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¿La fiesta en paz?

Distanciamientos explicables // El Mojito en el campo bravo tlaxcalteca

D

istanciar es separar, desunir, poner distancia, por lo que se puede afirmar que el lamentable estado actual del mundo obedece a severos distanciamientos, entre otros el que ha apartado la cordura del falso progreso y la ambición, sobre todo de los encargados de arrear al grueso de la humanidad. En el caso de los cónyuges, separarse es interrumpir la vida en común, por fallo judicial o por decisión más o menos coincidente, antes de iniciar los trámites de divorcio.

Se ha hecho público que el matrimonio formado por el diestro valenciano Enrique Ponce y Paloma Cuevas, hija de uno de sus apoderados, el matador en retiro Victoriano Valencia (Victoriano Cuevas Roger), ha concluido luego de 24 años de unión en la que procrearon dos hijas, Paloma (12) y Bianca (8), y tras dos años de infructuosos intentos por mantener la relación.

De nueva cuenta los nubarrones de la infidelidad ensombrecen, para al final dar al traste, con un matrimonio que parecía ejemplar pues una joven rubia de 21 años, de nombre Ana Soria, se ha encargado de que el afamado maestro ponga cada vez más distancia no sólo con su esposa, sino con el ganado que enfrenta. Cuando concluya la plandemia, entre los malos hábitos que sin duda habrán de revisarse está la costumbre, no por antigua menos perniciosa, de las relaciones exclusivas y excluyentes.

Me cuenta un testigo confiable que Antonio De Haro, propietario de la prestigiada vacada tlaxcalteca, invitó por tercera ocasión, en breve lapso, al matador Alejandro Lima El Mojito a lidiar un toro en su ganadería. Tras ordenar el ganadero que saliera un hermoso toro berrendo en cárdeno, comenzó otra importante experiencia. El torero de Tlaxcala salió al tercio para comenzar a recoger las embestidas y después de conseguirlo, lanceó con firmeza y cadencia. Así, pudimos ver verónicas que entusiasmaron al ganadero y vaqueros, quienes en medio de la apacible soledad del campo bravo tlaxcalteca disfrutaron de este emocionante espectáculo, al ver a un joven con todas las ilusiones a cuestas enfrentar a un toro bravo.

Luego, El Mojito tomó los palos y dándole al toro todos los terrenos banderilleó con exposición, en un cuarteo primero y luego al violín. La faena no tuvo desperdicio con un prólogo dominador toreando por bajo, para de ahí extraer series con ambas manos que sacaron provecho a la brava y encastada embestida del codicioso toro de De Haro. Alejandro fue sumando series que dieron fe de sus avances y otra prueba que demuestra que cuando se ayuda a la juventud que tiene cualidades se siembra con criterio y visión de futuro.

Tras el punto final a tan torero quehacer, el ganadero dijo: “Mojito, vas mejorando y te felicito, nos hablamos en la semana porque ahí hay otro ‘señor’ que ya te está esperando, te lo has ganado a ley; ojalá y ahora que se abran las plazas la gente pueda ver lo bien que vas”. Ya de regreso a su casa y después de esta importante experiencia, Alejandro Lima comentaba: Mi lucha seguirá porque estoy seguro de que puedo ser un gran torero. Me he sentido muy bien y vaya que el toro apretaba por su bravura y codicia, pero había que estar ahí para aguantarlo y sacarle los pases que tenía. Estoy muy agradecido con Dios por haber puesto en mi camino al ganadero Antonio de Haro y con su apoyo seguro que conseguiré mi meta. Pues, enhorabuena a ambos, ya que son tiempos de sembrar para, en el corto tiempo, empezar a recoger cosechas taurinas verdaderamente atractivas. Ahora bien, en México hay demasiados Mojitos a la espera de esta clase de apoyos concretos. Ojalá se los otorguen.