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México SA

EPN: Cero y van tres

Otro tijeretazo al PIB

Peña iguala a Zedillo

P

or tercer año consecutivo desinflóse la estimación oficial de crecimiento económico, de tal suerte que el resultado de la primera mitad del gobierno peñanietista es equiparable al obtenido por Ernesto Zedillo en igual lapso, aunque sin la crisis que zarandeó al país 20 años atrás. Así, dicho trienio se suma al de por sí grueso inventario de años perdidos y de promesas incumplidas, y quien prometió mover a México (aunque no precisó hacia dónde) le sale debiendo a los mexicanos, y mucho,

En los primeros tres años del zedillato se registró un raquítico crecimiento anual promedio de 1.9 por ciento, aunque hay que recordar que en 1995, producto del error de diciembre, la economía nacional se desplomó 6.2 por ciento, es decir, la caída más pronunciada –hasta entonces– desde la gran depresión. Aun así, en 1996 y 1997 hubo avances similares al promedio histórico (cerca de 6 por ciento) y de allí el resultado del trienio.

Ahora, con la modernidad por todos lados, las reformas aprobadas e implementadas, los fundamentales de la economía sólidos como la roca y en orden (Videgaray dixit) y, lo mejor del caso, sin crisis (versión oficial, porque para ellos 63 millones de mexicanos en pobreza no es crisis), la famélica economía nacional reporta el mismo resultado que en el primer trienio del zedillato: 1.9 por ciento como promedio anual (siempre y cuando en este fabuloso 2015 la economía crezca 2.6 por ciento).

En cambio, para su primer trienio de estadía en Los Pinos prometió que la economía mexicana registraría un crecimiento anual promedio de 3.7 por ciento. Pero como el hubiera no existe, en los hechos el avance a duras penas llega a 1.9 por ciento en el periodo, y descontando, porque la política de prometer y después recortar y recortar se ha institucionalizado.

Para su primer año en la residencia oficial, Enrique Peña Nieto y su ministro del (d) año prometieron un crecimiento de 3.5 por ciento (resultó 1.1 por ciento). Para el segundo, 3.9 por ciento, siempre y cuando las reformas fueran aprobadas y reglamentadas (lo que en ambos casos sucedió, pero la economía creció 2.1 por ciento). Y para 2015 cacarearon 3.7 por ciento (en los hechos difícilmente se alcanzará 2.5 por ciento).

En el balance de la primera mitad de gobierno de los últimos seis inquilinos de Los Pinos (incluido el actual), el peor de todos fue el correspondiente a Felipe Calderón (para vivir mejor, prometió), con una caída de 0.6 por ciento en su primer trienio (incluido el catarrito), promedio equivalente al obtenido por tres presidentes (uno provisional –Emilio Portes Gil–, otro constitucional (que renunció) –Pascual Ortiz Rubio– y otro sustituto –Abelardo L. Rodríguez–) en los seis años de gobierno (dos cada uno) entre 1928 y 1934, los años de la Gran Depresión y el resurgimiento por el New Deal.

En orden cronológico, en su respectiva primera mitad de gobierno Miguel de la Madrid registró un crecimiento anual promedio de 0.7 por ciento; Carlos Salinas de Gortari, 4.5; Ernesto Zedillo, 1.9; Vicente Fox, 0.6, y, como se anota, Felipe Calderón, –0.6. Y cada uno de ellos prometió y prometió que con las reformas necesarias para el país y las medicinas amargas, pero necesarias, la economía crecería y crecería a pasos agigantados, y los noruegos no sólo envidiarían a los mexicanos por su elevadísimo nivel de bienestar, sino que vendrían a pedir chamba.

La realidad, obvio es, resultó totalmente distinta a la promesa oficial, y ahora los noruegos vienen a México –petróleo de por medio–, pero para mejorar su propio cuan elevadísimo nivel de bienestar por medio del oro negro otrora nacional. Sólo como referencia, en la primera mitad de José López Portillo el promedio anual de crecimiento fue de 7.35 por ciento, proporción no registrada desde hace casi cuatro décadas, y como vamos nunca más. Y antes de él, ningún inquilino de Los Pinos –salvo en los tiempos de Emilio Portes Gil y Pascual Ortiz Rubio– en el México institucionalizado registró cifras negativas en materia de crecimiento económico.

Pues bien, sirva lo anterior para comentar que los grupos de análisis y consultoría económica del sector privado nacional y extranjero (38 en total) consultados permanentemente por el Banco de México recortaron por sexto mes consecutivo su pronóstico 2015 sobre el crecimiento económico del país. Seis tijeretazos de seis posibilidades, con lo que al cierre de junio redujeron a 2.6 por ciento –si bien va– el rango de avance, aunque falta el segundo semestre del presente año, con lo que tal estimación puede ser aún menor. El objetivo es 12 recortes de 12 posibles.

En efecto, del 3.5 por ciento de avance estimado por los especialistas del sector privado al iniciar el presente año, al cierre de junio el tijeretazo acumulado en los primeros seis meses se aproximó a un punto porcentual, reduciendo la estimación anual a 2.6 por ciento, y descontando. Si mantienen ese ritmo, es previsible que al cierre de 2015 su mejor estimación ronde 2 por ciento, con lo que el promedio trianual se reduciría a 1.7 por ciento.

Pero la tijera no sólo la aplicaron para el presente año, sino que ya encarrerados los 38 grupos de especialistas del sector privado nacional y foráneo incluyeron 2016 y 2017, años para los que redujeron su expectativa de crecimiento económico a 3.2 y 3.66 por ciento, respectivamente, con ganas de reducir paulatinamente a lo largo del segundo semestre del presente año.

Esos mismos especialistas aumentaron sus perspectivas sobre el tipo de cambio para los cierres de 2015 y 2016, aunque para esos años redujeron la correspondiente a la inflación, aunque no para 2017. Lo que no han modificado son lo que a su juicio son los principales factores que podrían obstaculizar el crecimiento económico en México: inseguridad, plataforma de producción petrolera y precio de exportación, debilidad del mercado (externo e interno) e inestabilidad financiera internacional. Y la tijera la tienen afilada para lo que venga.

Las rebanadas del pastel

Dice Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, que ha sido exagerada la depreciación del peso frente al dólar. Quién sabe, pero lo cierto es que la burra no era arisca, la hicieron a golpe de devaluaciones. Ayer el billete verde se vendió 16.05 bilimbiques (léase 16 mil 50 papeles)… Y el domingo, el referendo griego cuyo resultado es de pronóstico reservado.

D.R.: [email protected]

Twitter: @cafevega