo la FAES en la ciudad de México, coorganizado con la Fundación Rafael Preciado Hernández. Así lo explican en el manual: El populismo es quizá el instrumento más significativo del socialismo del siglo XXI. Enrique Krauze ha propuesto una serie de rasgos específicos para describir al populismo latinoamericano. El primero es el personalismo: el partido o movimiento se articula en torno a un hombre providencial, un líder carismático que inmediatamente requiere el establecimiento de un culto a la personalidad. El líder populista es, además, un demagogo: se apodera de la palabra para halagar los oídos del pueblo; para ello, el populista no duda en extender su control a los medios de comunicación mediante censura y hostigamiento a la prensa libre, o a base de subvenciones y prebendas. Señalan que el caudillo populista desprecia el orden legal. Frente a la ley como límite del poder opone su pretensión de ser él el origen de la ley. Procura eliminar los contrapesos institucionales de la democracia liberal, los considera aristocráticos, oligárquicos, contrarios a la voluntad popular. Desprecia también los límites temporales, persigue perpetuarse en el poder.

Pero también arremeten contra los movimientos indígenas: El indigenismo, al buscar la reinstauración de supuestas o míticas instituciones prehispanas, promueve peligrosas excepciones a la normalidad democrática, de la única forma en que esta puede ser concebida: sufragio universal, igualdad ante la ley, separación de poderes, rendición de cuentas y transparencia.

Y remata: El socialismo del siglo XXI, a pesar de su pomposo nombre, no es tal novedad. Toma elementos del socialismo de toda la vida y los combina con algunas de las soluciones políticas que más daño han causado a los latinoamericanos durante el siglo XX: el populismo revolucionario, el militarismo, el caudillismo y el indigenismo racista.