Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 24 de abril de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas
  >

Espectáculos
Casi dos horas de música y desmadre con el público

El ensayo de Miguel Ríos en el Zócalo devino concierto y declaración política

ELIA BALTAZAR

MiguelRios2Un ensayo devino concierto y declaración política en contra del presidente estadunidense George W. Bush y sus amigos, quienes quieren dictar desde arriba sus reglas al mundo.

Era Miguel Ríos, el roquero español, quien ayer al mediodía puso alto al trajín popular del centro de la ciudad, al protagonizar una tocada que en principio no tenía más propósito que calentar guitarras para el concierto que ofreció horas después, por la noche, en el Zócalo de todos los ritmos.

Sorprendido y abochornado por el sol y los aplausos de un público improvisado, pero no menos generoso, Miguel Ríos aprovechó la ocasión para recordar su último viaje a México, el año pasado, durante el arribo de la marcha zapatista a la Plaza de la Constitución. Y los decibeles de su voz se levantaron al expresar su apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional y augurar su triunfo. Porque "Zapata vive y la lucha sigue".

Si dio la pauta en el escenario, abajo no tuvo más que seguir el ritmo de sus palabras. Y la pregunta sobre Cuba, México y Estados Unidos fue obligada, dado el concierto de declaraciones a propósito. De los primeros, ni hablar. Pero al son de los acontecimientos en el mundo, Ríos no pudo menos que comparar a Bush con "un buen director de orquesta... pero chusca".

Lo que está pasando en el mundo es inconcebible. ¿Y qué es lo que sucede? "Que los países tengan tan poca libertad para expresar, por lo menos, sus propias necesidades. Que todo esté dictado desde arriba por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y las multinacionales y, por supuesto, por el señor Bush y sus amigos."

Hasta allí lo político, colofón de casi dos horas de música y desmadre entre el cantante y un público trashumante que ayer llegó tarde a todos sus destinos. Porque todo comenzó con Santa Lucía, poco antes de las 12 del día, y no concluyó hasta casi las 2 de la tarde, engarzadas las horas con los acordes de canciones vueltas éxito a fuerza de nostalgia ochentera.

Nadie daba crédito a sus oídos al principio, acostumbrados como estamos a ver convertido el Zócalo ya no sólo en la plaza de todas las causas, sino de todos los ritmos. Un tarareo furtivo de las notas comenzó a confundirse con algunos comentarios: "Seguro que es disco". "Están calentando a la gente para la noche. ¿Pues qué no sabes que va a tocar hoy?" "Pero cómo crees que va a ser él". Y sí fue.

Allí estaba el eterno Miguel Ríos, de negro todo, calzado con tenis, escondiendo las entradas bajo una gorra y el jet lag tras unas gafas negras. Sorprendido al ver cómo, de poco, se iban sumando los aplausos in crescendo.

Sólo fue un ensayo, cierto. Pero los aplausos, las porras y los gritos lo convirtieron en un improvisado concierto. Muy cálido, eso sí. Y no sólo por la temperatura, sino por la sorpresa que significó para muchos capitalinos toparse de oídos con aquellas canciones de muchos conocidas.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año