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Los feminicidios se narran desde el dolor y la resistencia, afirma Dahlia de la Cerda
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▲ La escritora ofreció una videoconferencia organizada por el FCE y el Conalep.Foto tomada del Instagram de la autora
 
Periódico La Jornada
Martes 23 de abril de 2024, p. 5

En la vida de muchos artistas existe una experiencia difícil que marca su proceso creativo. En mi caso, ocurrió un feminicidio en mi familia. El día en el que asesinaron a mi prima también asesinaron a ocho mujeres más. En seis de los feminicidios, el crimen lo cometieron personas cercanas, familiares o sus novios, compartió la escritora Dahlia de la Cerda (Aguascalientes, 1985) durante la videoconferencia Escribir desde los bordes, realizada por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep).

Durante la ponencia, la también activista mexicana relató el camino que tuvo que recorrer para convertirse en escritora, precisó cuál es el lugar desde donde escribe y profundizó en su proceso creativo, que está completamente alejado de los convencionalismos románticos desde los que muchas veces se concibe el acto de la escritura.

Cuando era adolescente, me gustaba la subcultura gótica. Por la edad, quieres encajar, y lo gótico está muy vinculado con el arte, por lo que yo quería ser artista. Mi familia no estuvo de acuerdo, porque decían que el arte no dejaba.

Aún así eligió ese camino, y si bien tenía interés por la pintura o el cine, Dahlia eligió la escritura, porque para lo único que tenía dinero era para comprar libreta y pluma.

“En la vida de muchos artistas existe una experiencia difícil que marca tu proceso creativo. En mi caso fue el feminicidio de mi prima, que hizo que cayera en cuenta de la gravedad del fenómeno en México. Investigando me di cuenta de que siempre se culpa a las víctimas. Dicen que a las mujeres que no salen de sus casas no les pasa eso. Hay una revictimización terrible.

Como lectora, me impactó que no hubiera productos culturales que abordaran este fenómeno con una mirada más contemporánea y crítica que denunciara lo que sucedía. Por eso decidí escribir sobre el tema, sin pensar que eso me llevaría a realizar literatura desde los bordes.

En 2012 le negaron su primera solicitud de beca, ya que sólo aceptaban proyectos que abordaran autores clásicos, literatura con mayúsculas. En ese momento, la autora trabajaba en un call center y vendía productos cosméticos en un tianguis.

Las críticas que recibió de las instituciones que otorgan los apoyos, según cuenta la también fundadora e integrante del colectivo Morras Help Morras, es que no estaba escribiendo literatura, porque sus temas eran muy apegados a la realidad y había que echar a volar la imaginación. Así ocurrió hasta 2015, año en que por fin consiguió una beca del entonces Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.

Cuando tienes todo en contra piensas que sólo contarás con una oportunidad en la vida. Con mi beca compré libros de autoras latinoamericanas que también escribían desde los bordes y escribí 10 cuentos, pero sólo cinco me gustaron, debido a que quería hablar de feminicidios honrando la vida de las mujeres, resignificando el estigma del barrio y los contextos de precarización. Quería demostrar que los feminicidios no sólo se pueden narrar desde el dolor, sino desde la resistencia.

Sobre la huella sicológica que resulta de abordar dicha problemática, De la Cerda reconoció que escribir sobre feminicidios te quiebra. Sin acompañamiento de un especialista te termina rompiendo por el odio que hay a los cuerpos de las mujeres, las lesiones degradantes y, sobre todo, la impunidad: 90 por ciento de los casos quedan impunes.

Otro reto que enfrentó una vez que consiguió mayor estabilidad laboral fue superar un bloqueo creativo, porque quería continuar abordando temáticas de mujeres desde los bordes, pero abarcando estereotipos que rompieran el papel de lo que se concibe tradicionalmente como femenino.

“Quise confrontar a las lectoras con dilemas morales, con el estereotipo de que siempre somos buenas, incapaces de tomar un arma, por ejemplo. Tenía la intención de humanizar a las personas que hacen daño y que están en conflicto con la ley, lo cual fue un reto.

“Lo podemos ver con las cárceles del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, y los comentarios sobre los presos que van a las prisiones a morir. Sí, muchos son delincuentes y cometieron crímenes gravísimos, ¿pero cómo las personas que decimos que somos ‘buenas’ podemos celebrar que a otro ser humano lo vayan a matar de hambre, lo degraden? ¿Ese es el mundo que queremos construir?¿Un mundo que pretenda conseguir justicia mediante la degradación de otro?”

En redes sociales, la autora ha enfrentado múltiples críticas de forma injustificada. Específicamente, sobre su obra, los comentarios más feroces provienen de colegas escritores que cuestionan su estilo narrativo por, supuestamente, estar muy lejos de ser verdadera literatura, aunque la también ensayista asegura que dichas opiniones, que no argumentos, están atravesadas por el racismo y el clasismo.

Detrás de mi estilo hay una postura política, señaló la autora de Perras de reserva (Sexto Piso, 2022) y Desde los zulos (Sexto Piso, 2023). “Quería ocupar un narrador que escribiera como hablamos las personas en México, utilizar un argot de barrio y regionalismos del norte y del sur rescatando la riqueza lingüística que existe en esos contextos, principalmente, porque no quería escribir sobre el barrio y que el barrio no pudiera leer mis textos.

Quería escribir para todas las personas, incluso para alguien que nunca se hubiera acercado al mundo de la lectura. Quería que la gente que leyera mis cuentos empatizaran con nuestras vivencias y que, sobre todo los hombres, entendieran que está cabrón ser mujer, refirió.

Crítica cultural

A pregunta de La Jornada sobre la reciente polémica suscitada en redes sociales acerca de su postura sobre los corridos bélicos, que le ha generado amenazas, la escritora aseguró que todo el odio que recibe tiene que ver con enemistades con colegas, bots y feministas transodiantes, además de una incomprensión elemental de su principal argumento: Hay que cambiar las condiciones de vida de los jóvenes en el país para que, en todo caso, no existan dichos corridos.

Dahlia de la Cerda estudió la licenciatura en filosofía. Ha ganado diversos certámenes literarios, como el Premio Nacional de Cuento Joven Comala 2019. Ha participado en las antologías Mexicanas trece narrativas contemporáneas (Fondo Blanco, 2021), Los cuerpos que habitamos (AN-ALFA-BETA, 2021), Tsunami 2 (Sexto Piso, 2020) y Ecstasy (Astra Magazine, 2022). Además realiza dos pódcast: Escribe como morra y Morras vs fundamentalismos.