18 de mayo de 2019 • Número 140 • Suplemento Informativo de La Jornada • Directora General: Carmen Lira Saade • Director Fundador: Carlos Payán Velver

Morelos

La “creación” de municipios indígenas:
otra estrategia de abuso

Luis Miguel Morayta Mendoza  Centro INAH Morelos-PNERIM

Ex gobernador Graco Ramírez y su invitada Rigoberta Menchu en la conmemoración de la
promulgación del municipio Indígena de Caotetelco, ambos ataviados con plantas y
escapularios usados en rituales terapéuticos. Luis Miguel Morayta Mendoza

Sería muy difícil relatar en este espacio el proceso que llevó a cuatro pueblos del estado de Morelos a ser promulgados municipios indígenas. Solo mostraremos algunos de los hechos más importantes. Durante su campaña electoral al gobierno morelense, Graco Ramírez tomó como bandera la creación de municipios indígenas. Si bien, había este deseo en varios pueblos originarios, los objetivos del gobierno de esta municipalización no eran los mismos que los de los pueblos. Al gobierno de Morelos se sumaron algunos presidentes municipales, miembros del Congreso local, empresarios y funcionarios, quienes implementaron todo tipo de estrategias y presiones, algunas en franco abuso del poder, para que se crearan los municipios indígenas en Xoxocotla, Tetelcingo, Coatetelco y Hueyapan.

Una historia secuestrada

Los pueblos originarios morelenses han luchado desde la conquista española por tener en sus manos el manejo de sus recursos, su tradición cultural y el destino de sus vidas. En el siglo XVI y en adelante, estos pueblos se presentaban ante los tribunales a denunciar el robo de sus tierras y aguas por parte de hacendados y otros depredadores. Hubo casos en que las comunidades indígenas ganaron los juicios. La extraordinaria participación de los pueblos originarios en la Revolución Zapatista de 1910 fue la base de este movimiento. Los conflictos siguieron en todo los siglos XX y XXI. Habría que destacar dos muy importantes movilizaciones sociales, como antecedentes a la municipalización indígena.

En la primera mitad del siglo XX, Xoxocotla y Tetelcingo, ante la desarticulación de la educación pública escolarizada como efecto de la lucha armada zapatista, construyeron sus procesos educativos básicos propios para apoyar la vigencia de su tradición cultural indígena incluyendo su lengua. Luego, los gobiernos estatal y federal les confiscaron el control de sus procesos de educación, y como consecuencia, en estas comunidades se fortaleció el anhelo de tener el control de la administración pública y la preservación de su tradición cultural frente a las cabeceras municipales y otros grupos de poder. Este anhelo aumentó en la década de los setenta, cuando se intentó construir un aeropuerto en los terrenos de Xoxocotla y también en los de Tetelcingo. Estos pueblos se opusieron y no permitieron que el aeropuerto se realizara. La resistencia les costó enfrentar todo tipo de represiones, estados de sitio, violencia, fabricación de delitos, destierro y hasta cambios en el estatus de la administración de gobierno, al grado de convertirlos en delegaciones, con lo que perdieron aún más autonomía. Pero el anhelo aludido se grabó en la conciencia colectiva y se tradujo en la una aspiración de crear municipios indígenas libres. Esto mismo pasó en la comunidad de Hueyapan, que tenía grandes conflictos con la cabecera municipal por el agua y por el control de la administración del gobierno local. Esta cabecera, Tetela del Volcán, obligó a Hueyapan a firmar un documento en el que renunciaba, en la primera mitad del siglo XX, al derecho de gobernar el municipio.

Entre anhelos y codicias

En la campaña y luego en la administración de Graco Ramírez se secuestraron estas historias y anhelos, las volvieron promesas oficiales. Hacia el final de su mandato se aceleró el proceso hacia la promulgación de los cuatro municipios indígenas señalados. Había que palomear las promesas para mostrar ser un gobernante digno de ser candidato a la presidencia de la República. Al mismo tiempo, se fue haciendo claro que las intenciones del gobernador, de algunos diputados locales y presidentes municipales eran muy diferentes a los anhelos de los pueblos. Todos los mencionados se negaban a explicar satisfactoriamente ¿por qué se estaban convirtiendo a municipios a un solo pueblo, a la vez, y no a varias comunidades en un solo municipio, aun con discontinuidad territorial, como lo llegaron a proponer algunos pueblos?, ¿por qué no se explicó satisfactoriamente a las comunidades, las implicaciones de convertirse en municipios?, ¿por qué solo a cuatro pueblos se les promulgaba a ser municipios indígenas cuando hay muchos más?

Quienes no querían que se crearan esos municipios indígenas porque afectaban sus intereses hacían algunos esfuerzos para revisar estos procesos. Se descalificaba a los pueblos y sus anhelos con argumentos tan increíbles como que el uso de relojes y automóviles impedía reconocer a la gente como indígenas. Se les acusaba de querer aparecer como indígenas cuando en sus pueblos ya no se tenían el 80% de hablantes del náhuatl para ser considerados indígenas. Las comunidades aludidas buscaron en las leyes el fundamento de lo que define a los pueblos como indígenas. Lo encontraron en la Constitución, en el tratado 169 de la OIT, en la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Morelos, entre otros. Todas estas leyes marcan la auto adscripción como elemento definitorio principal.

Poco a poco se fueron evidenciando las razones atrás de los esfuerzos oficiales y de sus aliados: valerse de los municipios indígenas para favorecerse de una mayor libertad para explotar los recursos naturales, controlar el flujo de los recursos vía proyectos y apoyos estatales y federales, así como la complicidad para mantener los territorios que más ingresos les abonan, como el caso de Cuautla.


Escena de la promulgación del Municipio Indígena de Hueyapan. Luis Miguel Morayta Mendoza

Para lograr estas intenciones se desplegaron estrategias que en mucho dañaron a los pueblos involucrados. Se echó mano de manipular la tradición cultural indígena, invocando y manejando elementos culturales; se usaron flores y escapularios usados en rituales curativos para agasajar al gobernador y funcionarios. Se echó mano de los favorecidos (clientela) por los recursos de los programas estatales y federales de desarrollo y apoyo. Se polarizaron internamente las comunidades enfrentando a la gente de los anhelos con grupos clientelares. Se presentaron denuncias y hasta impugnaciones que llegaron hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Casi en todos los casos se confrontaba los que aducían (con apoyo del Congreso Local 2015 -2018) que los usos y costumbres debían de estar enmarcados en lo que manda la ley Orgánica del Estado de Morelos. Otros mantenían que las leyes les daban a los pueblos la facultad de organizar y llevar a cabo sus formas de elección y gobierno según las normas de sus usos y costumbres.

Llegó el momento de la promulgación de los municipios Indígenas por parte del Congreso local.  Varias comunidades, principalmente Tetelcingo, tomaron acciones de protesta y resistencia ya que este pueblo había sido perjudicado por que no se le reconocieran seis colonias como parte de su territorio. Luego el Congreso rectificó y les añadió varias colonias. Autoridades de Cuautla reaccionaron en contra y acudieron a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El aplastante triunfo de Morena cambió el panorama. Las autoridades municipales y estatales ante este nuevo panorama político perdieron gran parte de su poder político y capacidad de manipulación. Si bien las comunidades vivieron la promulgación con resignación y esperanza de que una vez constituidos, podrían tomar el control de su gobierno, la mayoría ha vivido una lucha interna por el control de sus comunidades, una historia sin fin. •

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