Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 15 de enero de 2002
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Cultura
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Ť Su gobierno destina a las artes cerca de 1 por ciento del presupuesto nacional

La cultura en Francia, ejemplo de un efectivo apoyo fiscal a creadores

Ť El caso de ese país parece refutar la opinión de Francisco Gil Díaz, secretario de Hacienda

Ť Documento de su embajada en México revela que el sector no es una ''mercancía banal''

RENATO RAVELO

En 1981, en Francia, 37 por ciento de la población no leía ni un libro al año, por lo que las autoridades encargadas de cultura decidieron aplicar un impulso general que, 11 años después, redujo ese dato a 25 por ciento y garantizó que todas las poblaciones con más de 50 mil habitantes contaran con una sala de lectura pública, en lo que constituye uno de los ejemplos de la efectividad del apoyo del Estado a la cultura, en un país que dedica a este rubro cerca de 1 por ciento de su presupuesto global, porque considera que ''la imagen de Francia es indisociable de su cultura'', como muchos mexicanos afirmarían.

Recientemente, en entrevista radiofónica, el secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, expresó: ''Países que tienen un nivel muy elevado de cultura no lo han logrado a base de subsidios, de no cobrar impuestos o de tratamientos fiscales especiales'' (La Jornada, 9/01/02)

El caso de Francia parece desmentir al funcionario, pues en ese país los autores sólo pagan un impuesto de 5.5 por ciento por sus derechos de autor; además, cuentan con la posibilidad de deducir gastos propios del oficio.

Protección a las artes

La política cultural francesa de apoyo a la cultura es una tradición que se remonta al siglo XVI cuando se impulsó el francés para la redacción de ''las sentencias y de las actas notariales; y la Academia francesa, creada en 1635, vigiló la evolución del idioma. En el siglo XVII el Estado se afirma como protector de las artes'', aspecto que hasta la fecha se mantiene con los 11 millones 430 mil euros dedicados el año 2000 al financiamiento a la cultura, que el estado general y las colectividades locales ejercieron.

Cifras de la oficina de información de la embajada de Francia señalan: ''En 1998 se editaron 47 mil 168 títulos de libros de los que 24 mil 514 fueron nuevos títulos y 22 mil 654 reimpresiones; 415 millones de ejemplares se vendieron ese mismo año, en beneficio de 311 editoriales, con lo que se generaron ingresos por 16 mil millones de francos (2. 440 millones de euros)''.

Pero el apoyo no se limita a la cultura escrita, ya que en el cine de cada 50 francos por concepto de entrada, 10 se destinan a un fondo de apoyo a la creación, gracias al cual el año pasado se esperaba que las entradas por películas francesas superaran a las de cintas estadunidenses, en un caso único en el mundo.

El documento Cultura y ocio, señala: ''Francia, que inventó el cinematógrafo en 1895, sigue siendo muy dinámica en ese sector. En 1998 se produjeron cerca de 148 películas (segundo lugar mundial en inversiones cinematográficas)... A pesar de la competencia de la televisión, el cine atrajo a más de 170 millones de espectadores ese año, asistencia récord desde hace 13 años, en las 4 mil 600 salas disponibles''.

Según determina el estudio, ''cada año los franceses gastan casi 150 mil millones de francos (25 mil millones de dólares) en la adquisición de material y de soportes audiovisuales y en la compra de libros, periódicos, revistas y localidades para espectáculos. A este consumo cultural de los hogares cabe añadir el de las empresas, el del Estado y el de las entidades territoriales, llegando al total de unos 200 mil millones de francos (33 mil millones de dólares)''.

Persistente expansión

El impulso a la cultura, sostiene el documento, se justifica porque ''las industrias y los servicios que satisfacen esta demanda se han convertido, pues, en un auténtico sector económico, que da empleo a más de 300 mil personas y registra, además, una expansión persistente''.

Y esto, en el marco de un Estado que se asume en la modernidad, pero con identidad pues considera que ''al afirmar que la cultura no puede considerarse mercancía banal, al reclamar para cada Estado el derecho a alentar a sus creadores, Francia se proponía contribuir al mantenimiento de las tradiciones que constituyen el patrimonio de la humanidad''.

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