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Penultimátum

Vicisitudes de un rey emérito

E

n febrero de 2014, el canal más visto de la televisión francesa estrenó en horario estelar el documental Yo, Juan Carlos I, rey de España. En él, el ex monarca refiere los hechos fundamentales ocurridos durante sus 40 años de mandato.

El documental lo dirigió el cienasta Miguel Courtois y aunque fue coproducido con la Radio Televisión de España, RTVE, ésta se negó a transmitirlo a pesar de que los medios galos lo calificaron de ‘‘excepcional’’.

No sorprende que RTVE actuara así, pues durante el gobierno de Mariano Rajoy dejó de ser vocera de la sociedad española. Han pasado más de cuatro años de ese acto de censura y Rajoy dejó su cargo rodeado del repudio mayoritario de la ciudadanía por los actos de corrupción de su partido y su gobierno.

Pero hay un personaje al que siempre estuvo ligado y que ha reaparecido: Juan Carlos I. Y para mal. En una conversación telefónica grabada por los servicios de seguridad del Estado, la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, quien fue amante del ex monarca, afirma que éste guarda parte de su fortuna en paraísos fiscales y a nombre de ella. Lo acusa además de haberle prometido matrimonio con el único fin de recuperar su dinero. El escándalo político y mediático es mayúsculo.

Mucho se ha especulado sobre la inmensa fortuna del rey emérito. Éste asegura que la heredó de su padre. Pero todo apunta a que es fruto de negocios hechos a la sombra del poder.

Aunque el actual gobierno socialista quiso restar importancia a las revelaciones de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, finalmente intervino por exigencia de varios partidos políticos en el Congreso. Ya sin fuero, Juan Carlos I puede ser imputado por evasión fiscal, cobro de comisiones y lavado de dinero.

Netflix, que cosecha premios por su series sobre Isabel II de Inglaterra y Donald Trump, busca producir una sobre el ex monarca.

De llevarla a cabo, no podrán censurarla como a la que hizo la televisión francesa, y mostrará el lado oscuro de la casa real de España.