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El padre de la literatura de ciencia ficción predijo muchos logros del siglo XX

Se cumple el sesquicentenario natal de H.G. Wells, visionario escritor británico

El autor de más de cien libros ayudó a varias generaciones a imaginar el futuro

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Herbert George Wells en imagen tomada de Internet
 
Periódico La Jornada
Martes 20 de septiembre de 2016, p. 7

Londres.

Sin él seguramente no habría películas como Star Wars o Volver al futuro. Con sus más de cien libros, H.G. Wells, quien el 21 de septiembre cumpliría 150 años, ayudó a imaginar el futuro a varias generaciones.

Todos tenemos nuestras máquinas del tiempo. Las que nos llevan hacia atrás son los recuerdos... y las que nos llevan hacia delante son los sueños. Así describió el autor la relevancia de la ciencia ficción en una de sus novelas más conocidas, La máquina del tiempo (1895).

En sólo seis años, de 1895 a 1901, escribió sus obras más importantes, entre ellas La isla del doctor Moreau, El hombre invisible, La guerra de los mundos y Los primeros hombres en la Luna.

Muchos de sus libros inspiraron años después otros clásicos. Un mundo feliz, de Aldous Huxley, comenzó como parodia de las novelas de ciencia ficción de Wells. Y el cineasta Orson Wells adaptó La guerra de los mundos en una versión radiofónica tan realista que pasó a la historia por haber hecho creer a millones de oyentes que los alienígenas invadían la Tierra.

Exitoso contador de historias

La receta del éxito de Wells era escribir de la forma más creíble posible. Hasta entonces los autores explicaban todos los acontecimientos fantásticos de sus libros de aventura recurriendo a la magia. Sin embargo, Wells se servía de teorías científicas y sólo se permitía una excepción extraordinaria por cada una de sus historias, por ejemplo la aparición de alienígenas o los viajes en el tiempo.

El padre de la literatura de ciencia ficción predijo muchos de los logros y sucesos del siglo XX, como el tanque, el avión, las guerras mundiales, la bomba atómica –un cuarto de siglo antes de la primera fisión nuclear–, una nueva Europa, las casas prefabricadas, la revolución sexual e incluso una forma primitiva de Wikipedia e Internet, a la que llamó cerebro mundial.

Herbert George Wells nació el 21 de septiembre de 1866 en Bromley, municipio más bien aburrido a las afueras de Londres. Su padre era jardinero, pero se ganaba un dinero extra como jugador de criquet profesional y su madre era ama de casa.

H.G. fue tan malcriado que se convirtió en una mimosa en un invernadero literario. La más leve sombra de desaprobación le provocaba ataques de ira de los que no se libraban ni sus amigos más cercanos. Así lo describió uno de sus amigos, el escritor irlandés George Bernard Shaw.

Wells aprovechaba cada oportunidad que se le presentaba para formarse y rápidamente hizo carrera como exitoso contador de historias, algo que le abrió puertas también en lo privado.

La indignación moral es envidia rodeada de aureola, dijo en una ocasión Wells, quien era mujeriego, para defender su búsqueda del amor libre. Era bajo y huesudo, con un aburrido bigote y una voz chillona, pero estaba tan lleno de ideas que a menudo las mujeres encontraban irrestible a este don Juan de los intelectuales, como le gustaba llamarse.

Así que H.G. Wells entretuvo a la mojigata sociedad británica también con sus aventuras privadas. Casado dos veces, en una ocasión intentó huir con la hija de uno de sus camaradas socialistas y otra vez el padre de una joven lo acechó con una pistola cargada en un club privado.

Su relación con la escritora y música Elisabeth von Arnim era tan intensa que rompieron dos veces las camas de un hotel. Nunca sintió vergüenza y siempre fue claro: Soy muy inmoral. He utilizado a personas que me han amado.

Wells soñaba con una sociedad liberal y se le llegó a considerar un feminista pionero, aunque le importaba más su propia libertad sexual que el derecho al voto de las mujeres.

Al igual que Bernard Shaw y Bertrand Russell formó parte de la Sociedad Fabiana, movimiento socialista del que derivaron el Partido Laborista británico y la London School of Economics. Además fue uno de los fundadores de la primera organización británica de derechos civiles, conocida hoy como Liberty. Visitó a Máximo Gorki, con cuya querida tuvo una relación; odiaba la barba de Marx, conoció a Lenin y entrevistó a Stalin.

Quería cambiar el mundo y mezclaba en sus libros tendencias científicas con críticas socialistas. En la carta enviada a una amiga aseguró que enmascaró sus profecías como especulaciones sobre vehículos motorizados y calefacción eléctrica, pero que las pensó para socavar y destruir la monarquía, la monogamia y la fe en dios.

El precursor de nuestro presente murió el 13 de agosto de 1946.

¿Quizás fue en realidad un viajero del tiempo de un futuro liberal enviado al pasado para cambiar el curso de la historia?