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Aprender a Morir

Otra hipótesis divina

U

n amable lector (78) que se encuentra en etapa terminal envía a este espacio el siguiente mensaje: La vida me ha concedido la oportunidad de dejar en condiciones razonables este mundo, cada día más oscurecido por la ambición y la inconciencia. Acepte este breve texto que una bondadosa amiga, preocupada por mi agnosticismo, me mandó y que intenta explicar la existencia de Dios. Quiero suponer que puede ser de utilidad a algunos de sus lectores, honestamente ocupados en su forma de estar y de terminar.

En el vientre de una madre había dos bebés, comienza el texto. “Uno preguntó al otro: ¿Tú crees en la vida después del parto? El otro respondió: Claro que sí. Tiene que haber algo después del parto. Tal vez estamos aquí para prepararnos ante lo que vaya a venir más tarde.

“Tonterías, dijo el primero. No hay vida después del parto. ¿Qué clase de vida sería esta? El segundo señaló: Yo no lo sé, pero quizá haya más luz que la que hay aquí. Tal vez podremos caminar con nuestras propias piernas y comer con nuestras bocas. Tal vez emplearemos otros sentidos que no sabemos aprovechar ahora.

“El primero contestó: Eso es absurdo. Caminar es imposible y comer con la boca, ¡ridículo! El cordón umbilical nos nutre y nos da todo lo demás que necesitamos. El cordón umbilical es demasiado corto, pero la vida después del parto es imposible. El segundo insistió: Mira, yo siento que hay algo y quizá sea diferente de lo que hay aquí. Tal vez incluso ya no necesitemos de este tubo físico.

“Rebatió el primero: Eso sólo lo supones. De haber realmente vida después del parto, entonces ¿por qué nadie jamás regresó de allá? El parto es el fin de la vida y en el posparto no hay nada más allá de la oscuridad, el silencio y el olvido. No nos llevará a ningún lugar.

“En realidad lo ignoro, dijo el segundo, pero probablemente vamos a encontrarnos con mamá y ella nos cuidará.Y el primero respondió: ¿Mamá?, ¿tú realmente crees en mamá? Eso es ridículo. Si mamá existe, ¿entonces dónde está ella ahora? Y el segundo respondió: Ella está alrededor nuestro. Estamos cercados por ella, de ella somos, es en ella que vivimos, sin ella este mundo no sería ni podría existir.

El primero repuso: si no puedo verla, entonces, por lógica ella no existe. Y el segundo expresó: a veces, cuando estás en silencio, si te concentras y escuchas puedes percibir su presencia y hasta escuchar su voz amorosa.