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Acuden representantes de la comunidad musulmana en España por quienes alzó la voz

El funeral de Juan Goytisolo fue laico y sencillo, como dispuso el escritor catalán

Cómo expresar la dicha que me embargaba, apátrida, ajeno al redil de los puros, sentía la alegría un ochentón liberado de los grillos que le encadenaban..., escribió en uno de sus libros

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El féretro con los restos mortales de Juan Goytisolo es conducido al cementerio de Larache, localidad cercana a Tánger y a unas seis horas de la ciudad que fue su último refugio; en la lápida sólo hay una pequeña inscripción: Juan Goytisolo. Escritor. Barcelona 1931-Marrakech 2017Foto Efe
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 6 de junio de 2017, p. 5

Madrid.

El funeral del escritor catalán Juan Goytisolo, fallecido el domingo en Marrakech, se efectuó como él dispuso: sin ceremonias religiosas, sin actos grandilocuentes, sin homenajes megalómanos y con un sencillo y laico adiós.

En la lápida del cementerio de Larache, localidad cercana a Tánger y a unas seis horas de la ciudad que fue su último refugio, sólo hay una pequeña inscripción que reza: Juan Goytisolo. Escritor. Barcelona 1931-Marrakech 2017.

Ahí descansará junto a la tumba de un escritor que fue uno de sus amigos y referentes: el también catalán Jean Genet, pensador crítico e iconoclasta, así como estudioso del mundo árabe que también eligió ser enterrado en Marruecos.

Goytisolo murió sin hacer ruido. La enfermedad que lo tuvo postrado en la cama y sin hacer apenas apariciones públicas lo fue consumiendo de manera paulatina. Su deceso no fue una sorpresa para sus seres más queridos, incluidos sus hijos adoptivos, sus amigos más íntimos, sus editores y cómplices intelectuales, los cuales sabían que entre las peticiones expresas de Goytisolo había dos que se debían cumplir a rajatabla: que fuesea una ceremonia laica, sin oficios religiosos ni nada parecido, así como sencilla y breve.

Y así fue. En el cementerio de Larache, el único laico del país, después de viajar seis horas en automóvil desde Marrakech, fue depositado el féretro en el nicho que ya había adquirido Goytisolo. Estaba todo dispuesto por un hombre que sabía se acercaba su fin.

Y decidió estar cerca de Jean Genet, intelectual incomprendido en la España franquista y posfranquista, pensador irreverente, quien siempre mantuvo firme la crítica al poder y a las camarillas literarias y, además, homosexual como el propio Goytisolo en una época que se sancionaba con pena de prisión.

Leen fragmentos de su obra

En el entierro de Juan Goytisolo, premios Cervantes 2014 y Juan Rulfo 2004, tampoco hubo banderas ni honores grandilocuentes. Lo único que sí permitió fue que se leyeran algunos fragmentos de su obra, que es su gran legado para la literatura.

Por eso sus amigos y familiares leyeron parte de sus libros más íntimos o celebrados, sobre todo sus textos autobiográficos, como Juan sin tierra, donde escribió: El expatriado ha orientado sus pasos por el laberinto de la Alcazaba, cruzado jardines y espacios verdes del Marshan, alcanzado la plaza de la Maternidad y zigzagueado hasta el mirador altivo de la Jatifa. Un sol indulgente, cordial, invita a sentarse en las mesas distribuidas en la pendiente a lo largo de las terrazas floridas: nidos de espeso verdor, a cobijo de toda mirada indiscreta, en los que solitarios, grupos, parejas, fuman, leen, divagan, paladean un té con menta ovillados en la tibieza y ociosidad, leyó su amigo y escritor José María Ridao.

A su despedida, además de sus amigos, también acudieron representantes de la comunidad musulmana en España, que siempre sintieron el respaldo de un intelectual punzante que recriminó a la sociedad española el racismo y la discriminación con la que trataba y trata a los migrantes de origen africano que trabajan en los huertos de cultivo del sur de España. Y que también alzó la voz cuando hubo las grandes explosiones de racismo en El Ejido, cuando en 1998 poblaciones enteras de lugareños salieron a las plazas públicas a linchar árabes y musulmanes, porque un ciudadano de esa condición había sido el presunto autor de la violación de una mujer.

Goytisolo levantó la voz y por eso acudieron a darle el último adiós representantes de la comunidad musulmana en España, que además siempre le agradecieron su arduo trabajo para tender puentes entre las dos orillas.

En la ceremonia luctuosa también habló Lola López Enamorado, directora del Instituto Cervantes de Tetuán, quien leyó otro fragmento de la obra del autor catalán: Cómo expresar la dicha que me embargaba, apátrida, ajeno al redil de los puros, sentía la alegría un ochentón liberado de los grillos que le encadenaban a unos principios de noble fachada a los que se había opuesto sin éxito a lo largo de su vida. Libre de ser un individuo a secas, no el miembro de una tribu, de disentir de la unanimidad castiza y de poner letra a la música consensual del día, miraba y remiraba la opaca masa de nubes que cubrían el estrecho y velaba la vista desde la otra orilla. Me había ganado el pulso el derecho de ser yo mismo sin redil alguno, tanto y tanto esfuerzo de trabajo diario y tantas y tantas páginas escritas: tanto y tantos, tantas y tantas páginas tachadas rehechas para zafarme de lo que me constreñía.