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México SA

Trump va en serio

Paisanos en la mira

¿EPN tiene con qué?

S

i en Los Pinos y zonas aledañas insisten en que es necesario esperar muestras de buena voluntad del energúmeno que despachará en la Casa Blanca a partir del próximo 20 de enero, entonces tendrían que poner especial atención a las más recientes declaraciones de Donald Trump: lo que estamos haciendo es tomar a los criminales y a quienes tengan antecedentes, pandilleros, traficantes de drogas; probablemente sean 2 o incluso 3 millones; los vamos a sacar del país o los vamos a encarcelar.

Desde luego que no sólo la actitud, sino el volumen resultan espeluznantes, porque son mexicanos quienes integran la mayoría de la cifra considerada por el próximo presidente estadunidense, y la criminalización por él referida no sólo abarca las grandes ligas del crimen organizado, sino a simples personas de a pie que terminaron enchiqueradas por infracciones de tránsito (como el carecer de licencia para conducir o hacerlo en estado de ebriedad), escándalo o pelea callejera, y situaciones por el estilo, que los hace tener, bajo la estricta regla de los gringos, antecedentes con la justicia.

Oficialmente se conoce que más de 11 millones de paisanos viven en el vecino del norte sin documentos legales, de tal suerte que para abrir boca, mostrar músculo y que va en serio, Trump considera deportar y/o encarcelar a cerca de 30 por ciento de esa población, cuyo máximo delito fue buscar oportunidades en tierras ajenas, porque en las propias no había forma de sobrevivir. Y ese sería el comienzo.

Para dar una idea, esos 3 millones de paisanos representan una cifra apenas menor al río de mexicanos que emigraron a Estados Unidos durante el sexenio de Vicente Fox (3.2 millones, a razón de uno por minuto de estancia del ranchero en la residencia oficial). Durante su mandato, ese nefasto personaje llegó a presumir, en el descaro total, que México exporta jardineros de muy buena calidad, y así, de modo dicharachero, pretendía suavizar el terrorífico hecho de que nuestro país se convirtió en el primer expulsor de mano de obra de América Latina y buena parte del planeta.

¿Algún gobierno hizo algo para detener ese río de gente y mejorar las condiciones internas para que no emigraran? Ninguno, y si algún evento lo contuvo fue la brutal crisis económico-financiera en Estados Unidos que reventó a partir de 2007, es decir, el famosísimo catarrito, de acuerdo con la lectura del calderonato.

Días atrás la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, dijo que es necesario encontrar puntos de coincidencia y un espacio de diálogo con el gobierno de Trump. Además, según ella, el país está preparado para el eventual regreso masivo de paisanos. ¿En serio?

¿Qué hará el gobierno peñanietista cuando ese río de mexicanos vengan de regreso, y no por su gusto? ¿Empleo, salud, educación, vivienda, servicios, etcétera, etcétera? ¡Si para los de aquí no tienen la menor idea de cómo satisfacer sus necesidades! Allá no pocos paisanos obtienen salarios por debajo de los que se pagan a los estadunidenses por la misma labor, pero aun así nuestros emigrantes ganan diez veces más que en su propia tierra.

¿Peña Nieto, Meade, Navarrete Prida, los empresarios autóctonos y conexos les ofrecerán salarios como los que obtenían en Gringolandia? Desde luego que no, y en el mejor de los casos –siempre si logran colarse al mercado formal mexicano– los paisanos deportados obtendrían entre 73 y 146 pesos por día, es decir, de 3.5 a 7 dólares por jornada laboral de ocho horas (si es que el tipo de cambio deja de caerse), porque ese es el nivel salarial que ofrece el grueso de las plazas nuevas y/o formalizadas que tanto presumen en el gobierno peñanietista. Entonces, ¿de dónde sacarán 3 millones adicionales de plazas laborales y, además, bien pagadas?

Entonces, harán los que hicieron con Obama (otro amigo y socio que deportó a millones de inmigrantes), es decir, nada. Acatar y callar.

Otro problema para las finanzas nacionales (y para los grupos privados que lucran, y de qué forma, con las remesas de los paisanos) es que con el trumpazo mermaría considerablemente la captación de dólares enviados por los mexicanos de allá. En este sentido, de acuerdo con el Banco Mundial, México ocupa el escalón número cuatro entre los principales receptores de remesas en el mundo, sólo por abajo de India, China y Filipinas, al tiempo que la frontera México-Estados Unidos es catalogada como el primer corredor de inmigración en el planeta.

Paradójicamente los expulsados de su tierra se han convertido en uno de los pilares más sólidos de la balanza de pago y de la economía familiar, porque llueva o truene no dejan de enviar dinero a sus familias en México, amén de que no ponen condición alguna. ¿De qué tamaño es esto?

Pues bien, de acuerdo con las cifras oficiales, en lo que va del siglo XXI los paisanos han enviado remesas por más de 370 mil millones de dólares. De ese monto, alrededor de 138 mil millones corresponden al sexenio foxista; 144 mil millones al calderonista y el resto al peñanietista. ¿Alguno de esos tres gobiernos hizo algo para mejorar las condiciones económicas internas y promover el eventual regreso de los expulsados de su tierra? Absolutamente nada; de hecho, hicieron de todo, pero para empeorarlas. Sin embargo, cada periodo electoral el gobierno y los partidos políticos andan como perros tras el voto de la paisanada.

Distintas voces de la política mexicana, igual de inconscientes que de fatuas, se manifiestan por dar el beneficio de la duda a Donald Trump, pues creen –como si fuera un cuento– que el energúmeno finalmente se civilizará, actuará razonablemente y será un digno representante del pueblo estadunidense. Pues sí. Palabras más o menos, eso mismo dijo Arthur Chamberlain, el ministro británico de asuntos exteriores, con su política de apaciguamiento de las pretensiones fascistas de Hitler y Mussolini. El resultado es conocido.

Y de cereza, desde Los Pinos se presume que se utilizarán todas las herramientas diplomáticas que tenemos a la mano, porque a Estados Unidos le conviene tener una buena relación con México, o lo que es lo mismo, pégame pero no me dejes. De ese tamaño el pánico.

Las rebanadas del pastel

¿Cara dura o inconsciencia? Los voceros oficiales y los oficiosos destacan que el peso se recupera, porque ahora el billete verde se vende a 21.13 bilimbiques (cierre de ayer en Bancomer). Qué bueno, pero cuando Peña Nieto se instaló en Los Pinos se vendía a 13 por uno. Entonces, ¿se recupera?

Twitter: @cafevega