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Paliando el hambre con veneno
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 26 de junio de 2015, p. 30

Pinal de Amoles, Qro.

Para llegar a El Llano de San Francisco hay que caminar unos 13 kilómetros cuesta arriba hasta la carretera, donde los pobladores piden aventón a los automovilistas. El trayecto se complica cuando llueve, pues las laderas de terracería se vuelven un lodazal.

La comunidad carece de servicios básicos y la mayoría de los habitantes están desempleados. En ocasiones laboran de jornaleros o ingresan sin medidas seguridad a las minas para extraer mercurio. Otra opción es emigrar a Estados Unidos, siempre que puedan pagar a los coyotes, que ya elevaron sus tarifas: alrededor de 60 mil pesos, sin que el pago garantice el cruce de la frontera ni un empleo.

En el otro municipio, Pinal de Amoles, habitan más de 27 mil personas, 34.9 por ciento en condición de pobreza extrema. Esta localidad presenta el más alto nivel de marginación en la entidad, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.

Hasta 2010, 19 mil 811 personas no tenían servicios básicos en la vivienda (68.4 por ciento); 8 mil 64 personas (27.9 por ciento) vivían en casas de mala calidad y espacios insuficientes.

Las principales carencias son alimentación (31 por ciento), educación (30.8 por ciento) y servicios de salud (4.7 por ciento). En Pinal y los municipios de San Joaquín y Peñamiler hay minas abandonadas de donde los lugareños extraen mercurio para venderlo: el desleimiento del metal lo hacen artesanalmente, en patios.

Altas concentraciones en alimentos, animales y agua

En 1996, químicos de la Universidad Autónoma de Querétaro presentaron los resultados del estudio Presencia de mercurio en alimentos de origen animal, vegetal y en agua de algunas comunidades de Cadereyta, Peñamiller y San Joaquín, en el cual advirtieron que los niveles de contaminación por mercurio exceden hasta en mil por ciento el máximo permitido, lo que implica graves riesgos para la salud.