Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 9 de abril de 2002
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Política

Alberto Aziz Nassif

ƑQuién detendrá a Sharon?

La última fase de la guerra en Medio Oriente resulta otro amargo episodio para los milenarios vecinos y enemigos históricos: Palestina e Israel. La nueva invasión militar de las tropas israelíes de Ariel Sharon sobre Palestina se inició el pasado 29 de marzo, pero prácticamente desde el 11 de septiembre de 2001 comenzó la escalada de violencia: tanques, explosiones suicidas y muertes de un lado y del otro. Mientras los dueños del tablero de ajedrez mueven sus fichas lentamente, todos los días aumentan los muertos.

Se trata de una guerra desigual y larga, de por lo menos 54 años, en la cual Palestina ha sido territorio ocupado. En diversas partes del mundo (Siria, Francia, América Latina) las protestas en contra de esa guerra movilizan a miles y miles de ciudadanos, pero los halcones han emprendido el vuelo de la muerte. ƑQuién los detendrá?

Ariel Sharon, ahora primer ministro, pero antes autor del asesinato masivo en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, donde se presume que murieron hace algunos años mil 700 civiles inocentes (La Jornada, 8/04/02), es un guerrero extraviado, sin proyecto ni moral. El conflicto que libra Israel ha sido bien definido por Eduard W. Said como "una guerra contra la población civil, aunque en Estados Unidos no se diga nunca. Es un conflicto racista y, desde el punto de vista estratégico y táctico, una guerra colonial. Se mata y se hace sufrir a unos ciudadanos por no ser judíos. šQué ironía!" (El País, 21/03/02). La ironía tiene la mueca de la repetición: el perseguido se ha convertido en perseguidor, el torturado en torturador, y al que quisieron exterminar, ahora extermina. Es el sentido de la metáfora de José Saramago, quien ha comparado lo que pasa hoy en los territorios palestinos con Auschwitz (La Jornada, 26/03/02).

Después de que la mayoría de las ciudades palestinas han sufrido considerable destrucción, según testimonio de escritores que han visitado la zona, finalmente Estados Unidos pide con timidez a Sharon que haga el favor de "iniciar el repliegue" y manda tardíamente al secretario Colin Powell; pero el primer ministro no sólo no se repliega, sino que hace expansiva la guerra y con un "no hay vuelta atrás" ataca otra vez. Mientras tanto, la confusión y la incertidumbre siguen: Yasser Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, sigue como prisionero de guerra, no puede moverse ni un centímetro y está completamente sitiado. La estrategia de Sharon pareciera ser quitar a Arafat del medio y tener el pretexto para enfrentarse en una guerra final en contra de los grupos extremistas. Bush tampoco concede valor político a Arafat, a quien ha descalificado abiertamente.

La guerra de Bush en contra del terrorismo después del 11 de septiembre fue la cobertura para el reinicio de la guerra árabe-israelí. Lo que hace unos meses sirvió de pretexto para una embestida en contra de los palestinos, hoy se ha convertido en un conflicto regional de proporciones enormes que mueve todo el tablero internacional. Los precios del petróleo han empezado a subir frente a la amenaza de algunos países árabes de cortar el suministro a Occidente, en particular a Estados Unidos; la Unión Europea (UE) ha iniciado la batalla diplomática por la paz, pero ha sido despreciada por Sharon, quien impidió a una comisión de la UE entrevistarse con Arafat; la estrategia de Estados Unidos en contra del terrorismo se ha entrampado en este conflicto y varios de sus aliados árabes ponen por delante a Palestina y anuncian un enfriamiento de relaciones; además, sus pretensiones de atacar a Irak y a Irán se complican; la Organización de Naciones Unidas emitió hace unos días una nueva resolución, la número 1403, en la que pide el retiro de las tropas israelíes de los territorios palestinos y de nuevo Israel la ignora, como ha hecho con todas las resoluciones anteriores durante años.

Los acuerdos de Oslo, último pacto importante en la pacificación del conflicto, han quedado reducidos a añicos y a un costo muy alto. Esta guerra, que al parecer no será detenida pronto, seguirá por la ruta actual con un saldo diario de muertes y destrucción, mientras se debilitan cada vez más los grupos y liderazgos que apelan a la moderación y a la paz. Cuando el humo de las bombas se esfume y la batalla se detenga no sólo se verán con más claridad las ruinas de las ciudades palestinas, sino también las de las estructuras políticas, de los grupos y liderazgos arrasados por la guerra, y entonces la pregunta será: Ƒcon quién reconstruir un pacto? Pero, entre tanto, urge parar la guerra.

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