15 de diciembre de 2018     Número 135

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Morelos

Cultivando la práctica educativa

Andrés Valentín Martínez Téllez Pasante de ingeniero hortícola, Universidad Autónoma del Estado de Morelos 
María de Jesús Ordóñez  [email protected]  Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, unam-Cuernavaca


Dentro del huerto educativo se gestan capacidades de transformación. FOTOS: Andrés Martínez

Los huertos son espacios educativos de transmisión de enseñanzas que crean conciencia en la sociedad sobre la importancia vital de cuidar a la madre naturaleza, mejorar el medio ambiente y rescatar la memoria colectiva al promover la interacción e intercambio de saberes tradicionales sobre las plantas y el lugar de donde provienen.

Sin importar su tamaño ni el número de plantas que lo integren, en el huerto lxs niñxs aprenden a valorar la naturaleza, a observar el crecimiento de los vegetales, a cuidarlos, a cultivarlos, a conocer sus propiedades alimenticias, medicinales, ornamentales, mágicas y rituales. Ese contacto directo con la naturaleza mejora su estado emocional y estimula su aprendizaje mediante el uso de los sentidos, al experimentar olores, colores, sabores y texturas. 

Asimismo, en el huerto se despierta la creatividad para adaptar espacios y especies, según las necesidades, las herramientas, los conocimientos y el interés particular por cultivar algunas plantas.  De ahí que además de generar conocimiento, los huertos crean comunidad a través de la convivencia, la colaboración, el intercambio y la solidaridad.

Si bien en el estado de Morelos los huertos cuentan con una larga historia, son pocos los huertos educativos que existen en la entidad en los diferentes niveles de educación básica. En la ciudad de Cuernavaca, por ejemplo, algunas escuelas privadas han introducido huertos demostrativos que a través de sus propios métodos educativos enseñan a sus alumnos la importancia ambiental que genera producir sus alimentos.


En el huerto aprendemos a valorar la naturaleza, a observar el crecimiento
de los vegetales, a cuidarlos y conocerlos.

En las universidades públicas también existen algunos de estos espacios, como el Huerto Educativo/Comercial de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, sede Chamilpa, que ofrece recorridos a grupos de estudiantes externos de diferentes grados, apoya con empleos temporales en el manejo del huerto a los estudiantes y pone a la venta sus productos.

La Facultad de Ciencias Agropecuarias y el Centro de Investigación en Biodiversidad y Conservación (cibyc) cuentan con huertos educativos, e incluso en este último se imparten talleres ecológicos.

A iniciativa de los alumnos de la Universidad Pedagógica Nacional, sede Galeana, se generó un programa de educación ambiental participativa, donde se cultivan plantas medicinales y se hace extensivo a la comunidad el conocimiento de su uso. De igual manera, la Universidad Fray Luca Pacioli imparte cursos y promueve la creación de huertos familiares.

La Secretaría de Desarrollo Sustentable de Morelos recuperó espacios públicos en Cuernavaca y Cuautla para instalar en ellos pequeños huertos comunitarios, ofreciendo talleres gratuitos para el cultivo de plantas comestibles, aromáticas y medicinales. El Jardín Etnobotánico de Acapatzingo también ofrece talleres abiertos al público sobre elaboración de abonos y repelentes naturales para las plantas.

El Huerto Tsunuun, por otro lado, es una comunidad de aprendizaje para la vida, como sus mismos integrantes se definen: vinculan y construyen relaciones interpersonales con el propósito de crear procesos más conscientes y dinámicos de crecimiento y apoyo colectivo. Sus sistemas hidráulicos son sustentables y sus espacios son creados con técnicas ecológicas de construcción. Ahí se aplican los principios de la permacultura, una disciplina dedicada al diseño ecológico de áreas productivas capaces de sustentar de un modo integral a familias, comunidades e incluso regiones, reciclando nutrientes y residuos, así como aprovechando al máximo la energía de bajo consumo, con base en los siguientes principios: tenencia de la tierra y gobernanza comunitaria; administración sostenible de la tierra y la naturaleza; construcción ecológica; herramientas y tecnologías adecuadas; educación y cultura; salud y bienestar espiritual, además de finanzas y economía justa.


El huerto ofrece a quienes se ocupan en él bases para la
alimentación, la organización y la adaptación evolutiva.

Por su parte, El Fresno constituye otro espacio productivo sustentable y saludable, diseñado con permacultura, amor, respeto por la naturaleza y por el ser humano. Cuenta con una pequeña biblioteca y realiza actividades lúdicas para grupos de todas las edades. A través de talleres sobre educación ambiental y ecología, se aprende a elaborar compostas, métodos de cultivo orgánico, fertilizantes naturales, productos de higiene personal, comida saludable y remedios caseros obtenidos directamente del huerto. 

En el estado de Morelos el número de huertos educativos que se han expandido a las aulas escolares y los espacios comunitarios es reducido; por ello es importante hacer un llamado a los docentes, organizaciones sociales, ciudadanos e instituciones para trabajar en la promoción de los huertos.

Se trata de ir más allá de los programas sociales paternalistas, con el fin de ver a los huertos educativos como espacios que se abren a la comunidad para desarrollar la enseñanza de valores humanos a partir del trabajo y la convivencia con los ciclos naturales de la naturaleza en general, retomando aprendizajes a través de la ciencia y la cultura, educando a quienes se introducen en su conocimiento con enfoques sustentables y ecológicos que enfrentan los retos actuales, como el calentamiento global, la contaminación, la deforestación y el cambio climático, entre otros.

El huerto lleva la educación a círculos incluyentes simples, pues como sostenía Paulo Freire, “la práctica educativa es todo esto: efectividad, alegría, capacidad científica y dominio técnico al servicio del cambio”. Dentro del huerto educativo se gestan capacidades de transformación social a niveles planetarios, ya que ofrece a quienes se ocupan en él bases para la alimentación, organización en su manejo y adaptación evolutiva.

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