18 de mayo de 2019 • Número 140 • Suplemento Informativo de La Jornada • Directora General: Carmen Lira Saade • Director Fundador: Carlos Payán Velver

Chihuahua

Una guerra permanente de baja intensidad

Ana Paula Pintado y Claudia Jean Harriss Clare  PNERIM-INAH

Este año, el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas publicó datos (de 2015) sobre las lenguas indígenas en Chihuahua. Sus resultados fueron soprendentes, pues se encontraron una enorme variedad de lenguas indígenas. Hay cuatro pueblos originarios: 663 pimas (o´oba); 890 guarijíos; 14,316 tepehuanos (o´odami) y 98,000 tarahumaras (ralámuli), además de una amplia gama de lenguas del centro y sur de México, inclusive de distintas regiones de América Latina. La diversidad lingüística y cultural de Chihuahua comprende 41 lenguas, de las cuales 37 provienen de otras latitudes, además de los hablantes del llamado bajo alemán , lo que refleja una gran riqueza cultural


Niños pimas de Chihuahua.

Todas estas lenguas están en riesgo de desaparición , debido a  la marginación , la violencia y el despojo, además de la preferencia dada al español en las escuelas y demás espacios públicos e institucionales. Nos enfrentamos, por tanto, a la ambiciosa tarea de reconocer plenamente los derechos y la diversidad lingüística, además de promover la pluralidad cultural que nutre al país . Partimos de la idea que todas las personas se benefician de ser bilingües o manejar inclusive más de dos idiomas. De igual manera, es importante no olvidar que todos tenemos el derecho de aprender alguna de las lenguas nacionales como segundo idioma. El bilingüísmo fomenta las capacidades cognitivas y facilita la comprensión entre culturas diferenciadas .

En el estado de Chihuahua los indígenas que ocupan algún espacio de poder son contados. Sobre todo en las cabeceras municipales de la Sierra Tarahumara, donde los puestos del gobierno son dominados por gente monolingüe hablante de español. Aquí observamos una situación de marginación sociopolítica de los indígenas y también una incongruencia de los funcionarios que si bien están para atender a los pueblos, no hablan su idioma ni cuentan con suficientes interpretes. Esta situación es desventajosa para los indígenas ante el sistema jurídico dominante, sobre todo porque en un caso de urgencia, no hay cómo comunicarse. Es importante atacar el problema de comunicación por dos frentes: por un lado, enseñar la cultura y las lenguas tradicionales del estado de Chihuahua en las escuelas no indígenas y a los servidores públicos y, por otro, fortalecer el sistema educativo en las escuelas indígenas .

Lo dicho sería un mecanismo en el ejercicio de los derechos que podría ayudar a la comprensión mutua. Es decir, el conocimiento de lenguas y culturas de México nutriría a todos los sectores sociales, ya que vivir en un país multilingüe y multicultural es un gran regalo que no aprovechamos. En definitiva se ejercería el derecho de enriquecer el conocimiento aprendiendo otra cultura, una virtud cognitiva. Esto conllevaría a una mejor comunicación entre la cultura nacional y las culturas indígenas y un mayor respeto a las diferencias, pues está claro que la empatía crece cuando hay un mutuo reconocimiento. Así los pueblos tradicionales tendrían una mejor calidad de vida y mayor autonomía. Hasta ahora no conocemos políticas educativas y lingüisticas para asegurar este tipo de desarrollo.

Las escuelas no indígenas no tienen en sus programas educativos las materias de lengua y cultura indígena y en el caso de Chihuahua la histórica castellanización del indígena, sobre todo en las primarias, ha sido un proceso violento y bastante deficiente. El uso de la lengua indígena en el aula ha sido un camino con muchos obstáculos, aunque reconocemos los múltiples esfuerzos de las distintas instituciones involucradas, como el Programa Institucional de Atención a las Lenguas y Literaturas Indígenas del Instituto Chihuahuense de Cultura y, a nivel nacional el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas y la Dirección de Educación Indígena.

La educación indígena en la Sierra Tarahumara es un tema muy complejo que no puede desvincularse del entorno social en donde se ejecuta. Algunos estudios indican que los profesores de educación indígena en Chihuahua tienen percepciones salariales precarias: sólo el 37.5% tienen cuatro salarios mínimos y más, mientras que el 62.5% percibe remuneraciones que no alcanzan los siete mil pesos mensuales. Por otro lado, su preparación por diversos motivos, es deficiente. Aunado a ello, viven en un entorno de riesgo y violencia principalmente por la presencia del narcotráfico. Constantemente corren peligro dentro de las comunidades, sobre todo cuando se desplazan en la sierra para visitar a sus familiares o participar en las reuniones y cursos de actualización docente. Se trata de un círculo vicioso que podría tener solución, pero para ello se requiere que la educación indígena intercultural y bilingüe sea prioridad. Además, el Estado debería garantizar la protección y el respeto a las diferencias culturales.

Otro tema que queremos sugerir es el de la capacitación en oficios. Si bien las comunidades indígenas de la Sierra Tarahumara, en su mayoría, viven en rancherías dispersas y alejadas de los asentamientos urbanos, estas comunidades se encuentran en constante transformación. Por lo tanto, requieren de nuevas competencias, conocimientos y habilidades para resolver problemas de la vida cotidiana y romper la dependencia  económica con agentes externos. Es necesario promover talleres para cubrir necesidades prácticas inmediatas, por ejemplo, mecánica, electricidad, carpintería y nuevos perfiles como computación, programación, mantenimiento de computadoras, entre otros.

Finalmente, consideramos prioritario elevar el nivel de la educación en las escuelas reorientando la curricula hacia la compresión y el desarrollo de las distintas lenguas y culturas; mejorar la situación socioeconómica de los maestros y los trabajadores de albergues de las escuelas indígenas. Sin embargo, nada de esto puede funcionar si no se garantiza la protección ante el crimen organizado. El desplanzamiento poblacional y el despojo de tierras entre los pueblos indígenas es latente. Esta violencia es parte de un largo proceso de guerra de baja intensidad que merma su calidad de vida. Algunas colectividades indígenas de Chihuahua tienen cierta “fragilidad” demográfica, se encuentran por debajo de la masa crítica que les permite incrementarse como grupo. Éstas, como los otros pueblos, experimentan una verdadera diáspora causada por la violencia hacia la lengua, su cultura y la vida misma. Es necesario identificar sus condiciones de precariedad, así como las violaciones a sus derechos humanos. Podemos afirmar que viven procesos de genocidio que avanzan lentamente.

En Chihuahua impera un sistema cultural dominante que impone un único vehículo lingüístico: el español. Ello obliga a los hablantes de otros idiomas indígenas a comunicarse a través de esta forma unilateral. Es fundamental que se respete la diversidad lingüística y cultural en las diversas regiones, pero es urgente que se garantice la vida y la seguridad en los pueblos y comunidades que han sido abandonadas por el Estado.•

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