Política
Ver día anteriorViernes 9 de enero de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Activistas y religiosos consideran que debieron llamar a una movilización nacional

Líderes de la Iglesia católica en México no están a la altura de la realidad, dicen en foro

El sacerdote Miguel Concha, los obispos Raúl Vera y Ramón Castro, entre los participantes

 
Periódico La Jornada
Viernes 9 de enero de 2015, p. 9

Ante una realidad cruda, cruel y violenta, la Iglesia católica mexicana, pero sobre todo su jerarquía, no está a la altura de las circunstancias, consideraron defensores de los derechos humanos, activistas sociales e integrantes de dicho credo.

En el foro La Iglesia frente a la corrupción, la injusticia y la violencia en México, organizado por la Universidad Pontificia de México (UPM), el Centro de Estudios Ecuménicos, la revista Vida Nueva México y la Dimensión de Justicia Paz y Reconciliación, Fe y Política de la Conferencia del Episcopado Mexicano, precisaron que la Iglesia católica mexicana debería organizarse como lo hizo la Iglesia colombiana ante el avance de la narcocriminalidad y censuraron que, aunque el obispado mexicano ha tocado el tema de la violencia y ha emitido documentos, ha hablado tarde y ha sido mesurado, cuando se requieren acciones concretas.

En el encuentro participaron el sacerdote dominico Miguel Concha; el poeta Javier Sicilia; Alejandro Solalinde; la religiosa María Zamarripa, integrante de Serapaz, y los obispos Raúl Vera López, de Saltillo, y Ramón Castro Castro, de Cuernavaca.

Vera López lamentó el silencio que hemos guardado como obispos frente a la narcoviolencia y el combate al crimen organizado; “los obispos colombianos se organizaron para dar seguimiento al desmantelamiento de los cárteles, ¿por qué los obispos mexicanos están tan pasivos?”

Zamarripa, integrante de la Compañía de María, dijo que lo ocurrido a los normalistas de Ayotzinapa no sólo es una vergüenza y una tristeza, sino también evidenció que el ejercicio del poder está totalmente descompuesto, que hay gobiernos infiltrados por el crimen organizado y criticó que el número de muertos y desaparecidos sean cifras de guerra.

Ante esto lamentó la mesura de la Iglesia católica y precisó que puesto que los criminales son bautizados, lo ocurrido en Iguala no solo fue un crimen de Estado, sino también un crimen de Iglesia. Dijo que no hay que dejar de orar, pero que la Iglesia jerárquica también debe actuar, por ejemplo diseñando formas de resistencia pacífica.

Faltan acciones

El dominico Miguel Concha, director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, señaló que esta crítica a la Iglesia católica es certera, es un llamado de atención, está correspondiendo a un sentir y a una expectativa de parte de muchos católicos que quieren que la Iglesia esté al lado de ellos, que esté más cercana ante la violencia. Reconoció que le falta actuar, requiere estar presente junto a organizaciones y a las luchas.

Sicilia aseveró que si la Iglesia católica no está a la altura de estos tiempos, está a la altura de los criminales y deploró que ante hechos como los de Ayotzinapa no haga algún llamado perentorio. Insistió: no he visto a los obispos llamado a una gran movilización nacional; no están allí, entonces son cómplices. Para este credo no es tiempo de hablar: es tiempo de actuar; la Iglesia no puede permanecer omisa.

Solalinde consideró que en la actual situación el gobierno se ha convertido en el principal enemigo de la población, es un gobierno traidor, por lo que la Iglesia, y sobre todo su jerarquía, debe hacer más que emitir documentos sobre la violencia, porque éstos no bastan, además nadie los lee. Por ello estimó que la jerarquía debería pedir perdón.

Castro Castro, responsable de la Dimensión de Justicia, remarcó que la Iglesia ha emitido diversas cartas pastorales desde hace más de 14 años sobre la violencia, pero no han sido tomadas en cuenta.

Sicilia también llamó a un boicot electoral, y Vera, a establecer una nueva Constitución a partir de las necesidades de los pobres para refundar a México, porque ya muchos lo refundieron.