Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 14 de diciembre de 2001
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Mundo
036n1mun ENTREVISTA

Ryszard Kapuscinski

El enemigo es el odio, no el IslamŤ

En entrevista con la Gazeta Wyborcza el pensador muestra por qué pronunciar palabras de odio en el actual ambiente mundial es una convocatoria al suicidio de la humanidad

Gazeta Wyborcza: Mucho se ha hablado ya de Osama Bin Laden, de la organización terrorista Al Qaeda, de la actual guerra en Afganistán, pero aún no se conocen a ciencia cierta los verdaderos motivos que originaron la tragedia del 11 de septiembre. ¿Acaso la plena libertad con que actúa la delincuencia organizada internacional, o bien la "globalización del mundo del hampa", como en cierta ocasión usted la definió, no será alguna señal que indique que nos estamos enfrentando con una crisis de Estado a nivel global?

Ryszard Kapuscinski: El Estado como organización de la sociedad es hoy día atacado desde diferentes ángulos. Por un lado, se encuentra bajo presión de las grandes corporaciones y bancos que desean funcionar por encima de sus fronteras, y poco les importa la existencia y los intereses del Estado. Dichas corporaciones, por cierto, resultan a veces mucho más fuertes que los pequeños organismos estatales. Por el otro, el Estado se ve debilitado desde adentro por etnonacionalismos, regionalismos. Mi tesis fundamental, que manejo desde hace años, es que no es posible democratizar un Estado multinacional, ya que en éste las naciones y grupos étnicos minoritarios siempre consideran la consigna de la democratización como consigna del separatismo y la desunión.

Ťkapuscinski-ryszardAsí fue como fracasó la revolución iraní, que había comenzado como una revolución democrática. Sus líderes -a excepción de Jomeini- fueron los egresados de la Sorbona, personas abiertas al mundo: abogados, humanistas, etcétera, pero ¿qué resultó? Todos los kurdos, árabes y otros pueblos desearon separarse de Irán en ese momento. Surgió el peligro de una total desintegración del Estado. El macronacionalismo de los persas, como potencia, se generó como reacción contra aquellos separatismos. La revolución se desvió de su curso democrático para tornarse en una matanza de kurdos y beluches.

GW: En una desintegración acabó también la democratización de otro Estado: la perestroika en la URSS.

RK: Este es un excelente ejemplo de un Estado multinacional que había empezado a democratizarse y que no resistió la presión de los micronacionalismos. Estos resultaron ser más fuertes que la potencia militar y política de Moscú. Incluso en Europa, donde sigue prevaleciendo el Estado nacional, van cobrando fuerza las tendencias centrífugas, se empieza a hablar en serio de una futura Europa como una Europa de regiones. El Estado se ha encontrado en un difícil recoveco al momento de buscar una nueva identidad. Es de ahí de donde emana la debilidad de las elites gobernantes, que no poseen hoy ideal alguno, ninguna visión clara acerca de un nuevo Estado: ni cuál sería el lugar que éste ocupara, ni qué papel habría de desempeñar.

GW: Ya han pasado a la historia los tiempos de los líderes visionarios.

RK: Esta es precisamente una derivación de la crisis de Estado, a nivel general. Aunque yo no percibo en eso ninguna culpa personal de particulares o de una generación concreta de políticos. y éste ha sido también el contexto de los acontecimientos del 11 de septiembre. Pretender soslayar este hecho es como escapar ante una mirada crítica y no querer entender que tuvimos que ver con un suceso que no deja de ser una señal de advertencia contra fenómenos complejos y dramáticos que ocurren en el mundo actual y dentro de todas las civilizaciones, incluyendo la del Islam.

GW: Pero, concretamente hablando, ¿dentro de la civilización del Islam existe algo específico que haga confirmar que el golpe viniera precisamente de ese lado?

RK: No debemos olvidar con qué fenómeno nos estamos enfrentando. El Islam representa hoy día una cifra de mil 300 millones de adeptos. Es una religión que se distingue por el más dinámico desarrollo en el mundo, que cuenta con profesantes en todos los continentes, incluyendo el americano, sobre todo en Estados Unidos, y cuya presencia en Europa se hace cada vez más notoria. Su área de mayor influencia es por tradición el cercano Oriente, pero también abarca gran parte de Asia central, norte y centro de Africa, ah, y la zona del Pacífico, sobre todo en el caso de Indonesia.

De entre las grandes religiones del mundo es la única que se desarrolla en forma activa, y mientras otras grandes religiones atraviesan por toda clase de crisis, el Islam no. Es, al mismo tiempo, la más joven de todas las grandes religiones, ya que apenas tiene mil 400 años, y se encuentra en pleno florecimiento.

Posee, además, muchas características fáciles de aceptar por masas de desprotegidos. Su esencia es la umma, es decir, comunidad, la cual tiene compromisos contraídos con sus miembros: prestarles ayuda, socorro, sustento. Da al hombre identidad. También es muy significativo el hecho de que resulta sumamente fácil dominar las reglas del Islam. Cualquiera puede volverse musulmán con sólo anunciar que quiere convertirse en musulmán.

Inusitada puede parecer también la dinámica con que va creciendo el número de profesantes del Islam. Cada año los habitantes del planeta aumentan en 80 millones, de los cuales 73 millones nacen en el Tercer Mundo; muchos se hacen musulmanes, ya que el Islam brinda a millones de pobres el sentido de pertenencia y valor. Perciben el mundo de la riqueza como algo que no corresponde al Islam y a través de este contraste se produce una conjunción del factor social (pobreza) y el religioso (Islam).

En general, el Islam es una religión pacífica, aunque posee una característica que provoca ?al parecer? un "superávit" fanático-emocional, cuyo producto es el terrorismo. Pues resulta que el Islam, a pesar de ser una religión homogénea, funciona dentro de diversos círculos culturales. Se impregna, por tanto, de creencias, influjos e interpretaciones locales. Es cuando surgen grupos de creyentes que aspiran a depurar el Islam de elementos extraños y al retorno a sus orígenes, es decir, al Corán. Es algo así como antaño los contrarreformistas en el seno de la Iglesia. Se trata de ciertos grupos que se oponen a todo intento por liberalizar las interpretaciones. Y no es sino en estos ámbitos donde nacen pequeños grupúsculos que echan mano del terrorismo.

GW: ¿Por qué?

RK: Dichos grupos tienen dos objetivos fundamentales: limpiar el Islam de enemigos internos y limpiar el mundo de infieles. El filo del terrorismo islámico se dirige más que nada contra otras fuerzas e instituciones islámicas. Enemigo de los terroristas ha sido ora Mubarak, ora Sadat, ora los partidos gobernantes, ora los bancos árabes, etcétera. El combate al terrorismo lo libran antes que nada las propias fuerzas políticas que se remiten al Islam; son ellas las que se sienten más amenazadas. Los procesos judiciales en contra de los Hermanos Musulmanes, una de las organizaciones que admiten el terror como instrumento de lucha, se llevaron a cabo ante los tribunales militares en El Cairo, y no en La Haya. Y allí los enjuiciaban y sentenciaban los propios musulmanes.

Para entender el fenómeno de lo que llamamos "fanatismo islámico", hay que saber que a lo largo de los mil 400 años de historia del Islam, han existido muchas diferentes escuelas del pensamiento -místicas, sufiés y otras- que tenían sus propias interpretaciones del Libro.

GW: ¿Algo así como los carismáticos dentro del catolicismo?

RK: Más o menos. En vista de que estos movimientos querían perdurar de alguna manera y desarrollar su estructura, tenían que mantener su identidad en anonimato. Eso era precisamente lo que, a su vez, mantenía unido al grupo. Nadie, absolutamente nadie fuera del propio círculo de los participantes conocía su existencia. Este carácter secreto sigue siendo típico hasta la fecha de los grupos extremistas que operan dentro del Islam. Es un secreto de vida o muerte: toda traición que se comete al revelarlo se castiga con la decapitación. Y dado que la historia del Islam prácticamente no conoce casos de traición, un grupo de esos resulta de hecho impenetrable. Ningún extraño es capaz de penetrar en su organización, incluyendo la más secreta policía islámica. Además, la dificultad de combatir a los grupos fundamentalistas o terroristas radica en que parecen estar fundidos con las estructuras más amplias de la sociedad islámica y resulta de lo más difícil aislarlos unívocamente de esta sociedad.

GW: ¿Qué tan larga es la historia de semejantes grupos?

RK: Tiene una tradición multisecular. Comienza allá por el siglo VIII o IX, pero no es hasta la época de las Cruzadas que va cobrando mayor fuerza, en el momento en que surge la llamada secta de los assasines. Es cuando llega a suscitarse gran conflicto entre la cultura europea y los grupos que hoy llamaríamos terroristas. Este conflicto se va alargando durante 900 años, y cada vez que Europa intenta adentrarse en el mundo del Islam, de conquistarlo en las Cruzadas, en la época de Napoleón o en tiempos de la crisis de Suez en 1956, tropieza siempre con la aparición de los movimientos terroristas-religiosos-místicos del Islam.

GW: Es decir, ¿el motivo religioso domina sobre el político?

RK: Los dos motivos se entretejen. En el Islam no es posible discernir entre lo sagrado y lo pagano. Hay que recordar que en el Islam existe aún algo que se denomina "Islam político", es decir, una corriente que aspira a que el Islam conquista el poder en el Estado y en el mundo. Dentro del "Islam político" existe a su vez otra corriente, que en inglés se conoce como militant Islam, que conforman afamados islámicos, no necesariamente tienen que ser terroristas. Estos pueden ser muy a menudo los combatientes de la guerra santa, a los que vemos en las pantallas de televisión con su carabina al hombro. Y es dentro de los grupos de militant Islamdonde aparecen periódicamente organizaciones clandestinas de terroristas que se fijan como objetivo primordial liquidar a los enemigos del Islam. Y son ellos los que matan. Para entenderlos, cabe recordar algo muy importante, que es la concepción que los fanáticos musulmanes tienen del mártir.

GW: Quien, al perecer en una guerra santa recibe una recompensa.

RK: Ni siquiera tiene que ser una guerra santa. Basta que muera en nombre del Islam, con el nombre de Alá en los labios. Es cuando va derecho al paraíso, sin tener que esperar, como los demás, el Juicio Final y su veredicto, un tanto incierto. El paraíso en el Corán es un lugar maravillosos, siempre hay agua fresca, sombra eterna, dátiles, mujeres y la cercanía inmediata de Alá. El sueño de toda la vida queda cumplido.

GW: El religioso tercer mundo... No cabe duda de que en general, éste es mucho más religioso que nosotros, el primero. La idea de la secularización es producto de la cultura de Occidente.

RK: El tercer mundo, desde luego, son muchos mundos diferentes, civilizaciones, religiones. Pero, en efecto, el "hombre del tercer mundo" ?si hemos de emplear este término un tanto simplificado? es mucho más religioso que el hombre de Occidente. No necesariamente tiene que tener un solo dios, por ejemplo en el hinduismo hay muchos dioses, o puede no tener ningún dios, puede creer en las fuerzas de la naturaleza, en los espíritus de la jungla, etcétera. Es un hombre internamente religioso. Durante una conversación siempre preguntará si crees en Dios. Más adelante, quizá ya no le interese en qué dios crees, pero la única respuesta que se puede dar en semejantes casos es "sí"; de lo contrario no se podrá evitar una confusión, un malentendido, una condena.

Los musulmanes tratan toda la existencia del hombre de manera profundamente religiosa: oración cinco veces al día, peregrinación a La Meca, ayunos... La oración es algo absolutamente natural. Cuando llega la hora, todo el mundo se arrodilla y se pone a rezar, sin importar el lugar. Fue algo que me impactó cuando vivía en Irán: la gente arregla sus asuntos cotidianos, la vida sigue su curso, y en un momento dado alguien extiende un tapete en el suelo, se pone de hinojos, junto a él se arrodilla otro, un tercero, un cuarto, un quinto; empiezan a formarse hileras: cual columnas del ejército. Y quienes lo hacen son gente común y corriente. Comienza la oración. Esto ocurre en una calle cualquiera, en un grupo de gente reunida de manera fortuita, que ni siquiera se conoce. Me tocó presenciar una oración en El Cairo en una avenida principal. Un rezo colectivo es lo que da a los musulmanes un sentido de identidad, de comunión, de unidad extraordinariamente fuerte.

GW: ¿Y de qué manera concilian las formas tradicionales de religiosidad con lo moderno?

RK: De buen grado aceptan los avances tecnológicos de nuestra civilización: televisión, automóvil, teléfono celular. Pero la adopción, y la adaptación, de las novedades del mundo tiene sus límites. Recuerdo cómo en cierta ocasión, en los Emiratos Arabes Unidos, vi algo insólito: una joven árabe, de 16 o 17 años, de grácil figura, vestía un pantalón de mezclilla bien ajustado, una blusita y... ¡con el chador en la cabeza! La mujer musulmana tiene que llevar siempre una pañoleta, ya que el Corán dice que el cabello constituye la fuente de estímulo, por lo que no puede exhibir la cabellera. Costumbres religiosas que coexisten con la modernidad, hay muchas más. La mujer no puede permanecer a solas con el hombre, porque el Corán dice que allí donde aparecen la mujer y el hombre en ese momento también aparece el diablo.

Se sienten orgullosos de su religión y su cultura, y me imagino que ahora que escuchan lo que se habla y escribe en esta parte del mundo les ha de poner terriblemente nerviosos.

GW: En categorías de competencia con la civilización de Occidente, ¿experimentan la sensación de perder? Porque ven en las pantallas de sus televisores ese mundo de opulencia, la suntuosa arquitectura moderna, automóviles, inventos tecnológicos.

mec02-071838-pihRK: Pienso que las percepciones varían. No hay que olvidar que estamos hablando de mil 300 millones de profesantes. Otra es la perspectiva de un musulmán de Afganistán, otra la de Arabia Saudita, otra más la de Nueva York. Lo más seguro es que los musulmanes de los países pobres, aquellos que cursaron estudios universitarios y, al mismo tiempo, sienten ser marginados en el mundo, pueden pensar y experimentar la sensación de que les ha tocado la de perder en categorías de civilización. Eso provoca en ellos la agresión. Pero al propio tiempo están plenamente conscientes de tener en sus manos una gran riqueza del mundo: el petróleo. Saben que basta con sólo cerrarle la llave para que al instante el mundo entero detenga su marcha y quede completamente parado. Esto es lo que les da el sentido de fuerza e importancia.

GW: ¿Y a qué se debe que en el mundo del Islam exista animadversión tan grande u odio abierto hacia Estados Unidos?

RK: Creo que la animadversión a Estados Unidos obedece a tres razones fundamentales. Primero, a causa de un simple reflejo humano: el rico despierta animadversión. Segundo, Estados Unidos, en el mundo actual, ha llegado a convertirse en la única superpotencia, y las superpotencias nunca han gozado a lo largo de la historia de gran simpatía por parte de los pueblos. Por último, esta animadversión está motivada también por el hecho de identificar unívocamente a Estados Unidos con Israel y su política en Medio Oriente. A esto podríamos agregar una cuarta razón más que todo mundo conoce...

GW: ¿Un Islam intolerante? ¿Usted protestaría contra la opinión, que a veces se escucha por ahí, de que el Islam en esencia es una religión de la intolerancia? Como ejemplo se cita en este contexto la ley coránica del shariíat.

RK: No hay nada más erróneo. Ante todo debemos entender que el Islam es religión, política, derecho, cultura. Son cosas inseparables. En el Islam no existe el concepto: "a César lo que es de César; a Dios lo que es de Dios". La ley constituye una parte importante del Islam y señala cómo gobernar una sociedad musulmana.

Efectivamente, en el shariíat también existen ordenamientos que son aplicados sólo en caso de triunfo de alguna fracción extremista dentro del Islam y su interpretación inhumana, verdaderamente bárbara. Por ejemplo, en Afganistán se ejecuta públicamente una sentencia por robo que consiste en cortar la mano derecha y el pie izquierdo al ladrón. Esto es algo así como marcar al hombre de por vida, sin mencionar el terrible dolor y sufrimiento.

El shariíat se aplica en esa forma en muy contadas ocasiones: entre los talibanes afganos, en los años 80 en Sudán, también en Arabia Saudí.

GW: Sin embargo, no deja de ser una cultura terriblemente represiva.

RK: Hay de todo. La aplicación de los mencionados castigos es desde el punto de vista de nuestra cultura de lo más criminal, inhumano, inaceptable. En esta cuestión, jamás estaremos de acuerdo con los musulmanes. Nos hemos educado en otra cultura, en otra creencia. No hay razón para idealizar el Islam, ya que posee características inadmisibles para nosotros.

En cambio, otra cosa muy distinta es la tolerancia del Islam frente a otras creencias. En los terrenos en los que se iba expandiendo el Islam, regía el principio de que cada quien podía creer en todo Dios que quisiera, con tal de que a cambio pagara un tributo. En el momento en que los musulmanes conquistaban un territorio, preguntaban a los autóctonos si estaban dispuestos a convertirse al Islam. Si no, tenían que pagar una contribución y, de ahí en adelante podían creer en todo Dios que quisieran.

GW: Palabras que matan... Tal parece que a causa de la globalización el hombre seguirá viviendo dentro del círculo de su propia cultura, pero al mismo tiempo habrá de contactarse con otras civilizaciones, totalmente inadheribles a sus experiencias, "inconcebibles". A esta división habrá de aunarse la brecha entre pobres y ricos. Esta, a su vez, se irá ahondado tanto en su dimensión geográfica -es decir, ciertas porciones del planeta estarán condenadas a la miseria- como en la social. A estos procesos, según las evidencias, les habrá de acompañar todo conato de violencia, atentados, airadas protestas, etcétera. Si tuviera que describirlo a través de analogías, ¿diría que será algo así como transferir la situación israelí-palestina a la escala global?

RK: Nuestro mundo se encuentra en una encrucijada. Hay cierta tendencia que parece inevitable: vamos a vivir en un mundo pluricultural. En cierto sentido, siempre hemos vivido en un mundo pluricultural, pero sin estar conscientes de ello, ya que nunca hubo una comunicación tan perfecta: a través de la televisión, el teléfono, Internet. Alguien podía pasarse toda la vida en China sin saber que existía la India. Hoy esto es imposible. Tenemos que ponernos a reflexionar qué hacer en esta situación.

El proceso de globalización y creación de una sociedad planetaria es irreversible. De modo que o empezamos a odiarnos, a combatir, a aniquilar, a percibir al otro como enemigo de nuestra cultura o religión, o bien empezamos a buscar entendimiento y mutuo conocimiento. ¡99 por ciento de los conflictos en el mundo derivan del desconocimiento recíproco!

Pongámonos a pensar si al vivir en diferentes culturas, civilizaciones, religiones, en realidad pretendemos buscar en otras culturas los peores aspectos para fortalecer nuestros propios estereotipos, o si más bien hemos de tratar de encontrar puntos de contacto.

Huntington habla en su libro de choque entre civilizaciones, pero la verdad es que existen también otras civilizaciones que hablan de que las culturas y civilizaciones pueden procrearse, enriquecerse mutuamente. Es cuestión de elección, qué camino vamos a tomar, y es totalmente decisiva para el futuro de nuestro planeta. Porque si implantamos en nuestro pensamiento el lenguaje de los reglamentos militares, el cual habla de un "adversario", de un "enemigo" anónimo, entonces podrá suscitarse una espantosa catástrofe. Con la sobresaturación de armas de todo tipo -atómicas, químicas, biológicas- resulta muy fácil hacer volar el mundo por los aires. Ayer se atacaron los rascacielos estadunidenses, mañana se podrá contaminar el agua y envenenar una gran ciudad...

GW: ...y propagar las esporas de ántrax...

RK: Y esto puede provocar -y de hecho ya lo ha provocado en parte- incalculables procesos, que nadie será capaz de controlar y sobre los que pocos se han puesto a pensar hoy día. De manera que si seguimos creando un ambiente de desquite y venganza, esto provocará consecuencias que todos tendremos que lamentar. Hoy el empleo de toda palabra hostil puede resultar fatal. Por lo tanto, cualquier persona, antes de pronunciar palabras de odio, debería ponerse a reflexionarla cien veces.

Somos seis mil millones de personas que vivimos en decenas de culturas, religiones, lenguas; gente que posee miles de intereses divergentes, propósitos, deseos, necesidades. Esta sociedad planetaria no tiene una escala de valores ni una autoridad común. Nadie ejerce poder alguno sobre ella. En tanto que está cargada de emociones contrarias; el solo hecho de utilizar hoy el lenguaje del terror y el odio es simplemente como jugar con la mecha junto a un barril de pólvora. Y los políticos que no se han puesto a pensar en el contexto de los recientes atentados han asumido un juego sobremanera arriesgado. Me preocupa que en una situación como en la que se encuentra el mundo se escuchen tan pocas voces de prudencia, de reflexión, y del sentido de tragedia. Cuán fácil podría aprovecharse la coyuntura de la guerra y la destrucción para hacer volar al mundo en mil pedazos, después de lo cual ya no habrá salvación...

Traducción: Aleksander Bugajski
 


Ť Tomado del diario Gazeta Wyborcza

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