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Nosotros ya no somos los mismos

Rumores, solidaridad y preocupación fingida

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▲ La prensa escrita de todo el mundo enfrenta los grandes retos que le plantean las nuevas tecnologías.Foto Yazmín Ortega Cortés
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or WhatsAPP, por correo electrónico, por celular y aun por algún teléfono de los antediluvianos que aún, por añoranzas, conservo, los amigos de a de veras, (de aquí, de allá y acullá), los auténticos cuadernos de doble raya, con verdadera preocupación y generosa propuesta de ayuda, me interrogan: ¿Son ciertos los rumores que corren sobre los muchos problemas que aquejan a La Jornada?

Se agregan a este cada vez más frecuente interrogatorio de los inexplicablemente adictos a la columneta, aquellos quienes en el sólo tonito denuncian su intención de joder, de hacer un rasguño envuelto en una solidaridad menos creíble que la que inauguró Salinas en su momento y su remordimiento. Las formas, las maneritas y por supuesto el tonito, (diría Héctor Suárez en su creación de Valentín Lazaña) los exhibe aunque a continuación aclaren: Tú sabes que yo no tengo simpatía por La Jornada, pero soy de los que respetan la costumbre: perro no come carne de perro. Para quien no esté al tanto de un viejo argot periodístico, esto significa que cuando un diario se mete en una bronca y su consiguiente problema, los colegas, al margen de sus opiniones no suelen intervenir. Unos le llaman solidaridad gremial, yo muchas veces leo, simplemente, complicidad: hoy por ti, mañana por mí o, en su versión moderna: me debes una…

Ante argumento tan contundente de la gastronomía moral, suelo contestar: Yo no sé nada de esos canis lupis familiares, desde que, hace muchos años perdí a mis hermanos Curucho, Harold y Whisky. Lo que sí percibo es que en nuestro medio, la antropofagia, en tiempo de crisis para unos, se convierte en una de las artes más finamente cultivadas para los demás. Debo estar cada vez más carente de retentiva, pero sólo recuerdo un caso emblemático de auténtica solidaridad gremial: Pagés Llergo/Julio Scherer. Y, claro, el de los migrantes de unomásuno a este proyecto que incorporó no únicamente a los profesionales del quehacer periodístico honorable, sino a estudiantes, trabajadores, maestros, académicos, investigadores no sólo de los centros de educación superior, sino de los órganos de acecho y asecho gubernamental o sea, a los agentes comisionados, del Cisen, por ejemplo. Algunos de los buenos se dieron de baja y se hicieron militantes.

Confesión: Cuando ya la insistencia sobre el futuro de La Jornada me abrumaba, recurría al método argentino. Les contestaba con esta coloquial referencia: un ingenuo ejecutivo recién llegado a Buenos Aires, preguntaba a un colega tratando de quedar bien: Y tú, boludo, dimé: ¿Cómo te ha ido en la vacación? Y dado que el interlocutor era, obviamente un boludo y de los buenos, pues de inmediato le asestaba al preguntón las siguientes cinco horas del relato más aburrido y denso de su weekend y, además, en primera persona.

Pues así yo, simplemente desarmaba al agresivo interrogador solicitándole una precisión: ¿Qué puedo entender por muchos?

Muchos, es un vocablo por demás equívoco. Significa gran cantidad o número vasto de personas, objetos, propósitos pero, ¿cuántos? La palabrita no define, desconcierta y da lugar a toda clase de dudas.

Esta indefinición me recuerda inevitablemente, a mi entrañable y siempre presente amigo Jesús Puente Leyva, quien en un mitin proselitista del candidato a la presidencia Luis Echeverría, lo convocó a que les definiera los alcances de su arenga guerrera: ¿Qué tan alto es ahora y qué tan lejos es adelante?

Muchos, es una palabra que precede al nombre y hace las veces de un adjetivo, o precede aun a otros adjetivos posesivos. Puede seguir al verbo ser, y convertirse en un adverbio que le da fuerza, intensidad, volumen. Su ubicación en la oración transforma el sentido de la misma. En ocasiones se arroga el derecho de convertirse en un pronombre.

A estas alturas, entiendo que la pregunta que me formularon ha quedado más que difuminada por mi torpeza para manejar mi versión moderna de la Smith-Corona en la que trabajo. Pero como a mí es a quien interesa una aceptable contestación, la intentaré el próximo lunes, igual que compartiré mi regocijo y mi estupefacción por la asamblea estudiantil del sábado en el Che Guevara, y mostraré la identificación evidente entre el senador panista Ismael García Cabeza de Vaca y el siempre vigente líder priísta Cuauhtémoc Gutiérrez.

Twitter: @ortiztejeda