AUGUSTO MONTERROSO, 80 AÑOS

El prosista habla de su labor literaria en vísperas de su aniversario

"No me siento escritor profesional, aunque mi obra no es mala''

CESAR GÜEMES

Es un hombre bondadoso y modesto, pero no por ello deja de reconocer el valor de su obra. Mañana cumple 80 años, muchos de ellos dedicados a proporcionar a la literatura en castellano una de las obras más conocidas, sólidas y con el siempre raro añadido de la discreción. Augusto Monterroso dice, a estas alturas de la existencia, que todavía no se considera un escritor profesional, que los periodos fértiles de creación se alternan con los de calma chicha y que no le tiene miedo a la fama.

En el jardín de su casa, donde nos recibe, no hay sino paz, árboles, canto de aves y mucho verde. Bárbara Jacobs, escritora y compañera de Monterroso, provee constantemente la mesa con agua helada. Son las 12 del día y el sol es de tomarse en cuenta. Pese a ello, el prosista no abandona la corbata ni el chaleco. No se deja agobiar prácticamente por nada. No se rige por el calendario. Anda a su aire. Escribe sólo cuando le llegan las ideas y después es capaz de guardar un original 20 años para que repose y madure lo suficiente, una espera que dejaría corto a Job en una justa de paciencia.

Tranquilo, lúcido como siempre, abre la conversación afirmando que eso de los cumpleaños le tiene sin cuidado, sean 80 o 100 o 200. Pero acepta la plática y desglosa los principios en que basa su existencia, mientras Bárbara Jacobs pone sobre la mesa y nos entrega luego varias fotografías francamente históricas en la que Monterroso aparece lo mismo al lado de Juan Rulfo que de Efraín Huerta o Rosario Castellanos.

-Si bien dices que no tiene mayor mérito cumplir años, Ƒcómo te sientes, cómo estás?

-De lo mejor. En cuanto a los cumpleaños, jamás los he celebrado, así terminen en cinco o cero.

-Hay quien se propone metas a partir de la fecha de su cumpleaños. ƑTe propones algo?

-No, tampoco. No soy muy de fechas ni de calendarios. Será porque trabajo poco.

-O será porque en realidad eres más libre, no estás atado a un reloj.

-Creo que estoy más atado a los relojes que a los calendarios, qué curioso. De los relojes si soy esclavo.

-Qué te interesa de los relojes: Ƒla exactitud de la maquinaria, la puntualidad que proponen?

-Me atrae saber en qué momento estoy del día, estar al tanto de la hora. Mido mucho el día.

-Digamos que te administras para escribir, leer, descansar.

-Digamos que sí, pero lo de los relojes es más una manía de la cual soy consciente.

-ƑDesde siempre?

-Sí, tengo relojes por todas partes de la casa, aunque no sabría decir exactamente por qué: no tienen un fin específico.

-Aunque la fecha de un cumpleaños no te diga mayor cosa: Ƒcómo llegas a este aniversario física y emocionalmente?

-Creo que bastante bien en lo físico y también de ánimo.

-Escribiendo.

-Como siempre. Escribiendo y guardando, a la espera de que los libros se formen solos. Cuando tengo material suficiente para un volumen, entonces lo suelto. Pero nunca tengo la idea de "voy a hacer un libro", no pienso en sus características ni en su publicación. Escribo lo que se me va ocurriendo cada día, semana o cuando sea. Lo guardo, a veces veinte años enteros. Y en el momento en que creo que ya hay material suficiente para publicar, lo hago.

-Este sistema de escribir según las ideas surgen, es como confiar en las musas, Ƒno te parece?

-Sí, no confío del todo en ellas porque son impredecibles, pero sí creo en las musas y entiendo que representan la inspiración o el impulso para escribir algo. Las ideas o las ocurrencias que tengo se las atribuyo siempre a una musa más que a un esfuerzo. Tomo la escritura como un regalo.

-Aunque hay una parte que no tiene que ver con la idea: la técnica. ƑCómo te manejas en ese terreno?

-Para empezar es otra cosa, la segunda parte del asunto. La inspiración, o como quieras llamarle, se nos da a todos, pero luego la cosa está en agarrarla y una vez agarrada, si vale la pena, empieza la colaboración de uno. Ahí empieza el trabajo.

-Con la experiencia que va dando el trabajo, Ƒte sientes más hábil, escribes con mayor fluidez?

-No, me siento como cuando empecé. Es decir, nunca he llegado a saber cómo se escribe un cuento, por ejemplo, ni un ensayo. Incluso le tengo prevención a ese conocimiento. No quiero saber. Tengo el prejuicio o la superstición de que si llego a saber cómo se hacen los cuentos, pasaría de ser un artista a un artesano. y entonces podría hacer uno cada ocho días.

Pero como no sé cómo se hacen, sigo a merced de lo que vaya cosechando en cada ocasión.

-Si te pido que elijas un momento significativo de estos ochenta años, Ƒcuál elegirías?

-Dentro del tema de la literatura me gustaría recordar el momento en que mi amigo Henrique González Casanova, en 1958, me pidió que le llevara un libro para ser publicado en la UNAM. Eso fue definitivo para mí, de no haber sido por la presión de él creo que aún estaría pensando en publicar mi primer libro. Pero él me insistió mucho, e incluso no diría que me obligó, pero insistió tanto que armé un volumen a partir de cuentos que había publicado en revistas o periódicos. La idea de sacar un libro me imponía mucho. No me sentía un escritor suficiente como para publicar, pese a que tenía entonces 38 años.

-ƑEn qué etapa te aceptas como escritor?

-Todavía no estoy muy convencido de serlo, dada mi forma desordenada de trabajar, de la cual diría que es incluso relajada. Nunca me he sentido un escritor profesional. Siempre pienso que soy un aficionado. Y no soy profesional porque nunca he escrito nada para ganar dinero, ni libros ni artículos, nada. He contado con otros trabajos con los que me gano la vida. Entonces, al margen de esas labores he escrito lo que puede verse. Me sé un aficionado a escribir.

-Este rasgo del carácter, Ƒdirías que es mera modestia?

-No, son los hechos. Es la realidad. Ya que han pasado los años, lo sé. Así es. No creo que sea modestia. Por otra parte tengo la idea de que lo publicado por mí no es malo. Una cosa es que diga que soy aficionado y otra que lo que he publicado sea menor o de baja calidad. Soy consciente de que he tomado mi trabajo literario con mucha seriedad. Cuando escribo es lo más importante que hago.

-Así como guardas la obra para que se acumule, Ƒtambién llegas a desechar escritos?

-Sí, muchos. Pero no soy de los que rompen las cuartillas. Más bien hago borradores y en vez de tirar algo cuando me sale mal, lo que hago es corregirlo una y otra vez hasta que el producto está a mi gusto. Pero no tiro nada, todo lo guardo.

-Cuando se confía o se apuesta por las ideas que van surgiendo, puede ser que se atraviese por periodos de infertilidad. ƑTe ocurre?

-Viéndolo así, en una perspectiva general, creo que mi producción ha sido siempre igual. Es decir, altos y bajos. Pero nunca he tenido esa sensación de la fertilidad o de la época de secas. Sé que es cuestión de ponerme a trabajar.

-Y un poco de paciencia, tal vez.

-Mucha paciencia, infinita paciencia para que los textos que salen esperen a estar bien acabados. Y después de ese periodo ya se verá la publicación.

-Los escritores hacen su trabajo por motivos como el dinero, la fama, el reconocimiento. ƑPor qué escribes, Augusto?

-En primer lugar por vocación y por afición. Después por contaminación. Y evidentemente también por fama.

-ƑDe plano?

-Pues sí. Ahora algunas personas se oponen a esta idea de escribir por la fama que puede prodigar la literatura, pero yo creo otra cosa: es un motivo legítimo y hasta noble. Pero hagamos la distinción entre la fama y el éxito: hay quienes escriben por el éxito, ya sea de ventas o de popularidad. La fama es otra cosa. En mi caso, escribo por vocación; lo que se trabaja hay que hacerlo lo mejor posible, y Ƒpor qué no esperar el reconocimiento a ese desempeño? Todo artista busca ser reconocido.

-Más allá de la fama, de los premios que has tenido, Ƒte das cuenta que los lectores te quieren?

-Sí, percibo el cariño de quienes me leen. A medida que ha ido pasando el tiempo lo he notado, en primer lugar porque me lo manifiestan espontáneamente. Luego, porque recibo muchas cartas de gente que no conozco y que me señala su aprecio. Sé que mis lectores me quieren. Con eso me quedo.