Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 25 de febrero de 2003
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Editorial
 
 
RUMBO A LA FRACTURA DE LA ONU

sol-2Ayer, cuando el gobierno británico, en representación del de Estados Unidos y de sí mismo, presentó ante el Consejo de Seguridad de la ONU un proyecto de resolución para legitimar la guerra contra Irak, dio también un paso decisivo hacia la formalización de la fractura que ha generado en la comunidad internacional el empecinamiento bélico de esos regímenes y de algunos aliados menores.

Si Washington y Londres se empeñan en hacer votar su iniciativa es muy probable que se encuentren al final del proceso con el veto de alguna de las potencias con las que comparten los asientos permanentes del Consejo de Seguridad -Francia, Rusia y China- y que George W. Bush y Tony Blair se vean obligados a escoger entre dar marcha atrás en sus designios militaristas o porfiar en una aventura bélica al margen de la ONU, respaldados sólo por algunos comparsas entusiastas, pero poco eficaces y militarmente irrelevantes, como los gobiernos de España e Italia.

De cualquier forma, el daño al Consejo de Seguridad (el organismo internacional más poderoso y decisivo) y a la ONU en su conjunto estará hecho y será difícilmente reparable. La fractura pondrá en evidencia proyecciones geopolíticas incompatibles y encontradas, alimentará desconfianzas y rencores de largo plazo, se extenderá a la Unión Europea y paralizará, para mal, buena parte del quehacer de los organismos internacionales.

Ciertamente, en lo inmediato sería preferible una paz lograda al precio de la división y no una guerra injusta librada por consenso. Pero, por desgracia, el empecinamiento del gobierno de Bush puede colocar al mundo en el peor escenario: el de una ruptura entre las cinco mayores potencias militares, que desemboque, de todos modos, en una agresión unilateral contra Irak.

Tal ha sido la presión para hacer posible la guerra que ésta, por desgracia, parece estar cercana. A la determinación de Washington y Londres de presentar la referida propuesta de resolución, pese al manifiesto rechazo mundial a su obsesión guerrerista -al que se sumó ayer en bloque el Movimiento de los No Alineados, que agrupa a 114 gobiernos-, deben sumarse signos inquietantes como la inopinada declaración política del jefe de los inspectores internacionales, Hans Blix, sobre la "falta de credibilidad" de Irak y como la imprudente negativa de Saddam Hussein -según una entrevista difundida por la cadena estadunidense CBS- a destruir un tipo de misiles de su arsenal que, de acuerdo con Blix, podrían considerarse violatorios, en razón de su radio de acción, de las órdenes de desarme que pesan sobre Irak.

En estas circunstancias no queda sino esperar que los gobiernos de Bush y Blair sean capaces de imaginar el enorme daño que causarían a sus propios conciudadanos -habida cuenta de que la paz, la estabilidad mundial y la integridad física de los civiles iraquíes los tienen sin cuidado- si persisten en ir a la guerra solos y con un Consejo de Seguridad paralizado por la fractura.
 

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