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A la mitad del foro

El punto de no retorno

A

la mitad del camino. O casi. Enrique Peña Nieto estuvo de paso en Salina Cruz. En Oaxaca, donde Gabino Cué sobrevive a duras penas el mandato del cambio a lomo del venado de los cruces híbridos. En la tierra de Benito Juárez García, donde los tatas mandones llevan a la capital del estado sus bastones de mando y cado uno habla en la lengua de sus pueblo. En el infierno del caos anarquizante, la debilidad del poder constituido y los desmanes de los maestros de la coordinadora, que mandan, quitan y ponen, aunque el centralismo peñista devolvió al secretario Chuayffet el poder de la bolsa.

Pero no siempre es cierto aquello de el que paga manda. Por eso ha volado sus papalotes Francisco Toledo. Altos vuelos y objetivos superiores. En el istmo, Peña Nieto ponía en marcha el ducto por el que ha de fluir el gas natural desde el Golfo de México hasta el alto valle de Oaxaca. Ruta trazada para que algún día se tiendan las vías del ferrocarril y la cinta asfáltica de varios carriles que enlacen Coatzacoalcos y Salina Cruz, el Golfo de México y el Océano Pacífico. Gobernar no se reduce a administrar. La memoria histórica no permite ignorar la realidad, responde al cambio, al proceso que supera el ritmo reformista, sea cual sea el curso de los buscadores de milagros estructurales. En el istmo mexicano ni vía libre al paso de tropas, ni el espejismo de un canal vecino del de Panamá.

En Nicaragua derrocaron los sandinistas a Somoza, heredero del que traicionó a Sandino, del dictador de cerviz inclinada frente al poder del imperio del norte: He’s a bastard. But he’s our bastard, diría Roosevelt. Y hoy Daniel Ortega, embriagado por el poder, la desmesura tropical y el ensueño del capitalismo financiero, se propone construir un canal, otro canal, con o sin la cláusula de la eternidad de control y administración en favor de los que excavaron y abrieron paso en el nudo del Darién. Llegó el coronel Torrijos y Jimmy Carter aceptó que la eternidad es un término metafísico, no un plazo del proceso histórico. La política exterior mexicana participó en el restablecimiento de la razón en los acuerdos entre naciones libres y soberanas. Pero esos son otros López. Hoy, las reformas estructurales desmantelan Pemex y, paradójicamente, el estado tiende un ducto que transporta gas de Veracruz a Oaxaca; y desde el Papaloapan de las mariposas vuelan los papalotes de Toledo.

Se apagaron los fuegos de artificio del Año Nuevo y se encendieron los faroles en pleno sol. Resulta que a la mitad del camino el pueblo ha dicho que es hora de encenderlos. Y que los militantes de la disidencia sin fin acudieron al sitio de encuentro del gobernador Gabino Cué y el presidente Enrique Peña Nieto. La misma escena. La misma medicina a la misma hora: a la orilla del mar, los discursos y la insistencia en alentar esperanza donde imperan el hartazgo, el desaliento, la incredulidad y la desconfianza en la voz y acciones de la clase política. La estabilidad ostentosamente pregonada como virtud: nulo crecimiento económico, desplome del valor del petróleo y el peso; capitales golondrinos que se van dejan sus nidos de bonos mexicanos.

Suben las tasas de interés en Estados Unidos. Y decían Videgaray y Carstens que en cuanto mejorara la economía del vecino del norte, la nuestra sería modelo victorioso de la paciencia y la fe en la ortodoxia dogmática del neoconservadurismo. De la misma medicina a la misma hora. Como en los combates coreográficos entre maestros de la coordinadora y policías estatales o federales. Monta tanto, tanto monta... Los de la sección 22, que a querer o no van a cobrar sus sueldos en la caja de la Secretaría de Educación, donde despacha Emilio Chuayffet, el de dura lex sed lex: el que no trabaja no cobra, lanzan piedras contra policías estáticos, estoicos tras sus escudos de plástico; luego, orquestadamente, avanzan los guardianes del orden, retroceden los educadores entre gritos y llamados a no ceder terreno. Hay método en la locura: algo que llaman encapsular. Y luego el coro en las redes sociales.

A la mitad del camino, en el punto de no retorno, decían los pilotos y expertos en aeronáutica antes de los vuelos espaciales y los portentos de la ciencia que han hecho posible trazar el vuelo de 10 años, el encuentro y aterrizaje de la sonda espacial Rosetta en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Enrique Peña Nieto vuela rumbo a Washington al encuentro con Barack Obama. Primera visita oficial del Presidente de la República. El tema obligado es la oportunidad de regularizar su estatus migratorio de cuatro, cinco o seis millones de mexicanos. Milagro de la voluntad política, de recurrir al decreto para cortar el nudo gordiano de la ilegalidad, el tráfico de personas y la amenaza de deportación. Ventaja para el de la Casa Blanca.

Ni modo. El inicio positivo de los encuentros con los jefes de gobierno de la América nuestra, desde Guatemala hasta Uruguay, no alcanzó a restaurar lo dañado por la insolencia disfrazada de frivolidad con la que Vicente Fox y Jorge Castañeda despedazaron el trato de la Cuba de Castro y los gobiernos mexicanos emanados de la Revolución mexicana, autoritarios, conservadores y hasta reaccionarios, pero sabedores del valor de la tradición diplomática dictada por la debilidad, pero lejos de ser defensiva. Llegó la hora de restablecer las relaciones diplomáticas de Cuba y Estados Unidos. La mayoría republicana en el Capitolio, la fuerza creciente de la ultraderecha del Tea Party, además de la de Miami, obligaron a negociar en secreto, recurrir a un intermediario confiable para ambos gobiernos: Canadá salió del frío.

Y lo que perdió México debilitó más todavía al gobierno de Enrique Peña. La violencia criminal que ambos acordaron no sería prioritaria en la agenda binacional, se hace presente en el diálogo que tendrán Obama y Peña Nieto en la primera visita oficial de éste a Estados Unidos. La desaparición de los estudiantes será tema de la reunión, señala la cancillería. El subsecretario de Relaciones exteriores para América del Norte, Sergio Alcocer Martínez de Castro, dice que el presidente Peña Nieto hablará de la preocupación del gobierno mexicano por un fenómeno de violencia que no se circunscribe sólo a nuestro país, sino a diferentes partes del mundo: en Estados Unidos, dijo, se han suscitado hechos violentos en Missouri, por mencionar un caso.

Ojala no recurra Peña Nieto a esos argumentos. El petróleo no es un simple insumo, sino asunto geopolítico de inconmensurable trascendencia. Pudiera ser que el valor de nuestras exportaciones manufactureras supere a las petroleras. Pero las aportaciones del petróleo son todavía superiores a 40 por ciento de la recaudación fiscal. Más de 50 por ciento de la población sobrevive en la pobreza, en el hambre. No hay que escribirle cartitas a los Reyes Magos del dólar en ascenso y el euro descendiente. El precio del barril de crudo no lo dicta el libre comercio, fetiche y dogma, sino los príncipes de Arabia Saudita y los magos de Wall Street, conscientes de que Rusia y Venezuela dependen del valor del petróleo y que la exploración y producción del fracking, no es negocio a un precio inferior a 50 dólares por barril.

A la mitad del camino, elecciones de gobernador en Baja California Sur, Campeche, Colima, Guerrero, Michoacán, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora; 500 diputados federales y 17 congresos locales. Y ayuntamientos suficientes como para reivindicar el municipio libre, base de nuestro régimen constitucional.

Punto de no retorno y el llano en llamas.