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Mentiras como política

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Kyle Chapman, presidente del grupo texano Alt-Knights, que apoya al presidente estadunidense, Donald Trump, es detenido por sus correligionarios cuando pretende agredir a Nevin Kamath, quien es detractor del mandatario y participaba en una manifestación para exigir que el magnate sea sometido a un juicio políticoFoto Ap
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o es accidental la mentira y la descalificación de los medios, es la política del régimen de Trump; tiene un propósito claro: anular la diferencia entre la falsedad y la verdad. Para eso, entre otras cosas, se requiere una guerra frontal contra los medios noticiosos y sustituirlos con propaganda.

Es un momento vital y peligroso para el periodismo.Justo ante esta ofensiva, los medios están en tal vez su momento mas frágil, sobre todo los periódicos. En los últimos 15 años en Estados Unidos, el personal de los periódicos se ha reducido en más de la mitad, de 412 mil a 174 mil. Varios periódicos han desaparecido, otros han sido obligados a recurrir, múltiples veces, a despidos masivos. Las redacciones están semivacías, llenas de fantasmas de fotógrafos, reporteros, editores, técnicos que hace muy poco estaban dedicados a informar sobre qué pasaba, a nutrir eso que dicen que es vital para una democracia: una ciudadania informada y consciente.

Esta crisis no se limita a Estados Unidos, como tampoco la ofensiva política contra los medios. Varios medios importantes han desaparecido o están por desaparecer, a veces por la crisis del sector, a veces por razones políticas. Esta semana Al Jazeera está enfrentando su posible fin por la presión de gobiernos árabes ultraconservadores hacia Qatar, país en que se encuentra la emisora. En otros países la violencia contra los periodistas y sus medios se intensifica y ha llevado a consecuencias mortales como con enorme dolor e ira. Lo sabemos demasiado bien en casa. La conversación obsesiva en el mundo periodístico es como defender los medios justo en momento que su labor es más vital que nunca.

Vital ahora porque separar la falsedad de la verdad, el trabajo elemental del periodismo, es cada vez más difícil. En Estados Unidos, la estrategia oficial es borrar esa separación. Nadie semiconsciente se sorprende de que los políticos mienten. El legendario periodista I.F. Stone decía que lo primero que tiene que saber cualquier estudiante de periodismo son tres palabras: todo gobierno miente. Pero aquí y ahora hay algo de otra magnitud, esto se trata de una estrategia aún más peligrosa.

Se ha comentado mucho sobre el volumen de mentiras de este presidente y su gente, y de su agresión, incluso provocando enfrentamientos violentos, contra los periodistas. El New York Times publicó un artículo por dos de sus reporteros, intentando registrar cada mentira de Trump desde que llegó a la Casa Blanca, la frase y la fecha, lo cual ocupó una plana entera del rotativo (https://www.nytimes.com/interactive/ 2017/06/23/opinion/ trumps-lies.html?_r=0), afirmando que Trump mintió o dijo falsedades al público cada día durante sus primeros 40 días como presidente. “Simplemente no hay precedente para un presidente estadunidense dedicar tanto tiempo en decir no verdades…. Está intentando crear un ambiente en que la realidad es irrelevante”, escribieron los autores.

A veces las falsedades llegan a extremos cómicos: una portada de la revista Time fechada el primero de marzo de 2009 con la imagen de Trump esta encuadrada y colocada en por lo menos cinco de los clubes del magnate, reportó recientemente el Was­hi n gton Post. El problema: no hay edición de la revista con esa fecha, ni Trump ocupó ninguna de las portadas de esa revista ese año.

No es sólo el volumen, sino su repetición una y otra vez, junto con lo que se ha vuelto consigna permanente de esta presidencia contra casi todo medio que no se subordine a la linea oficial: fake news (noticias falsas). Después de lanzar insultos contra dos presentadores de MSNBC esta semana, el presidente difundió este domingo por su cuenta oficial de Twitter un video elaborado aparentemente por un simpatizante usando imágenes de una actuación de Trump donde simula golpear al jefe de la federación profesional de lucha libre, grabado en 2007. Pero en el video, se colocó el logo de la cadena noticiosa CNN sobre el rostro de la persona que Trump finge golpear (https://twitter.com/realDonaldTrump/ status/881503147168071680).

Como respuesta, CNN afir­mó: Es un día triste cuando el presidente de Es­tados Unidos alienta la violencia contra los reporteros. Condenó su comportamiento juvenil muy por debajo de la dignidad de su puesto y afirmó que nosotros continuaremos haciendo nuestra labor. Él debería empezar hacer la suya.

El Comité de Protección de los Periodistas declaró que este tipo de mensaje en contra de periodistas o medios fomenta un ambiente en que el hostigamiento y hasta ataques físicos sean considerados aceptables; y que esta retórica, por parte de la Casa Blanca, no sólo socava el trabajo de los medios en Estados Unidos, y lo hace más peligroso, sino que enaltece a líderes autocráticos alrededor del mundo.

Pero desde hace mucho, Trump declaró a los medios como enemigos del pueblo.

Un amigo filósofo y abogado circuló un ensayo sobre Hannah Arendt, citando su estudio de regímenes totalitarios, en que señalaba que las masas habían alcanzado un punto donde podían, al mismo tiempo, creer todo y nada; creer que todo era posible y que nada era verdad. Los líderes de tales regímenes sabían que la repetición de falsedades era clave, incluyendo obligar a los subordinados de un gobernante de hacerlo, no sólo para consolidar su complicidad, sino para establecer el pleno poder sobre ellos. El resultado de la sustitución consistente y total de mentiras por verdades objetivas no es que la mentira ahora será aceptada como verdad y la verdad difamada como mentira, sino que el sentido con que tomamos nuestras referencias en el mundo real, y la categoría de verdad contra falsedad está entre los recursos mentales para este fin, se está destruyendo, escribió Arendt.

Es un momento en que los periodistas conscientes no pueden caer en trampas, ni fomentar divisiones, y mucho menos traficar en hechos alternos o mentiras. Sobre todo donde se tiene que entender qué está en riesgo, y quién es el enemigo real de este gremio. Es momento de definición y, como dice una vieja y gran canción sindical minera: Aquí no hay neutrales. ¿de que lado estás?