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REPORTAJE
Mañana, medio siglo de la muerte del intérprete
rioplatense
Discépolo, presocrático del tango
Los versos pesimistas y descreídos de Discépolo
se anticiparon al existencialismo. En algunos diccionarios franceses sobre
el tema su nombre figura mezclado con Sartre, Jasper y Kierkegaard, por
lo que posiblemente su valor en la poesía del tango permita que
esta valoración académica no resulte exagerada
JOSE STEINSLEGER
Dentro de la llamada ''guardia nueva del tango'' tres
figuras sobresalieron con perfiles nítidos en el decenio de 1940:
Homero Manzi y Enrique Santos Discépolo, poetas del tango, y el
director Aníbal Troilo, en cuya orquesta se formó Astor Piazzola.
Si bien con diferencia de edades, el trío compartió
la amistad y se admiraron entre sí. En cierto sentido, sus historias
están entrelazadas por el mismo éxito a partir de la desaparición
de Carlos Gardel (1936). Sin embargo, a Discépolo le tocaría
trascender como el filósofo por antonomasia del siglo XX argentino.
En 1935, año en que Jorge Luis Borges publica su
Historia
universal de la infamia, Discépolo graba por primera vez Cambalache
(revoltijo), tango que habla de las infamias de la realidad real y en el
que cifró la decepción y el fracaso argentino de la llamada
''década infame'' (1930-40).
Con bronca y rebeldía, Cambalache sigue
cantándose en todos los rincones del continente:
''Que el mundo fue y será
una porquería ya lo sé...
en el quinientos seis ¡y en
el dos mil también!...
Todo es igual...nada es mejor
¡Lo mismo un burro que
un gran profesor!
¡Qué falta de respeto, qué
atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!''
Los
tangos de Discépolo fueron escritos en medio de sórdidas
angustias económicas. ¿Qué vachaché?
(en lunfardo ''¿Qué vas a hacer?'', 1926); Chorra (ladrona),
de 1928; Esta noche me emborracho (1929); Yira... yira...
(prostituta), de 1930; Uno (1943) y el inolvidable Cafetín
de Buenos Aires (1948), estos últimos con música de Mariano
Mores, abordaron los temas de la vida con singular efectividad.
Se cuenta que un día el compositor reunió
a sus acreedores en su departamento y los invitó a... platicar.
''No tengo con qué pagarles'', les espetó él con valentía.
''En la vida de todos los hombres ?agregó? siempre existe un momento
en que necesitamos algo, alguna cosa que en ese minuto es más necesaria
que cualquier otra. Hay días en que necesitamos una corbata negra,
por ejemplo. Tenemos cien corbatas, pero nos falta la negra...''
La angustia que dimanaba de su cuerpo y sus facciones
de payaso tristón conmovieron el aquelarre: ''Hay un hambre que
es tan grande ?prosiguió? como la del pan y es la de la injusticia,
la de la incomprensión. La producen las grandes ciudades donde uno
lucha solo entre millones de hombres indiferentes al dolor que uno grita
y ellos no oyen... Las ciudades no tienen tiempo para mirar el cielo...''
Con lágrimas en los ojos, el panadero, el carnicero,
el lechero y el sastre, le rogaron a ''Discepolín'', como le decían
cariñosamente, que aceptara seguir adquiriendo sus mercancías
gratuitamente, hasta que pudiera pagarlas.
Flaco y narigón, bajito y nervioso, de humor negro
y masoquista, Discépolo solía decir que el destino había
sido justo con él. Con aires de resignación vallejiana observaba:
''...tengo un cuerpo chico pero es mejor que tener un cuerpo grande: tienen
menos sitios donde pegarme''. Amargura que destilaba en letras sardónicas
que eran, según sus biógrafos, la proyección de su
vida.
Así es que no fue Ernesto Sábato (como cree
el propio novelista), sino Discépolo, quien acuñó
la definición más cercana de lo que sería el tango:
un pensamiento triste que se baila.
Nacido en pleno centro de Buenos Aires el 27 de marzo
de 1901, el éxito y la fama le llegaron en forma tardía a
este presocrático del dos por cuatro. Y sería recién
con el triunfo del peronismo (1945) para que junto con otros intelectuales,
artistas y pensadores pudiese gozar de cierta dignidad en un medio cultural
agresivo y displicente ante todas las formas de la cultura nacional.
El sociólogo Juan José Hernández
Arreghi, nada tanguero pero agudo en sus juicios, explica la adhesión
de Discépolo al peronismo: ''...La inteligencia nacional, a tientas,
inició la tarea de esclarecimiento. Esta tarea, bien pronto fue
atacada de fascista, justamente por las fuerzas que habían desviado
al país del proceso democrático y por los sectores intelectuales
al servicio consciente o inconsciente de intereses antinacionales'' (Imperialismo
y cultura, 1957, Ed. Plus Ultra, Buenos Aires, p.97).
Los versos pesimistas y descreídos de Discépolo
se anticiparon al existencialismo. En algunos diccionarios franceses sobre
el tema su nombre figura mezclado con Sartre, Jasper y Kierkegaard por
lo que posiblemente su valor en la poesía del tango permita que
esta valoración académica no resulte exagerada.
Con tono epistolar, el poeta Osvaldo Rossler escribió:
''...Tus tangos se transmiten de una generación a otra sin que el
tiempo consiga meter su aviesa marca de destrucción y olvido...
Tratar de explicarte y de fundamentarte a la luz de la sociología
es una necedad que sin embargo tiene sus entusiastas, sus decididos cultores...
Si Yira, yira refleja alguna crisis es la del individuo''. (Protagonistas
del tango, Emecé, Buenos Aires, 1974, p.25)
¿Cómo dudar de la filosofía discepoliana
si en tangos como ¿Qué 'sapa' señor? (Qué
pasa), su mensaje se anticipó 70 años al orden neoliberal?:
''La tierra está maldita
y el amor con gripe en cama...
La gente en guerra grita
bulle, mata, rompe y brama
Al hombre lo ha 'mareao'
el humo al incendiar...
¿Qué 'sapa' señor...que todo es
demencia?
Los chicos ya nacen por
correspondencia
y asoman del 'sobre' (cama)
sabiendo 'afanar' (robar)...''
Antes de convertirse en un clásico fundamental
de la música rioplatense, Discépolo fue escritor, músico,
actor y cineasta. Vivió 50 años y murió en un día
como hoy, hace 50 años.
Uno (1943)
Uno busca lleno de esperanzas,
el camino que los sueños
prometieron a sus ansias...
Sabe que la lucha es cruel
y es mucha, pero lucha y se desangra
por la fe que lo empecina...
Uno va arrastrándose entre espinas
y en su afán de dar su amor,
sufre y se destroza hasta entender,
que uno se ha quedado sin corazón...
Precio de castigo que uno entrega
por un beso que no llega
o un amor que lo engañó...
Vacío ya de amar y de llorar
¡tanta traición!
Si yo tuviera el corazón...
¡el corazón que dí!
Si yo pudiera como ayer
querer sin presentir...
Es posible que a tus ojos
que me gritan su cariño
los cerrara con mis besos...
Sin pensar que eran como ésos
otros ojos, los perversos,
los que hundieron mi vivir...
Qué vachaché (1926)
Lo que hace falta es empacar mucha moneda,
vender el alma, rifar el corazón;
plata, plata, plata... y plata otra vez...
Así es posible que ''morfés'' (comer) todos
los días,
tengas amigos, casa, nombre...¡lo que quieras vos!
¡El verdadero amor se ahogó en la sopa,
la panza es reina, y el dinero Dios!
¿Pero no ves ''gilito'' (tontito) embanderado
que la razón la tiene el de más ''guita''
(plata)?
¿Que la honradez la venden al contado,
y a la moral la dan por moneditas?
¿Que no hay ninguna verdad que se resista
frente a dos pesos moneda nacional?
Vos resultás haciendo el moralista
un disfrazao...sin carnaval.
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