Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 14 de diciembre de 2001
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Mundo
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Ť Angel Guerra Cabrera

El dilema de Hugo Chávez

El paro empresarial contra el presidente venezolano Hugo Chávez es el punto más alto de una conspiración desestabilizadora iniciada desde que éste asumiera el cargo. Los patrones protestaron contra el paquete de 49 leyes, anunciado por el mandatario hace un mes, porque, alegan, agrede la propiedad privada, ahuyenta la inversión extranjera y no les fue "debidamente" consultado. Se trata, en verdad, de medidas tendentes a beneficiar a los más humildes y afirmar la soberanía, como li-quidar el latifundio, distribuir tierra a los campesinos y reforzar la rectoría estatal en la economía, incluyendo el estratégico sector de hidrocarburos. El ex paracaidista concitó tempranamente la oposición de la vieja clase política, los grandes empresarios, los jerarcas de la Iglesia católica, los dueños de los medios de comunicación y los burócratas sindicales, cómplices todos del saqueo del erario y de la aguda polarización social.

Venezuela ingresó en las últimas tres décadas 350 mil millones de dólares por venta de petróleo y tiene 80 por ciento de pobres. Uno por ciento de sus habitantes posee 60 por ciento de la tierra. Fueron los pobres quienes alzaron a Chávez a la presidencia en 1998, apoyaron en sucesivas consultas la nueva Constitución y la restructuración estatal propuestas por él y lo ratificaron en el cargo el año pasado.

La desprestigiada y cipaya oligarquía venezolana no podría por sí sola lanzarse a la desestabilización de un gobierno legítimo en un país geográficamente tan sensible para Estados Unidos, que es además su segundo abastecedor de petróleo. Aunque Washington ha tratado de cuidar su retórica respecto del régimen de Chávez, es evidente que éste constituye un obstáculo importante para sus planes actuales en América Latina y particularmente en la región andina. El mandatario venezolano ha seguido una política independiente que aboga por la multipolaridad frente a la unipolaridad, por la integración latinoamericana inspirada en Simón Bolívar frente al ALCA y al Plan Colombia, por una distribución más justa de la riqueza frente al desenfreno neoliberal. Chávez fue decisivo en la revitalización de la OPEP, casi extinta después del fin de la guerra fría, y ha criticado la matanza de civiles inocentes en Afganistán. Su diplomacia ha buscado recomponer el frente tercermundista y fomentar la cooperación con sus vecinos, ejemplo de la cual son el Pacto de Caracas, que entrega petróleo a los países caribeños a precios preferenciales, y su endoso al proceso de paz en Colombia.

Figuras principales de la conspiración contra Chávez desde la administración del presidente George W. Bush son el cubano-estadunidense Otto Reich, nombrado secretario de Estado asistente para el hemisferio occidental, y John Negroponte, embajador en la Organización de Na-ciones Unidas, ambos veteranos de la guerra sucia contra la revolución sandinista y las insurgencias centroamericanas, y en-trañables de la derecha terrorista cubana de Miami, donde tienen a sus más diligentes operadores antichaviztas.

Al ex golpista Chávez, como acostumbran llamarlo los medios de comunicación de Estados Unidos, se le acusa de autoritarismo sin ningún fundamento. En Venezuela no se ha coartado ninguna de las libertades fundamentales. Al contrario, los opositores abusan ostensiblemente de la tolerancia de las autoridades para avanzar su agenda subversiva.

Chávez cuenta con amplia mayoría parlamentaria y, aunque mermado, conserva aún apoyo en el pueblo y en las fuerzas armadas. La aplicación firme de las 49 le-yes, como ha prometido, podría recuperarle adeptos, renovar la fe en el proceso revolucionario de quienes han sido su sostén principal y frenar el ímpetu subversivo de la fragmentada oposición.

La respuesta a los conspiradores ha ca-recido del arropamiento popular indispensable para la defensa eficaz de un proceso revolucionario. Ello exigiría también del gobierno venezolano y de su Movimiento Quinta República dar un vuelco al pobre trabajo político y organizativo con su base de apoyo civil y militar. Junto a la ausencia de realizaciones importantes en el combate a la pobreza esto le ha restado fervor entre sus seguidores, probablemente haya impedido que conquistara a parte de las capas medias y favorecido deserciones de la coalición oficialista.

De la rectificación o no en este punto depende principalmente la estabilidad y el fortalecimiento del gobierno, o que éste sea llevado a una situación insostenible por sus enemigos.

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