Opinión
Ver día anteriorMartes 29 de noviembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

La OCDE recorta estimación de crecimiento

Gurría sueña con el despegue

México padece...

E

nrique Peña Nieto (EPN) cierra su cuarto de año de estancia en Los Pinos igual que cuando llegó a mover a México; es decir, con otro recorte a la estimación de crecimiento económico, acción constante en los 48 meses transcurridos desde que se instaló en la residencia oficial. Y el asunto se torna más delicado pues, desde ya, los tijeretazos incluyen la de por sí escuálida perspectiva para 2017 y 2018.

Oficialmente, el próximo jueves EPN arranca el último tercio de su mandato y nada indica que este tramo sería mejor que los dos previos. De hecho, los especialistas en la materia apuntan hacia un mayor deterioro, producto no sólo de la era Trump, sino de las propias, cuan desgastadas condiciones internas; es decir, de los graves problemas estructurales que reporta el país a los que la geniocracia siempre ha calificado de coyunturales.

Con Peña Nieto y sus brillantes muchachos de Hacienda la economía nacional es igual al burro de la noria; es decir, acumulan cuatro años dando vueltas sobre su mismo eje y, por lo mismo, con idénticos resultados. Eso sí, por discursos no han parado, pero éstos siempre se topan con la señora que más odian: la realidad.

Tijeras en ristre, organismos y consultores nacionales e internacionales, académicos, empresas especializadas y muchos más, recortan, un día sí y el siguiente también, la siempre alegre estimación oficial en materia de crecimiento económico mexicano. Incluso los más amigos de México han decidido seguir por esa ruta.

Pero a ese gran amigo del país, el actual secretario general de la OCDE, José Angel Gurría, no le alcanzaron los cientos de porras, piropos y flores por él lanzados a EPN y a su ex ministro del (d) año (algo constante en sus alegres discursos a favor de México) para impedir lo que la organización a su cargo se vio en la penosa necesidad de anunciar ayer: otro recorte a su estimación sobre el crecimiento económico de nuestro país.

Como es más barato en paquete, el tijeretazo incluyó el cierre para 2016 y las perspectivas para 2017 y 2018; o sea, justo el trienio en el que (según el machacón discurso de Gurría) México despegaría, dejaría atrás la inercia de tres décadas y registraría el mayor crecimiento del sexenio peñanietista, pues funcionarían a plenitud las exitosas reformas estructurales impulsadas por el susodicho y aprobadas por el Congreso del ídem. Y esa, soñaba el tamaulipeco, sería la mejor herencia del actual inquilino de Los Pinos

Pero bueno, más allá de los sueños húmedos de Gurría, la organización que encabeza anunció ayer que si bien van las cosas la economía mexicana crecería 2.2 por ciento en 2016 (un año atrás pronosticó 3.1 por ciento); 2.3 por ciento en 2017 (llegó a estimar que sería de 3 por ciento), y el broche de oro, 2.4 por ciento en 2018, último de Peña Nieto en Los Pinos. Todo, desde luego, con las reformas en plena operación.

De ser correcto el pronóstico más reciente de la OCDE (que puede ser peor en la realidad), en el sexenio peñanietista la tasa anual promedio de crecimiento a duras penas sería de 2.1 por ciento, apenas por arriba de la registrada en el gobierno calderonista (1.9 por ciento) y ligeramente inferior a la reportada en tiempos foxistas (2.3 por ciento). De ese tamaño es el éxito económico en lo que va del nuevo siglo.

Según la OCDE la economía mexicana ha resistido la brusca caída de los precios del petróleo, el débil crecimiento del comercio mundial y el esperado endurecimiento de la política monetaria de Estados Unidos, al tiempo que subrayó que la demanda interna sigue siendo el principal factor que alienta la actividad económica, todo ello en un contexto de choques externos desfavorables y la incertidumbre por la futura política de Estados Unidos tras la elección del republicano Donald Trump. A ello se suma la posibilidad de que se tengan reducciones adicionales en la producción de crudo y una confianza empresarial e inversión privada más débiles.

Parece que la OCDE olvidó que con Fox y Calderón en Los Pinos –la espeluznante docena trágica panista– México registró no sólo los precios petroleros más elevados, sino la mayor cota de extracción y exportación, con los consecuentes cuan voluminosos ingresos excedentes, que a estas alturas nadie se atreve a preguntar ¿dónde quedaron?, por mucho que todos sepan a qué se destinaron. Lo mejor del caso es que en no pocas ocasiones Gurría celebró en público que las finanzas públicas mexicanas ya se despetrolizaron.

Ante la advertencia de la OCDE el gobierno peñanietista de nueva cuenta se enjabonó para que todo le resbale. Dijo el heredero del ex ministro del (d) año, José Antonio Meade que la Secretaría de Hacienda “estará pendiente, vigilante al desarrollo de los acontecimientos. Y siguió la fiesta.

Pero por mucho que a la Secretaría de Hacienda le resbale, otro elemento a considerar es la advertencia del Banco de México: la economía nacional está en fase de desaceleración, que se puede acentuar en 2017, todo ello aderezado con una mayor presión inflacionaria. Y lo subraya una institución cuyo gobernador ha pecado de cauto a la hora de hacer declaraciones en torno a la situación interna, porque todos los males los atribuye a factores externos.

Como lo publicó La Jornada el pasado sábado, con la firma de Roberto González Amador, la actividad económica del país registra tasas de crecimiento por debajo de su potencial y se encuentra en una fase de desaceleración que incluso podría acentuarse en 2017, aseguró el BdeM, un par de días después de que la Secretaría de Hacienda decidió mantener sus previsiones de crecimiento para este año.A la pérdida de dinamismo se añaden mayores presiones inflacionarias y una situación inusual de incertidumbre sobre las perspectivas de la economía derivada de factores externos, afirmó Javier Guzmán Calafell, subgobernador del banco central. En este contexto, se espera que la economía mexicana muestre un crecimiento moderado en 2016, aunque inferior al del año previo, cuando fue de 2.5 por ciento.

Entonces, de mal en peor, pero con piropos, porras y flores de Gurría.

Las rebanadas del pastel

Con todo, el inquilino de Los Pinos no pierde el buen humor y cuenta chistoretes: el PRI ganará para que los próximos años sean de construcción, no de destrucción; para no regresar a modelos obsoletos y caducos; para mantener la certidumbre y estabilidad y no retornar al estancamiento. ¡Juar, juar!…. Y el dólar, a 20.95 pesitos.