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Leonardo Cohen, esa persona tan cercana a todos nosotros
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Periódico La Jornada
Sábado 12 de noviembre de 2016, p. a16

Hineni, hineni
I’m ready, my Lord

Esa invocación selló su capítulo final, su despedida, su ajuste de cuentas, su nos veremos en el lado brillante de la Luna.

Hace dos sábados, el Disquero reseñó el álbum You want it darker, con el que Leonardo Cohen se despidió de este plano terrenal.

Dos días después de su muerte, su voz sigue resonando, de la exacta manera como lo vislumbró, el 21 de septiembre pasado, cuando Leonardo cumplió 82 años, el experto Bob Boilen, quien escribió: “en los últimos 25 años he notado que en cada disco su voz se vuelve cada vez más profunda, más grave, más oscura (deeper, en el original), hasta que llegue el momento en que grabe un disco con un sonido tan subsónico, tan subterráneo, que apenas podamos escuchar su voz. Estamos cerca de eso”.

Y ya ocurrió.

Su transfiguración, ocurrida la noche del jueves 10 de noviembre de 2016, confirmó su categoría de inmortal. Cerró el círculo. Y abrió nuevos.

Entre las muchas claves del disco póstumo, You want it darker, están las referencias a uno de sus libros favoritos: Book of Longing, El libro del anhelo, que publicó hace 10 años, donde leemos, por ejemplo:

He trabajado en mi trabajo
He dormido en mi sueño
He muerto en mi muerte
Y ahora puedo marcharme

Amor, soy tuyo
Como siempre lo he sido
Necesidad en el Espíritu
Y necesidad en el Agujero

Ahora que mi misión
Ha concluido:
Rezo para que me perdonen
Por la vida que he llevado

El Cuerpo que cacé
Me cazó a mí también
Mi anhelo es un lugar
Mi muerte es un velero

You want it darker coronó una trilogía formidable, que incluye los álbumes Popular Problems y Old Ideas, como la sumatoria, el resumen, la culminación de una trayectoria.

Esa trilogía fue el resultado del último periodo creativo de Leonardo, que comenzó cuando estaba recién ordenado monje budista y obligado por las circunstancias a regresar a los escenarios y los estudios de grabación.

Al igual que su mentor Bob Dylan (de quien dijo, por cierto, cuando le otorgaron recientemente el Premio Nobel de Literatura, que eso fue como darle un premio al Everest por ser el más alto), Cohen emprendió un neverending tour. Que resulta, efectivamente, un andar sin fin, pues la manera en que fue recibida la noticia de su muerte habla de un ser que no tiene fin y nunca tendrá:

Desde la noche del jueves, no dejamos de abrazarnos quienes nos sentimos privilegiados de la cercanía, muy íntima cercanía, de una persona, Leonardo Cohen, que no necesitamos tratar en persona para que nos sea tan íntimo, tan cercano, tan doméstico, tan de casa, tan entrañable y próximo porque su poesía, sus novelas, sus canciones, sus discos, nos acompañan desde siempre como una dulce compañía, que no nos desampara ni de noche ni de día.

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Ilustraciones de Leonardo Cohen incluidas en su Book of Longing

De su gira interminable surgió, además de la trilogía magistral ya mencionada, un disco igualmente íntimo, grabado precisamente en multitudes: Leonard Cohen Can’t Forget. A Souvenir of The Grand Tour, anunciado en portada con dos inéditos: Never Gave Nobody Trouble y Got a Little Secret, además de gemas raras y actuaciones íntimas.

Son 10 piezas invaluables, registradas en la Old Ideas Tour, entre julio y diciembre de 2012, en Denver, Colorado; Copenhague, Dublín, Quebec; Mönchengladbach, Alemania; Odense, Dinamarca; Nueva Zelanda; y Sydney.

Desde el inicio destila ironía, ternura, inteligencia, romance, galantería, masculinidad, sabiduría, con la pieza Field Commander Cohen, que comienza muy sacalepunta y termina rendido de amor y entona, simplemente:

oh my love, oh my love, oh
my love

Y joyas como La Manic, una de sus raras interpretaciones en francés, donde hace flotar versos de amor, su especialidad:

Parfois je pense à toi si fort
Je récrée ton âme et ton corps
Je te regarde et m’emerveille
Je me prolonge en toi
Comme le fleuve dans la mer
Et la fleur dans l’abeille

Y luego de decirle a su amada que piensa en ella, que recrea en su mente así su cuerpo y su alma, que la ve y se maravilla, se prolonga en ella como el río en la mar y como la flor en la abeja, se pregunta: ¿qué sucederá cuando yo ya no esté aquí/ mi hermosa, mi amor?:

Que deviennet quand j’suis
pas là
mon bel amour

El track siete es un tesoro también: Joan of Arc, en un dueto angelical con Hattie Webb, hermana de Charley, presentadas por Leonardo Cohen con todo orgullo como The Sublime Webb Sisters.

Las voces femeninas son sello distintivo, alma noble, esencia, fundamento de la música de Leonardo Cohen en todas sus etapas y en la parte culminante, este disco, esta trilogía, suenan ya como lo que han sido siempre: voces de ángeles, que ese es el sentido que supo imprimir ese señor tan simpático, tan noble, tan amado y siempre tan cercano y tan presente en todos nosotros: don Leonardo Cohen.

Hasta siempre, oh monje budista. Gracias por tanto.

Desde el fondo de mi corazón te diré siempre tres veces gracias gracias gracias.

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