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Economist Intelligence Unit

Informe de país

México: no llega la IED
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El sistema financiero mexicano, casi por completo en manos extranjeras. La imagen corresponde a una sucursal bancaria en la ciudad de GinebraFoto Reuters
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Michelle Bachelet, presidenta de Chile, a su llegada al Congreso, donde pronunció el pasado 21 de mayo su tradicional discurso anual. La economía chilena, apenas la quinta parte de la mexicana, recibió 23 mil 300 millones de dólares de inversión extranjera directa en 2014Foto Reuters
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Periódico La Jornada
Martes 2 de junio de 2015, p. 27

Pese a una oleada de inversiones anunciada en fechas recientes en el floreciente sector automotriz mexicano, el panorama general de la inversión extranjera directa (IED) en México sigue siendo abrumador. La reciente aprobación de las reformas estructurales, aunada al despliegue publicitario posterior a la crisis, no ha producido el esperado incremento en IED, y existen signos alarmantes de que el atractivo del país continuará languideciendo en ausencia de una economía doméstica competitiva.

En 2014 la IED en México llegó a 22 mil 600 mdd, cifra al parecer impresionante hasta que se compara con la de Brasil, que, pese a encontrarse en estancamiento económico y baldado por la burocracia, los altos impuestos, el rígido mercado laboral y las tendencias proteccionistas, ha logrado captar más de 60 mil mdd de 2011 a la fecha. Aún más notable es Chile, cuya economía es apenas la quinta parte de la de México, pero recibió 23 mil 300 mdd en 2014. Como proporción del PIB, la IED en México apenas fue de 1.8 por ciento en 2014, no sólo la más baja entre todas las economías latinoamericanas (sin contar a Venezuela), sino incluso más baja que en algunos puntos problemáticos regionales, como Honduras, donde la IED rebasa 5 por ciento del PIB.

¿Cómo explicar ese desempeño?

Un factor es que México carece de un sector atractivo de productos primarios, que en otros países ha sido uno de los principales receptores de IED, como resultado del súper ciclo de esos bienes. La IED recibida en minería por Chile, por ejemplo, ha promediado 40 por ciento del total en los cinco años pasados, en comparación con menos de 10 por ciento en México. El único gran producto mexicano exportable es el petróleo, pero el sector ha sido un monopolio público y apenas se abre poco a poco a la participación extranjera como resultado de la reforma energética de 2013.

Otros sectores que podrían ser grandes receptores de IED han despertado poco interés, debido a características del mercado o a las condiciones de competencia. Por ejemplo, el sector de telecomunicaciones es un duopolio cerrado (en el que Telmex/América Móvil es el principal participante), por lo cual hasta las grandes trasnacionales lo piensan dos veces antes de entrar a disputarlo. El comercio minorista tiene una gran firma dominante, Walmart (EU), y unos cuantos participantes locales fuertes, como Chedraui y Soriana.

La banca es otro sector que en muchos países recibe una proporción particularmente alta de IED, pero el sistema financiero mexicano ya está casi por completo en manos extranjeras: alrededor de tres cuartas partes de los activos y la cartera de crédito son compartidos entre Citigroup (EU), BBVA (España), HSBC (GB), Santander (España) y Scotiabank (Canadá). Notablemente, Santander de hecho desvió parte de sus activos en 2012 con el fin de recaudar capital para su negocio español, que está en aprietos, con lo cual llevó la IED a su nivel más bajo en relación con el PIB desde antes de que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entrara en vigor, en 1994. A últimas fechas, el crimen organizado en muchos sitios turísticos está menguando la llegada de visitantes. Esto deja la industria manufacturera como la única participante estelar en relación con la IED: captó 12 mil 900 mdd en 2014, que representan 54 por ciento del total.

Las reformas no han ayudado (aún)

La idea de que las reformas estructurales desencadenarían una inundación de IED ha resultado infundada hasta ahora, y dos decepcionantes licitaciones podrían dar indicio temprano de lo que está por venir. La primera fue la licitación para un tren bala entre la ciudad de México y Querétaro, que sería el primero en América Latina. Se recibió una sola propuesta, de un consorcio encabezado por la empresa China Railway Construction Corp (CRCC) en sociedad con un par de constructoras locales. Peor aún, la licitación fue cancelada porque era demasiado sospechosa: uno de los participantes en el consorcio era Grupo Higa, firma con estrechos vínculos con el presidente Enrique Peña Nieto y que ha estado en el centro de escándalos de corrupción que involucran a la esposa de Peña, Angélica Rivera, y al secretario de Hacienda, Luis Videgaray. Los planes para relanzar la licitación fueron cancelados por los recortes presupuestales anunciados a principios de año, pero el gobierno todavía tiene que hacer un fuerte pago compensatorio a CRCC, además de enfrentar el enfriamiento de relaciones económicas con China.

La segunda licitación, parte esencial de la cacareada reforma en telecomunicaciones, resultaría en dos nuevas cadenas de televisión de las que se pretende que disputen el duopolio que mantienen Televisa y Tv Azteca. Se esperaba que cadenas extranjeras participarían, pero ninguna lo hizo. Sólo se recibieron dos propuestas, una de un consorcio local de radiodifusión, Grupo Radio Centro, y otra de un conglomerado que posee un solo canal de televisión, Cadena Tres. A la postre Grupo Radio Centro no logró recaudar el capital necesario para pagar el depósito de su propuesta, lo que condujo a la cancelación automática al expirar el plazo. Aún no se sabe si habrá otra licitación por la cadena restante. Como están las cosas, ni a Televisa ni a Tv Azteca les preocupará la competencia de Cadena Tres, que no tiene ni la experiencia a escala nacional ni el poder económico para enfrentarlas, algo que sólo habría sido posible si se hubiera asociado con algún importante consorcio extranjero.

El problema de no ser competitivo

La evidencia de Brasil sugiere que la existencia de un mercado interno no competitivo podría ser la razón por la que México no ha alcanzado a su socio sudamericano en la carrera por la IED. Aunque el gobierno mexicano presuma de unas cuantas megainversiones en el sector manufacturero (que típicamente sólo se dan en un año o dos), un número mayor de aportaciones al mercado de servicios orientados al consumo ha llevado la IED en Brasil más allá de la marca de 60 mil mdd de manera consistente en esta década (alrededor de la mitad de la IED se recibió en el sector servicios en 2011-2013). Gran parte de ésta ha sido impulsada por el aumento en el poder adquisitivo de la clase media brasileña durante los años de bonanza anteriores a la crisis, debido a una reducción de la pobreza y la desigualdad. Durante este tiempo México ha tenido mejoras insignificantes en el frente social, y la política gubernamental de mantener la competitividad salarial tal vez no rinda los beneficios esperados en relación con la IED fuera del sector manufacturero.

Para que México eleve su proporción IED/PIB a un nivel más respetable, de alrededor de 34 por ciento (correspondiente a una economía en desarrollo más madura, pero aún dinámica), no puede capitalizar sólo el sector fabril. Dado que las inversiones futuras en energéticos podrían no llenar las expectativas, debido al bache en los precios del petróleo, la mejor apuesta del país es desarrollar una economía doméstica competitiva, reducir sus extremadamente altos niveles de pobreza (45.5 por ciento en 2012) y mejorar el poder de compra de sus frágiles clases medias y trabajadoras.

Fuente: EIU

Traducción de textos: Jorge Anaya

En asociación con Infoestratégica