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El vértigo horizontal, intento de erigir en CDMX un orden que en apariencia no existe
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▲ El nuevo libro de Juan Villoro (en la imagen) se presenta el 18 de octubre en la librería Porrúa Chapultepec.Foto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Domingo 7 de octubre de 2018, p. 4

Ciudad de México es imposible de ser conocida en su totalidad por lo múltiple de la experiencia urbana; sin embargo, El vértigo horizontal consigna la curiosidad del colado, del metiche en ese caos urbano que desde su fundación ha incorporado a personas diversas, sostiene el escritor Juan Villoro sobre su libro.

El caos no se improvisa porque cuesta mucho esfuerzo desordenar el espacio como lo hemos hecho. Los habitantes de la ciudad tratamos de establecer un orden conjetural para el lugar donde vivimos. Este libro es uno de los muchos intentos de establecer un mapa narrativo, una ordenación posible para algo que aparentemente no la tiene, menciona el narrador en entrevista con La Jornada.

El volumen será presentado el jueves 18 de octubre a las 18 horas, en en la librería Porrúa Chapultepec (Paseo de la Reforma s/n, Bosque de Chapultepec, primera sección).

La capital, agrega Villoro (Ciudad de México, 1956), está hecha de dos dinámicas: una que ofrece nuevas formas de vida y otra que las cancela. De esa tensión, esas luces y sombras, surge la peculiar vida urbana que tenemos.

El vértigo horizontal (Almadía / El Colegio Nacional) “es un mapa muy personal del espacio urbano; íntimo por momentos porque tiene partes autobiográficas, pero también de zonas que a mí me han llamado la curiosidad en un espacio que nos excede, imposible de ser conocido en su totalidad; es una de las muchas maneras de ver esta ciudad que se abre a tantos discursos.

“La estructura tiene que ver con la multiplicidad de la experiencia urbana, así lo quería yo. El índice es como un mapa del Metro. Hay distintas líneas. La autobiografía en capítulos que llevan los lemas ‘Vivir en la ciudad’; ‘Personajes de la ciudad’, como una especie de lotería con el merólico, el vulcanizador, el limpiador del alcantarillas y el merenguero; también ‘Lugares’ emblemáticos, otra que son las ‘Ceremonias’ que aquí ocurren o los ‘Sobresaltos’ que vivimos”.

Villoro expresa que el libro se puede está abierto a múltiples lecturas, como la ciudad misma. Puedes tratar de hacer un recorrido de norte a sur o puedes concentrarte en uno de sus barrios o conocerla de manera fragmentaria. Se debe usar como usas el trasporte urbano.

El autor menciona algunas características de la ciudad: “fue creada por migrantes, que venían de Aztlán. Desde entonces no ha dejado de recibir personas distintas; es una de las pocas ciudades del mundo que puede ser no sólo habitada sino gobernada por alguien que acaba de llegar, el caso de Andrés Manuel López Obrador.

Se ha abierto a mezclas, cambios, mestizajes y sincretismos. Esa es una de sus principales virtudes. Es una ciudad que tiene cerca de 2 millones de indígenas que hablan sus lenguas y preservan sus tradiciones; tiene extranjeros, una comunidad judía muy activa y una libanesa, decisiva en la economía.

Además, los temblores han estado presentes en la vida de todos nosotros los chilangos, hasta que en 85 nos dimos cuenta de que eran una posibilidad de destrucción, porque ese año quedó totalmente arrasada. A partir de entonces adquirimos conciencia de los terremotos, digamos que adquirimos una memoria telúrica y tuvimos ya un sismógrafo en el alma.

El narrador asevera que la reacción al terremoto de 2017 fue una manera de rebasar al gobierno y de expresar solidariamente un descontento, y anunciaba que probablemente el futuro ganador de las elecciones sería el más inconforme de los candidatos o el que fuera percibido como tal, como ocurrió.