Ciencias
Ver día anteriorMartes 4 de octubre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 

Yoshinori Ohsumi, distinguido con el Premio Nobel de Medicina por el hallazgo

La autofagia permite entender patologías por el envejecimiento

La mutación de los genes de ese proceso puede causar cáncer o Parkinson

Al recibir la noticia, me sorprendí... es una alegría insuperable para un investigador, afirma el científico japonés

Foto
Yoshinori Ohsumi es festejado en el Instituto de Tecnología de Tokio, luego de que se dio a conocer que fue galardonado con el NobelFoto Afp
 
Periódico La Jornada
Martes 4 de octubre de 2016, p. 2

París.

El descubrimiento logrado por el japonés Yoshinori Ohsumi del mecanismo de la autofagia, merecedor del Premio Nobel de Medicina, podría contribuir a la mejor comprensión de patologías como las vinculadas al envejecimiento y tal vez un día permitir vivir más tiempo gozando de buena salud, estimaron varios especialistas.

La autofagia es un proceso de limpieza y, sobre todo, de reciclaje de las células.

Los hallazgos de Ohsumi condujeron a un nuevo paradigma de nuestro entendimiento sobre cómo las células reciclan su contenido, explicó el Instituto Karolinska de Estocolmo en un comunicado.

Abrieron el camino a entender la importancia fundamental de la autofagia en muchos procesos fisiológicos, como la adaptación al hambre o la respuesta a la infección, agregó.

Este proceso es muy importante, pues si la célula no es capaz de limpiarse, habrá una acumulación de desechos, explicó Isabelle Vergne, investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Científicas, de Francia, que trabaja sobre el tema. Si este proceso se desbarata completamente, puede desatar numerosas patologías, agregó.

Si hay mutaciones en los genes del proceso autofágico, pueden producirse enfermedades como Parkinson, diabetes tipo 2, cáncer u otras que, sobre todo, aparecen con la edad.

Amplia gama de padecimientos

Los descubrimientos de Ohsumi, de 71 años, están muy involucrados en (...) nuestra forma de tratar y contrarrestar las enfermedades, explicó Anna Wedell, de la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska.

Eso se aplica a una amplia gama de padecimientos como el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas, como Alzheimer, las inflamatorias o la diabetes, agregó.

Asimismo, otras patologías como la obesidad, algunas enfermedades cardiovasculares o intestinales e incluso la artrosis estarían involucradas. La mayoría de las grandes patologías están ligadas a una insuficiencia o a una disfunción del proceso autofágico, señaló el profesor Guido Kroemer, otro especialista francés que trabaja en el Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica (INSIM) de Francia.

La autofagia (que significa comerse a sí mismo) es un proceso que se conoce desde los años 60. Ohsumi identificó los genes esenciales en la autofagia en los 90 al experimentar con levadura para hacer pan y demostrar que las células humanas empleaban un mecanismo similar.

El descubrimiento provocó el florecimiento de investigaciones, que por el momento se han limitado a plantas y animales.

Intentamos comprender por qué este proceso disminuye con la edad y encontrar innovaciones capaces de activarlo para mantener nuestras células en buen estado más tiempo y tener una vida mejor y más larga, señaló Ioannis Nezis, profesor de la Universidad Británica de Warwick. En la mayoría de las patologías, la autofagia debe ser estimulada, como en las enfermedades neurodegenerativas, para eliminar los agregados de proteínas que se acumulan en las células enfermas.

Ocurre lo mismo con la diabetes, la arterosclerosis o las enfermedades infecciosas cuando se trata de estimular la reacción inmunitaria. Es más complejo en el cáncer, según el profesor Kroemer, quien precisó que, según el caso, se puede intentar estimular o, al contrario, inhibir el proceso autofágico.

Trabajos en animales han revelado que los estimuladores de la autofagia podían mejorar la respuesta anticancerígena, por medio de la respuesta inmunitaria. En cambio, otros investigadores han trabajado para inhibir la autofagia y así reducir el estrés celular ligado a la quimioterapia, matizó.

Según Vergne, quien trabaja con la micobacteria que origina la tuberculosis, cada vez más resistente a los antibióticos, la estimulación de la autofagia permite controlar la infección. Una estrategia que se emplea igualmente con otro organismo de esos, muy presente en personas con fibrosis quística, muy difícil de tratar.

Creemos que si llegamos a aumentar la autofagia, podríamos eliminar esa micobacteria (...) pidiendo al organismo que la mate por medio de ese proceso, explicó. Otra patología, la artrosis, que afecta principalmente a personas mayores, está en primera línea.

Según Claire Vinatier, investigadora del INSIM, estudios preclínicos realizados en ratones han revelado que la activación de la autofagia ralentiza la aparición de la artrosis y mejora los signos de movilidad, aunque precisó que todavía se está lejos de experimentar con humanos.

Entre las moléculas ya ensayadas en ese animal figura la rapamicina, medicamento antirrechazo que se utiliza en humanos cuando se realizan trasplantes.

Además se barajan otras opciones, como la proteína Klotho, presente en el cuerpo humano. Mientras llegan los ensayos clínicos en personas, algo que todavía podría llevar años, ya se puede estimular la autofagia con la alimentación, vía el resveratrol, antioxidante que se puede encontrar en el vino tinto, algunas frutas y el chocolate.

Otra alternativa sería la espermidina, otra arma secreta antienvejecimiento, presente en el queso roquefort, indicó Patrice Codogno, especialista del INSIM.

Instituciones en las que se desarrolla

Nacido en 1945 en Fukuoka, Oshumi se doctoró en la Universidad de Tokio en 1974 e hizo un posdoctorado de tres años en la Universidad Rockefeller de Nueva York. Después volvió a la Universidad de Tokio, donde formó su equipo en 1988. Es profesor en el Instituto de Tecnología de Tokio desde 2009.

Al conocer la noticia, reaccionó con un ¡Ahhhh!, relató Thomas Perlmann, secretario general de la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska. También preguntó si podía salir del edificio en el que estaba, a lo que Perlmann respondió que tenía que estar preparado para recibir muchas llamadas telefónicas.

Me sorprendí. Estaba en mi laboratorio, contó el galardonado, que en declaraciones al canal japonés NHK dijo sentirse sumamente honrado. Es una alegría insuperable para un investigador, afirmó.

En coherencia con mis convicciones, quería hacer investigaciones que no hacían otros, explicó a la pregunta de por qué se centró en el estudio de la desintegración de proteínas y no de su composición.

“Ese campo no recibía mucha atención entonces, aunque sí recientemente.

Trabajo desde hace 27 años en el tema, pero no tengo la sensación de que lo haya entendido todo. Todavía hay mucho que descubrir y quiero seguir adelante con mi investigación, añadió.

El concepto de la autofagia surgió en los años 60, cuando los investigadores observaron que la célula puede destruir sus componentes envolviéndolos en membranas y formando vesículas que son transportadas para su degradación a un compartimento de reciclaje denominado lisososma. Christian de Duve recibió el Nobel por ello en 1974.