Carlos Fernández-Vega

LOS MÉDICOS DE LA Casa Blanca aún no determinan si el dominical desmayo de George W. Bush fue consecuencia de un pretzel atorado en el esófago, un resfriado de mediano potencial o, de plano, del creciente caudal de aguas negras que se filtra por buena parte de la estructura gubernamental republicana, luego del escándalo por la quiebra de Enron Corporation, el gigante mundial de la comercialización de energía eléctrica.

TRAS EL DESFALLECIMIENTO, el mandatario estadunidense aseguró sentirse "estupendamente", a grado tal que refirió: "Mi madre siempre me decía: cuando estés comiendo pretzels, mastica antes de tragar. Háganle caso a sus madres". Y todo indica que el amigou de México justamente mastica -porque no puede tragar- la nada agradable situación en que se encuentra por el escándalo Enron, consorcio que junto con su presidente, Kenneth Lay -amigo personal del inquilino de la Casa Blanca-, aparecen registrados entre los principales "donantes" (600 mil dólares) de fondos para la campaña electoral de George W. Bush.

POLITICOS Y ANALISTAS estadunidenses encuentran similitudes entre el escánda

lo Whitewater, de Bill Clinton, con el de Enron, de George W. Bush, aunque algunos más puntiagudos comparan el último con el Watergate del también republicano Richard M. Nixon. Sin embargo, el actual mandatario estadunidense ha tratado de salir al paso de los comparativos y deslindarse, de manera no muy convincente, de su cercanía con Enron y su presidente Lay.

UNOS DIAS ATRAS, George W. Bush anunció la "revisión plena de las reglas de pensiones y de reportes corporativos" de Enron, consorcio que antes de su quiebra ocupaba la séptima posición en el listado mundial de trasnacionales, y ofreció investigar "completamente asuntos como su bancarrota para asegurarnos que podamos aprender del pasado y que los trabajadores estén protegidos". Sin embargo, el compromiso se dio luego de que miles de trabajadores perdieron su empleo y que miles de millones de dólares de inversionistas y trabajadores confiados a las finanzas del gigante de la energía se fueron al caño.

JUNTO CON EL DESMAYADO, buena parte del aparato gubernamental estadunidense se ha comprometido a realizar las investigaciones pertinentes para esclarecer las causas de la quiebra de Enron y determinar si en dicho proceso el consorcio defraudó a los inversionistas. En esta línea de acción se encuentran el Departamento de Justicia y el Congreso, mismo que lleva al cabo su propia pesquisa por medio del Comité Judicial del Senado, mismo que citó a Kenneth Lay para que comparezca el próximo 4 de febrero.

EL DESLINDE PRESIDENCIAL, sin embargo, no ha sido suficiente, toda vez que su cercanía con la otrora exitosa trasnacional está más que documentada. "Andrew Leonard establece los vínculos entre Enron y Bush. La compañía, con sede en Houston fue la primera que aportó financiamiento para la carrera política del actual presidente. El gobierno de Estados Unidos tiene ahora fuertes vínculos con la firma eléctrica: el responsable del Ejército, Thomas White, es un ex alto ejecutivo de Enron; Robert Zoellick, representante comercial de la Casa Blanca, fue miembro de la junta de asesores de la compañía; la firma de consultoría de Washington contratada por Lawrence Lindsey, el principal asesor económico de Bush, trabajó para Enron. Otros altos funcionarios de la administración, como Karl Rove, jefe de estrategia política de Bush, y Lewis Libby, jefe de personal del vicepresidente Richard Cheney, poseían acciones de Enron cuando se incorporaron al gobierno. El creciente escándalo por las operaciones que llevaron a Enron a la quiebra hará que el caso Whitewater sea cosa de niños, comentó Robert Scheer (Los Angeles Times) y dijo que claramente deberá haber al menos una profunda investigación del Congreso acerca de la conexión entre la administración Bush y la debacle de Enron. Varios hechos deben ser revelados, comenzando por el contenido de una reunión privada entre Kenneth Lay (presidente de Enron) y el vicepresidente Cheney, en la que se habló sobre el diseño de la política energética del actual gobierno", publicó La Jornada (Roberto González Amador) días después de la debacle de la comercializadora de energía.

"FUE ENRON EL QUE proporcionó el modelo para el proyecto de gobierno ?de Bush?, según el cual la economía podría crecer a partir de la teoría de que la riqueza de unos cuantos termina por permear a toda la sociedad. Ese modelo ha dado a los grandes corporativos todo lo que quieren en pago por el financiamiento de las campañas de los políticos, escribió Scheer en el rotativo, y señaló que a cambio de sus contribuciones a Bush, desde que era gobernador de Texas, Enron obtuvo facilidades para flexibilizar la regulación en el mercado de energía de ese estado. El propio Bush, señaló, intercedió en 1997 a favor de Enron ante el estado de Pensilvania para que la compañía eléctrica pudiera entrar a ese mercado. Hay que recordar que, ya con Bush en la presidencia, la administración federal rechazó dar asistencia a California y otros estados durante la crisis energética y los consumidores debieron pagar un mayor costo. Enron era una de las compañías que habían incumplido sus ofertas de abasto. Bush puede ser llamado como testigo en las audiencias que convocará el Congreso para desentrañar este lío, indicó". (ibid)

PERO BUSH HA HECHO su intento por marcar distancia con el escándalo y ha asegurado que nunca discutió con el presidente de Enron los problemas financieros de la empresa. La última vez que habló con él, según el mandatario, "fue en la primavera pasada en un evento sobre analfabetismo". La figura resulta por demás atractiva.

Más atractivo, sin embargo, debe ser este ejemplo para que el gobierno mexicano pondere su política energética y, sobre todo, su voluntad de privatizar a este estratégico sector.

Las rebanadas del pastel: