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En riesgo de perderse 49 sones que sólo él toca y no están grabados

Mateo de Gaona, el último capitán que ritma La danza de los Quetzales
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Mateo de Gaona Sánchez se sabe de memoria 49 sones, que interpreta con su pequeña flauta y un tamborcito. Aunque varios se le han acercado para grabarlos, todo ha quedado en promesasFoto Luis Barrón
Enviado
Periódico La Jornada
Miércoles 18 de noviembre de 2015, p. a10

Zozocolco de Hidalgo, Ver.

Mateo de Gaona Sánchez es el último músico de La danza de los Quetzales de esta población. Sabe de memoria 49 sones –que toca en las ferias y festividades con su pequeña flauta y un tamborcito–, los cuales nunca se han grabado completos, aunque varios individuos se han acercado prometiéndole hacer un disco, pero nunca vuelven, dijo en entrevista mientras colocaba en el suelo su morral.

Los bailadores de esta danza llevan en la cabeza un tocado grande, un Sol, que parece muy pesado, pero que ellos aseguran no es así, sino que es ligero.

La flauta y el tambor

“Quetzal es una paloma que había antes, que conocieron los antiguos. Los abuelitos empezaron a bailar y a formar las coronas. Se oye la flauta y el tambor. Hay unos sones que tardan unos cinco minutos, otros más, un cuarto de hora. Hay uno que llamamos Son del pájaro, que tarda tres cuartos de hora. Hay unos sones medianos, otros de 20 minutos. No son iguales.

Yo los empecé a practicar desde chiquito; tenía como ocho años. Labré mi flauta y comencé a practicar. No podía aprendermelos y me dijeron que mejor bailara. Ahora los toco en la feria de aquí, en septiembre.

–Tiene muy buena memoria...

–¡Pues ya ni modo! ¿Qué le vamos a hacer?

–¿Quién más se sabe los sones?

–Nadie. Soy el único que me los aprendí. Había unos muchachos que estaban practicando, pero no lo siguieron. Nomás lo tomaron como juego. No están grabados. Nomás me han dicho que quieren grabar y nunca van a mi casa. Prometen. Me dicen y sé que si me muero esto se perderá. ¿Qué cosa voy a hacer? Tengo hijos, ocho, pero nadie se lo aprendió. El más chiquitillo se fue a México. Ya se estaba aprendiendo los sones, pero se fue a trabajar.

–¿Quién hizo los sones?

–No lo sé. Fueron los abuelitos. Pregunté, pero nadie me dijo. Un señor me comentó que sí estaban escritos, pero como acá echan globos (de papel de china) y en aquel tiempo había casas muy sencillas, de zacate, de palma, de hojas, le cayó un globo a la casa y el librito que tenía el viejito que ahí vivía se echó a perder. Así pasó.

A veces vamos a tocar a las ferias y al Tajín. Yo soy de aquí, de Zozo; nací en 1945, el 27 de diciembre. Cuando yo era chico, Zozo era muy pobre. Puro pedregal, piedras chiquitas. Se llama Zozocolco porque antes las abuelitas cargaban el agua en los cántaros. El brillo en los cántaros, eso significa Zozocolco. Cargaban los cántaros con mecapal. Es poesía. Yo tengo de recuerdo de mi mamá, un cántaro, porque ahorita ya pura cubeta de plástico.

En Internet hay varios sitios donde se informa que “en La danza de los Quetzales los ejecutantes visten un pantalón rojo con flecos dorados en los remates de las piernas; el chaleco es del mismo color, paliacate cruzado sobre el pecho y una capa roja o amarilla. Completa el atuendo un pañuelo que llevan en la mano y sonajas. Estas las suenan al ritmo del taconeo del baile. Son movimientos difíciles que requieren de mucha precisión.

Los pasos se ejecutan primero en cruz y simbolizan los cuatro puntos cardinales, que representan la rotación del tiempo. Se baila tradicionalmente en Veracruz y Puebla.

Mateo: Primero se toca la despedida, que es la entrada. Es el son primero. Luego viene el son para el camino. Se van a vestir y les toco uno o dos sones. Luego otro, para ir a la iglesia. Es un ritual. Nomás me dicen que lo van a grabar, pero nunca van. Me reconocen, pero de unos 100 pesos, nada. Si no hay dinero cómo traemos a los muchachos que bailan. Hay que darles de comer.

Tesoro vivo

En su investigación doctoral, Estela Vega Deloya, directora de la Consultoría de Investigación y Desarrollo del municipio de Zozocolco, señala que Mateo de Gaona es el último capitán que posee el conocimiento de los 49 sones que ritman La danza de los Quetzales, que deviene de la tradición ancestral de la época prehispánica, y que junto con la Danza del palo volador son las que sobreviven en la actualidad.

La danza de los Quetzales, precisa Vega Deloya, visibiliza la relación que existe entre los hombres y la naturaleza, como expresión de la cercanía de los dioses con los hombres. Las aves, como los quetzales y el papan real, marcan el ritmo del Sol, que a su vez es el tiempo natural del calendario que rige la vida cotidiana de los habitantes de Zozocolco de Hidalgo, Veracruz.

El objetivo final de la investigación es lograr que don Mateo sea designado tesoro vivo.