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Lorena, policía que ayudó a 2 bebés a dar su primer respiro de vida

Reúne dos herencias: ser agente, como su padre, y partera, igual que su abuela

El entrenamiento físico fue una batalla contra mí, pero es una meta que cumplí

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Lorena Medina Flores narra que ella siempre quiso ser policía y vestir el uniforme que todos los días se ponía su padre para ir a trabajarFoto Alfredo Domínguez
 
Periódico La Jornada
Sábado 13 de agosto de 2016, p. 31

Cuando era niña, Lorena se sentaba junto con todas sus primas para escuchar a su abuela, una partera en Hidalgo, quien con detalle les explicaba cómo suministrarle calor a un recién nacido o ayudarle a dar su primer respiro de vida.

Aquella niña, ahora de 26 años, escuchó a su abuela tantas veces que aún invadida por la presión de actuar correctamente, supo que tenía que desenredar el cordón umbilical que ahogaba al recién nacido que tenía en las manos, darle masaje en el pecho y en la espalda, meter un dedo en la garganta del bebé, sacarle la flema y hacerlo respirar.

Armada con guantes y un curso

El bebé no reaccionaba y ella se encontraba en una casa donde nadie sabía que la joven de 18 años daría a luz. No había cobijas o algún instrumento de cuidado para el recién nacido. Los paramédicos de una ambulancia particular que se acababa de retirar diagnosticaron –por el sangrado– una infección vaginal. No la llevaron al hospital porque la familia no tenía dinero para pagar el traslado.

La policía auxiliar, Lorena Medina Flores, sólo llevaba consigo su uniforme, unos guantes de látex de su kit de curación y un curso de primeros auxilios que tomó cuando ingresó a la Academia de Policía.

Lo primero que veo que sale son los pies. El bebé estaba morado. La madre de la parturienta gritaba que estaba muerto. Yo les pedía que se tranquilizaran. La joven estaba a quejido abierto, ya no quería pujar, pedía que lo jalara de un tirón, pero no podía hasta desenredar el cordón.

Con el bebé en las manos sin reaccionar, Lorena también pidió que le consiguieran una perilla y al sustraer el resto de la mucosidad, el recién nacido respiró. Me volvió el alma al cuerpo.

La ambulancia que trasladó al bebé y a su madre al hospital llegó 20 minutos después a la casa ubicada en la colonia Pedregal de Santo Domingo, delegación Coyoacán.

Este no es el único parto que atiende la policía. El primero fue en las inmediaciones del Metro Coyoacán, donde una mujer en situación vulnerable, que venía de Oaxaca a buscar a unos familiares, le dijo que se sentía mal.

A Lorena le sorprendió cuando se rompió la fuente a la mujer. Era tan delgada que era difícil saber que estaba embarazada.

Lorena y su compañero la subieron a la patrulla y ahí, con la intervención de la agente, la mujer dio a luz.

Hoy Lorena cuenta que ella siempre quiso ser policía y vestir el uniforme que todos los días se ponía su padre para ir a trabajar. Ella misma fue una madre joven y tenía la necesidad de laborar.

El entrenamiento físico fue una batalla contra mí misma, pero era una de mis metas y la cumplí.

Con su uniforme, que porta desde hace cinco años, la mujer policía regresó hace unos días a preguntar por el pequeño Miguel. Es un niño sano y enorme. Me dejaron cargarlo y con eso me bastó, sonríe orgullosa.