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En mi país ocurre la recuperación de la patria, considera el ministro Guillaume Long

De la mano de la cultura, Ecuador vive una revolución ciudadana

El reto del socialismo es garantizar muy bien la diversidad, no oponernos a Hollywood, sino tratar de nivelar la cancha para que otras formas de manifestación cultural, de identidad cultural, puedan expresarse en igualdad de condiciones, explica en entrevista con La Jornada

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No puede existir un proceso revolucionario sin una revolución cultural; sin cultura no hay identidad, sin identidad no hay soberanía y sin soberanía no hay futuro viable y posible para un Estado-nación. Es fundamental, explica a La Jornada Guillaume Long, ministro de Cultura de EcuadorFoto Francisco Olvera
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El mayor reto de Ecuador es cultural, intelectual, paradigmático, de entender que necesitamos elegir entre tener una sociedad decimonónica o una del siglo XXI, manifiesta Guillaume Long, titular del Ministerio de Cultura de ese país sudamericanoFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Sábado 1º de agosto de 2015, p. 3

La revolución ciudadana, el proceso político, económico y social que vive Ecuador desde la llegada del presidente Rafael Correa al poder, hace ocho años, tiene como pilares la refundación de ese país sudamericano, la redistribución y la transformación de la producción.

Sin embargo, un proceso como ese no puede ocurrir si no se da también una revolución en otro frente: el de la cultura.

“No puede existir un proceso revolucionario sin una revolución cultural. Sin cultura no hay identidad, sin identidad no hay soberanía y sin soberanía no hay futuro viable y posible para un Estado-nación. Es fundamental.

La cultura es un aspecto primordial de la construcción de las sociedades, de los contratos sociales a los que aspiramos, señala Guillaume Long, ministro de Cultura y Patrimonio de Ecuador, en entrevista con La Jornada.

Nombrado el pasado marzo, Long, nacido en Francia y naturalizado ecuatoriano, subraya que la hegemonía “tanto dentro de los países como a escala internacional se hacen a través de la dominación cultural, más que mediante otros tipos de dominación. Gramsci decía que la hegemonía no es solamente a través de la coerción, sino del consenso y es de éste de lo que podría ser ajeno lo que quizá ha impedido que podamos construir lo nuestro.

La cultura es fundamental, creo que lo atraviesa todo, es transversal a todo, es lo que nos da identidad, es lo que construye la patria.

Proyecto refundacional

Para entender qué ocurre en Ecuador una de las preguntas principales es, ¿qué es la revolución ciudadana?

Al respecto, Guillaume Long explica: “Es la recuperación del Estado-nación, de la patria. Creo que ha tenido diferentes momentos, sería caer en simplismo dar una frase tratando de definirla en cuatro o cinco palabras, pero en un inicio fue ciertamente un proyecto político refundacional, de refundar la patria después de realmente años de gran debacle política, económica y social.

Es el hito refundacional del país, la recuperación de la soberanía, un nuevo contrato social, nuevas reglas de juego, estabilidad política (el de Rafael Correa es el gobierno de mayor duración en el siglo reciente). Es redistributiva y lo hace a través de crecimiento económico, un manejo acertado de la economía nacional pero desarrollo endógeno, inversión pública, somos el país de mayor inversión pública en relación con nuestro PIB y todo ello sin políticas de austeridad y aprovechando el mercado, pero sin dejarse dominar por él.

“En la revolución ciudadana creemos en la supremacía del ser humano sobre el capital. El capital es importante, nadie lo está negando, es una gran herramienta, pero no es el fin.

“Así uno de los pilares de esa revolución es la refundación. Otro es la redistribución que ha permitido, entre otros, la reducción de la pobreza y la pobreza extrema. Un tercer pilar es el de la transformación productiva; eso significa no ser exclusivamente productores y exportadores de materias primas para ser importadores de todo lo demás.

Y aquí adquiere importancia la apuesta por una educación de calidad, que incluyó el cierre de universidades de garaje (lo que en México conocemos como universidades patito) cuando Long se desempeñaba de presidente del Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior.

Y dentro de esa revolución ciudadana y sus pilares, encontramos el tema de la cultura. “Creemos también que en el proceso de tener cultura propia, de construir identidad propia, no hay que necesariamente reproducir algunos errores de la lucha contra la hegemonía del pasado.

“A veces el socialismo real cayó en la otra trampa de tener una cultura oficial, antimperialista oficial, con los artistas consagrados. El reto en este momento –y con eso quiero llegar a qué es lo que estamos haciendo– es garantizar la diversidad.

“El capitalismo ha logrado venderse a sí mismo como la diversidad, dice: ‘miren, el socialismo es gris, uniforme, todo es homogéneo, se visten igual, consumen lo mismo’.

“Nosotros desde una perspectiva mucho más socialista tenemos que demostrar que eso no es así, que el consumo también es homogeneizante, que el mercado es estandarizador y que el socialismo puede garantizar muy bien la diversidad, eso es lo que tenemos que demostrar, no oponernos a Hollywood, no oponernos quizá a formas más hegemónicas sobre todo lo que ves en los medios de comunicación de representaciones estéticas más hegemónicas de los grandes monopolios, de los mass media, sino tratar de nivelar la cancha para que otras formas de manifestación cultural, de identidad cultural puedan expresarse en igualdad de condiciones”.

Pendiente, una ley de cultura

Se trata, dice Guillaume Long, de crear una diversidad sin chovinismo ni nacionalismo exacerbado que nieguen lo cosmopolita y para ello la necesidad, y el reto que enfrenta, de que se discuta y apruebe una ley de cultura.

Esa legislación, que confía se someta a discusión en la Asamblea Nacional tras el receso de agosto y septiembre, “tiene que garantizar fondos. No se puede hacer eso sin recursos, una debida institucionalidad. La ley de cultura es un poco de las deudas pendientes de nuestro gobierno, nuestra Constitución que fue aprobaba en las urnas en referendo en 2008 ordenaba varias leyes, y una en la que nos hemos demorado es la ley de cultura.

“Llevo tres meses en el Ministerio de Cultura; antes estaba más en temas de educación superior y una de mis grandes responsabilidades es una ley que garantice los medios, los recursos económicos para esta diversidad de la que estamos hablando, para que el cine ecuatoriano tenga mayores fondos, para que en las expresiones artísticas haya apoyo del sector público para la creación.

El arte no se decreta, se suscita. Desde el Ministerio de Cultura es lo que tenemos que hacer; generar las condiciones para que se pueda crear esta igualdad de condiciones, para que se pueda crear esta igualdad de oportunidades en la creatividad de los ecuatorianos y ecuatorianas.

La inversión actual es de entre 80 y 100 millones de dólares anuales en la cultura. Son fondos importantes para un país como Ecuador, pero creo que podemos hacer un esfuerzo mayor y parte de la ley de cultura es garantizar que ese esfuerzo además sea duradero a través del tiempo, que no sea fruto de la buena voluntad de un gobierno, sino que haya fondos permanentes, que esté más institucionalizado el tema del apoyo de la cultura, para que siempre, más allá de que sea política de Estado, no sólo de gobierno, más allá de quién esté en el Ejecutivo, de que pasen los años y pueda haber acompañamiento a los artistas.

Ese es precisamente uno de los motivos de su visita al país: reunirse con representantes de varias instituciones, como Rafael Tovar y de Teresa, titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, con la finalidad de analizar la forma en la que México plantea sus proyectos culturales, como lo ha hecho con otros países latinoamericanos. Sin embargo, aclara Long, eso no significa que vayamos a copiar alguno de los modelos.

Los temas a los que se enfrenta la cultura ecuatoriana son el apoyo a la producción, la circulación de bienes culturales, la formación de públicos y la inclusión de las nacionalidades indígenas ya que, como enuncia su Constitución, Ecuador es un país plurinacional e intercultural, y en conjunto con el Ministerio de Educación la formación de profesores de arte y el fortalecimiento de la educación bilingüe (español-lenguas originarias).

“La interculturalidad es algo que hay que manejar escuchando a los pueblos indígenas no desde una perspectiva paternalista de decir: ‘no, lo indígena es eso y ustedes tienen que hacer eso y eso nada tiene que ver con hip hop o con cualquier otra cosa’. Eso es importante, estar a la escucha de cuáles son las demandas desde la interculturalidad. Y no pensarla sólo desde lo indígena, sino desde los pueblos en general. La interculturalidad tiene que ver con juventudes, con la población afroecuatoriana, los montubios, los migrantes. Volvemos a la palabra diversidad.”

Así, la revolución ciudadana sigue su camino, pero no todo es perfecto. “Creo que el principal problema en Ecuador es que todavía tenemos un escenario político polarizado, y es normal que después de ocho años aún lo tengamos. Hay grandes desacuerdos entre una derecha con fuertes rasgos feudales que todavía defienden un sistema político, social y económico del siglo XIX frente a lo que nosotros pensamos: ser los modernizadores de la sociedad.

La revolución ciudadana quiere acercarse a un sistema mucho más justo, redistributivo. Creo que ese es el mayor reto: es un reto cultural, intelectual, paradigmático, de entender que necesitamos elegir entre tener una sociedad decimonónica o una del siglo XXI, y tener una sociedad del siglo XXI significa claramente dejar esas posiciones feudales atrás.