Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 24 de abril de 2002
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Cultura
Operas con Tania

Emilio Carballido

libertad-tania.4.jpgClaro que es sorpresa el disco de Tania. No es la primera que da en su vida.

Cantaba folclórico y protesta, era una amada, rebelde hija de los sesenta y setenta, con una voz vibrante, expresiva, que daba a las letras todo su valor. Se volvía negra en el canto negro peruano, desatada, báquica. O abanderada de la paz y de América Latina.

De pronto cantó boleros. Terreno nuevo, género que parecía declinar: ella contribuyó a esa resurrección potente y viva del género, que empezaron a tomarlo cantantes de los más diversos mundos musicales.

¿Qué hace ahora? ¿Qué paso enorme en su vida con la música? Se lanza al terreno que pisan las divas, las María Callas, las Teresa Stratas, las Southerland... ¡Opera! Tania canta ópera y escoge justamente los momentos que han frecuentado las Grandes. Opera italiana y francesa. ¿Y qué resulta de esto?

Resulta que advertimos la amplitud de registro de su voz: abarca todos los timbres de soprano hasta mezzo. (Se permite cantar la Habanera de Carmen, creo que ligeramente transportada.)

Advertimos la claridad y pureza de su timbre, la absoluta belleza de su timbre que en estas arias brilla como no puede fácilmente hacerlo en otra música. Voz clara, vibrante cuando se debe, con un sentido interpretativo deveras dramático; está dando el valor de situación que hay en la música (la ópera es drama) y está dando carácter.

Ya la habíamos oído cantar Villalobos, su famosa Bachiana Brasileira para soprano, usada nomás como instrumento solista entre la orquesta sinfónica. Y fue algo bello.

Pero ahora la sorpresa es encontrarnos una Tania que crece en facultades y ambiciones. Digo ambiciones, quiero decir, ambiciones musicales. Para que quisiera tragarse y cantar la música entera del mundo. Lo hará, con belleza. Se dejará poseer del esplendor de otros caminos musicales y nos los entregará límpidos, recién lavados del río.

Su disco de ópera no debería llamarse ¿Y por qué no?, sino ¿Por qué hasta ahora?

Le agradecemos la pureza que devuelve a las arias, la plenitud dulcemente apasionada con que rinde cada una sin competir con nadie... Tampoco pienso en alguien que pueda competirle más que en términos de igualdad.

¿Qué esperar ahora? La novena de Bethoveen o la Cuarta de Mahler, o música sagrada de la India o de Japón, o arias de ópera de Pekín. Nada me sorprenderá, pero lo mejor, todo nos deleitará y abrirá nuevos oídos y nuevos públicos a zonas y zonas de la música.

Bravo, Tania.

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