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Alerta de género: camino equivocado

F

uertes se oyen las voces femeninas exigiendo al gobierno la declaración de alerta de género concebida por ese sector como una esperanza para acabar con los feminicidios. Está muy bien y están en todo su derecho, porque no es justo desde ningún ángulo que se maltrate –y menos que se quite la vida– no sólo a las mujeres, sino también a las niñas y a las personas con discapacidades, los sectores más vulnerables.

Da la impresión de que se percibe la alerta de género como la panacea contra la violencia ejercida contra las féminas, razón por la cual, ante los frecuentes asesinatos reclaman una y otra vez a la autoridad que se declare de una vez por todas ese instrumento. Sin embargo, no vaya a suceder que, formulada la declaración, persista el maltrato y el derramamiento de sangre. ¿Qué es, pues, la alerta de violencia de género contra las mujeres? Según páginas de Internet, “a través de éste se instauran en un territorio determinado las acciones necesarias para garantizar el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia. Este mecanismo es una estrategia de prevención única en el mundo y un catalizador para combatir los contextos de violencia contra las mujeres, generados por arraigadas prácticas y estereotipos sociales. Entonces habría que preguntar: ¿no hay ya acaso mecanismos legales para garantizar el derecho de hombres y mujeres a una vida libre de violencia? ¿No hay instrumentos que castiguen los asesinatos en general, sean contra mujeres u hombres? ¡Claro que los hay!

Y si los hay, ¿por qué no los hacen respetar las autoridades? ¿Qué hace pensar que por tratarse de mujeres sí se cumplirán? Habría que tener claro que la violencia se deriva de la impunidad; todos los días hay asesinatos, pero no hay detenidos; no se habla de procesados, como tampoco aparecen los sentenciados. Pueden seguir creando decenas de leyes, pero mientras no se cumplan, no se detendrá la violencia contra ninguno de los dos géneros; la alerta de marras tendría que ser aplicada por los mismos que no aplican las leyes contra la violencia en general ya existentes.