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No cumplir es lo que aniquila
D

ice el refrán prometer no empobrece, cumplir es lo que aniquila. En política hay que decir precisamente lo contrario, en consecuencia se han escrito docenas de artículos sobre las promesas del presidente Peña Nieto y su incumplimiento. Hay motivos para volver sobre el tema.

Durante su campaña presidencial, el candidato EPN fue firmando, ante notario, entre el 30 de marzo y el 3 de junio de 2012, 266 compromisos que serían realidad al término de su mandato. El Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai) dio a conocer que el régimen de Peña ha cumplido 80 de los 266 compromisos, es decir, 30 por ciento (sin dar ninguna especificación, sobre cuáles fueron los cumplidos y cómo se cumplieron). Esta dudosa información fue recabada por la revista digital Sinembargo. No hay tampoco información sobre los incumplidos y por qué motivos. Oiga, presidente, ¿sabe usted qué es una farsa? RAE: obra de teatro burlesca que tiene como fin hacer reír. ¿Se parece la realidad a sus compromisos firmados?

Los 266 bajaron a 265 en enero de 2015: Videgaray informó que no se construiría el tren transpeninsular: sus afiladas tijeras se volaron 124.3 mil millones de pesos del presupuesto de ese año.

Es inexplicable que el candidato EPN haya firmado ante notario tamaña cantidad de compromisos –seguramente aconsejado por Videgaray, de quien se insiste en que es su cerebro, aunque sí era su jefe de campaña–, sin tener la más mínima idea de cómo serían los carriles de los años siguientes a 2012, durante los cuales descarrilaría el gobierno peñista con todo y Videgaray.

El superlativo compromiso de acabar con la corrupción convenció a EPN de que crear la comisión nacional anticorrupción debía ser el compromiso número uno. Así fue enlistado, pero duerme como un lirón. Peña conoce a la perfección el sistema de corrupción que corroe al país, todo mundo sabe que EPN lo sabe; pero ¿no sabía que un sistema de corrupción no puede corregirse a sí mismo?, ¿los corruptos acabarían con los corruptos? El enigma que es la cabeza de EPN y la de Videgaray escribió tamaña patochada.

El compromiso número dos fue eliminar a 100 diputados del Congreso. ¡Claro!, inmediatamente se oyó una espectacular ovación proveniente de la Cámara de Diputados ¿o no fue así?

Me importa destacar el compromiso 49, que a la letra dice: Más jóvenes en la universidad: aumentar al menos a 45 por ciento la cobertura en educación superior. En su tercer Informe de gobierno EPN apuntó que en el ciclo 2015-2016 la cobertura bruta (bruta) era de 35.1 por ciento. La tendencia de crecimiento de la cobertura en educación superior correspondiente a la primera mitad de la administración actual, muestra que el compromiso repta: avanza anualmente en uno por ciento. Llegar ¡al menos! a 45 por ciento será plenamente incumplido.

Las peores formas de exclusión social son la salud y la educación, y su incumplimiento es lo que aniquila, masacra, demuele.

Y no es asunto sólo de justicia social. En la era de la información y del conocimiento, el desarrollo no proviene de los recursos naturales, sino precisamente de ahí, de la información y el conocimiento. Y en estos temas seguimos hundidos. Y seguiremos.

Videgaray estudió su licenciatura en el ITAM y su doctorado en el MIT (Massachusetts Institute of Technology). Paul Krugman estudió y enseñó hasta hace poco, en el MIT. Krugman se llama a sí mismo a liberal, que en EU se identifica como una persona de izquierda. Hace un par de años Krugman escribió un pequeño texto que decía: “los ‘conservadores reformistas’ sobre los que escribía Tanenhaus proponen… ideas supuestamente nuevas sólo para que se les vea proponer nuevas ideas. Y no hay mucho más; ¿pueden ustedes encontrar en [ellos] algo que parezca una nueva idea importante en vez de un pequeño retoque al actual catecismo conservador? Yo no”. Krugman ha sido también un economista activo, combativo y hasta despiadado con su crítica al neoliberalismo y la política de austeridad. Es seguro que en el MIT no le enseñaron a emplear tijeras tan impresionantes como las que diestramente ha manejado Videgaray haciendo la política económica mexicana. Por supuesto, esas tijeras las ha heredado Meade.

EPN firmó 266 compromisos de gran futuro para México, pero no puede cumplirlos porque también le gustan las tijeras de Videgaray. Ya no hay gran futuro para México en una inmensa medida, porque ha renunciado irresponsablemente a su compromiso 49: recortar el gasto en la educación superior y la investigación científica, precisamente en las mejores instituciones de cualquier tipo que ha creado este país: la UNAM, el Poli y el Cinvestav, el Colmex, entre otras. La planeación de la educación superior de hoy, es la planeación del futuro del país. Ojalá los diputados entiendan esto seriamente y le enmienden la plana a un presidente menguado en sus poderes ejecutivos. Si hemos de avanzar y crear mejores futuros no excluyentes, la distribución de los recursos no pueden ni deben degradar a esas instituciones de los mexicanos. Esto lo entiende Nuño y probablemente fue él quien puso la meta de 45 por ciento para el sexenio peñista. Lo menos que puede hacer es sumarse al conjunto del sector educativo y apoyar sin regateos el avance de las universidades junto con los diputados que decidan ubicarse al lado del futuro de México.