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Eduardo Mata y los ideales bolivarianos
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Periódico La Jornada
Sábado 27 de febrero de 2016, p. a12

En los anaqueles de novedades discográficas esplende un tesoro fonográfico de la música latinoamericana de concierto.

Latin America Alive es el título de la caja con seis discos compactos que editó Dorian Recordings en 2009 y ahora vuelve a circular.

Se trata de uno de los grandes proyectos que emprendió Eduardo Mata (1941-1995), el mejor director de orquesta mexicano en la historia y uno de los animadores culturales definitivos para México.

Como director de la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (Ofunam), creó nuevos públicos y formó a generaciones de melómanos. Este año la agrupación cumple 80 de fundada y es un símbolo cultural de México.

A Eduardo Mata se debe también, por ejemplo, la existencia de la Sala Nezahualcóyotl, en la UNAM (sede de la Ofunam), una de las grandes salas de conciertos del mundo.

Como titular de la Sinfónica de Dallas, años después, habría de propiciar la construcción de otra gran sala de conciertos en esa ciudad estadunidense, como sede de la orquesta que llevó a niveles de alcance mundial, como quedó demostrado recientemente con la designación de su actual director, el holandés Jaap van Zweden, para ascender a titular de la Filarmónica de Nueva York.

El proyecto de Eduardo Mata recogido en esta caja con cinco discos consiste en el registro de los grandes tesoros de la música de América Latina, que constituyeron buena parte de su repertorio como director de orquesta.

Esta serie de grabaciones para discos Dorian se tituló Music of Latin America Masters y fue realizada con la Orquesta Simón Bolívar de Venezuela.

Y esto abre la puerta a otro tema en que Eduardo Mata participó de manera definitiva, al punto tal que el creador del Sistema de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles de Venezuela, José Antonio Abreu, sacaba la chequera, la ponía en la mesa delante de Eduardo Mata e insistía: ya, Eduardo, pon la cantidad que quieras, pero vente a vivir a Venezuela, para que dirijas este gran proyecto, de acuerdo con el testimonio que recoge la periodista y hoy editora Verónica Flores en su libro Eduardo Mata a varias voces, de la colección Periodismo Cultural de la actual Secretaría de Cultura federal.

El nombre de ese proyecto que en realidad es un milagro es un apócope ahora: El Sistema. Así se conoce hoy y se reproduce en Europa y Estados Unidos: la creación de orquestas y coros en zonas desprotegidas socialmente.

La Orquesta Simón Bolívar es una, solamente una, de las muchas consecuencias de El Sistema. Fue fundada en febrero de 1975 por José Antonio Abreu como una respuesta musical a los ideales de fraternidad y cooperación de Simón Bolívar. Hoy su director titular es Gustavo Dudamel, quien creció bajo la admiración que sentía, desde su natal Barquisimeto, por Eduardo Mata, quien viajaba continuamente a Caracas, para dirigir a la Orquesta Simón Bolívar. Algunas de esas sesiones quedaron registradas en los discos compactos que hoy nos ocupan.

El disco 1 comienza con La cantata criolla, del compositor venezolano Antonio Estévez (1916-1988), basada en el poema Florentino y el diablo, de su paisano Alberto Arvelo. Intervienen dos cantantes venezolanos solistas: el tenor Idwer Alvarez y el barítono William Alvarado, oriundo de Barquisimeto.

Completa este primer disco el Choro número 10 del brasileiro Heitor Villa-Lobos.

El segundo disco abre con Redes, de Silvestre Revueltas (1889-1940), y el asombro nos lleva a preferir esta versión de Eduardo Mata frente a las anteriores que grabó con otras orquestas. Un mago de la batuta con un ejército de músicos a quienes convirtió en una de las mejores orquestas del mundo, la Orquesta Simón Bolívar.

El Concerto Grosso para Cuarteto de Cuerdas y Orquesta, de su maestro Julián Orbón (1925-1991) y la Pampeana número 3 del coloso argentino Alberto Ginastera (1916-1983) iluminan el resto del disco, que alcanza su clímax con una versión maravillosa de Sensemayá, de Revueltas.

El tomo 3 de esta caja mágica reúne Tres versiones sinfónicas, de Orbón; la Bachiana brasileira número 2, de Villa-Lobos; Mediodía en el llano, de Estévez; y cierra con la sensacional Sinfonía india, de Carlos Chávez (1899-1978).

Los discos 4 y 5 no contienen música latinoamericana, sino obras del español Manuel de Falla (1876-1946; el cuadernillo dice, en errata obvia, 1846, como El curioso caso de Benjamin Button), que Eduardo Mata amaba: la ópera La vida breve (disco 4) y un ramillete irresistible: El amor brujo; Siete Canciones populares españolas; Homenajes y danzas de El sombrero de tres picos (disco 5)

El cierre (disco 6) es, literalmente, de antología: Uirapurú, de Villa-Lobos; la fábula Suite caballos de vapor, de Carlos Chávez y el ballet Estancia, de Ginastera.

Uno de los grandes directores de la historia latinoamericana: Eduardo Mata. La mejor orquesta de América Latina: la Orquesta Simón Bolívar y los grandes tesoros de nuestra música. Sí, nuestra música. Un orgullo. Un manantial de maravillas.

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