Opinión
Ver día anteriorDomingo 28 de febrero de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Crecimiento de poco más de 2%, pero no en petróleo ni acero
L

a preocupación del gobierno en cuanto al crecimiento de la economía es que no llegue a 2 por ciento en su bajada. Pero ese numerito se supone que debe ser el promedio de las ramas de producción y de inversión, por lo menos.

Ya hemos visto que el petróleo va para abajo en precio, en producción y, aunque no se ve tan pronto, en inversión.

Ahora vamos a ver otra rama importante, la del acero, y la de la minería y la producción de hierro como su principal materia prima.

Luego nos enteramos por La Jornada, primero por la edición por Internet del domingo 31 y luego el lunes de manera más abreviada, que si bien las inversiones extranjeras totales aumentaron a nivel anual en 2015, en el último trimestre de ese año se redujeron, al bajar a 4 mil 891 millones de dólares, frente a 5 mil 664 millones de dólares en el mismo periodo del año anterior. Una baja, en este caso, de 13.3 por ciento.

La exportación de acero mexicano a Estados Unidos sí bajó de nivel en todo 2015, a 2 mil 532 miles de toneladas, frente a 2 mil 324 miles de toneladas el año anterior, una baja de 3 mil 324, es decir, 23.8 por ciento. Hicimos el domingo pasado una referencia a esto, publicado en El Financiero del 16 de febrero.

El día 18 vimos en este periódico un análisis de Naciones Unidas al respecto, más allá de lo nacional. La Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) dice que la caída de producción del acero, y de su principal componente, el mineral de hierro, a nivel internacional, prevalecerá durante unos cuantos años venideros, evitando también que suban los precios.

Dice también la Unctad que el precio del mineral de hierro bajó durante 2015 de 71.26 dólares por tonelada métrica, y cayó 39 por ciento a fin de ese año. ¿Acaso no nos recuerda esto la baja del precio del petróleo? Y con el petróleo también está bajando la producción.

Vimos que hemos tenido problemas tanto en el hierro y el acero como en el petróleo, y en el primer caso la Unctad considera que la caída de producción durará unos cuantos años. De este último caso, no sabíamos gran cosa en México hasta hace poco. ¿Cómo estarán otras ramas? Es claro que el gobierno hace lo posible por ocultar esto y lo que venga. Para ellos, a todo lo que gobiernan le va bien.

Pero han hecho otros méritos que los hicieron blanco del informe global 2015/16 de Amnistía Internacional, que entre otras cosas los acusa de tortura y de desaparición forzada de manera creciente año con año.

Hay en todo esto una política oficial de por medio.

Una política que en cierto modo inició la expropiación petrolera, duró con vaivenes algunas décadas.

Tuvimos largos periodos con crecimientos del orden de 6 por ciento. Aunque esa realidad también podía superarse en otros ámbitos, ese crecimiento sostenido permitió un progreso en varios ámbitos. Aunque hubo retrocesos con Miguel Alemán y en otros periodos, y avances como la nacionalización de la industria eléctrica y el fortalecimiento de la petrolera con López Mateos, y de la nacionalización de la banca, el crecimiento tuvo, como dijimos, largos periodos positivos y una tendencia general al crecimiento. Y teníamos como soporte un sector estatal creciente.

Otra política fue aplicada con variantes desde 1982 con De la Madrid, y hasta la fecha. Adiós a los crecimientos de 6 por ciento. Una creciente, y hasta maniática privatización, echa a la basura las bases del crecimiento anterior. Y es apoyada con el fraude electoral, y con métodos como la tortura y la desaparición forzada.

Debemos rescatar lo positivo de nuestro pasado. Las nacionalizaciones, la fuerza económica del Estado. Y agregar la reducción de los contrastes entre ricos y pobres, entre terratenientes o con posesiones de grandes tierras, y campesinos, y entre grandes patrones y trabajadores.

Debemos dar impulso a la educación y, sobre todo, a la educación superior. En especial debemos impulsar la educación, y la producción, en áreas de alta tecnología, actualmente en su mayoría en manos del capital de Estados Unidos.

La alta tecnología no sólo es necesaria para un crecimiento sano y acelerado, sino para reducir la fuga de capitales del Distrito Federal.