Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 30 de junio de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería de La Jornada
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >


 

Sociedad y Justicia
Pocas voces se levantaron ayer en favor de la iniciativa de ley de sociedad de convivencia

Mucha fiesta y poca política, en el desfile lésbico-gay del DF

ANGEL BOLAÑOS Y ELIA BALTAZAR

Fiesta mata consigna. Y ayer pocos fueron los asistentes a la marcha lésbico-gay que se preocuparon por levantar la voz en favor de la iniciativa de ley de las sociedades de convivencia, la carta fuerte de este movimiento en la Asamblea Legislativa, y que significaría la adquisición de derechos para las parejas de hecho.

A la vista, las sociedades de convivencia se hicieron cuerpo y alma ayer sobre Reforma, desde la puerta de Los Leones, en Chapultepec, hasta el Zócalo, en una marcha de 30 mil personas que abrió espacios para todas las corrientes de expresión lésbico-gay. Allí estaban los leather, vestidos de piel. Travestis y transgenéricos enfundados en trajes de tehuanas, reinas de la moda. Los pechos de silicón al aire, las tangas, los vestidos que poco esconden. Un contingente de la UNAM ofrecía "una universidad pública y diversa". Otro de policías y uno más vestido de faunos. Allá los darketos, los cristianos, los sin grupo, los mirones tentados por el desmadre, los heterosexuales solidarios.

Ni la lluvia cerró el paso a una marcha que se prolongó desde las 13:30 hasta las 17:30 y en la que se cernió la amenaza de división entre contingentes. Al final, un llamado a la unidad y todos a jalar parejo. Pues ya reza el proverbio: "Somos muchos y seremos más".

Mucha celebración y poca política, aunque algunas mantas y carteles en favor de las sociedades de convivencia se levantaban y ganaban paso a los contingentes para demostrar que no sólo de baile y pachanga viven gays y lesbianas, y que en manos de los diputados locales está pendiente la votación de la iniciativa presentada por la legisladora independiente Enoé Uranga, que busca "regular las relaciones patrimoniales, los derechos de tutela y sucesión legítima" entre personas del mismo sexo que decidan proteger su convivencia de pareja, mediante la celebración de un acto jurídico.

Aclaremos, para las buenas conciencias, que no se trata de matrimonio, si acaso de un contrato. Pero ni así se convencen los diputados que en cinco días volverán a discutir sobre las sociedades de convivencia, ya en el pleno de la Asamblea Legislativa. Por eso, en la tarima de oradores hubo recordatorios al PRD de su compromiso con la comunidad lésbico-gay y de su obligación hacia ésta.

En la marcha, sin embargo, se impusieron los aires de carnaval, los disfraces provocadores, las consignas divertidas que estallaban "jotas" a diestra y siniestra. Y música, mucha música tecno, house, dance y pop, que concentraba en torno de nueve tractocamiones -patrocinados por bares y discotecas- a la mayor parte de jóvenes gays, más dispuestos a exhibirse por diversión que por conciencia. Porque "si no hay libertad sexual, no hay libertad política".

¡Ay de aquellos!, de los históricos, los que impulsaron el movimiento desde la trinchera de los derechos, los que ganaron las calles, hace ya 24 años, para estas nuevas generaciones que animan su homosexualidad a ritmo de Madonna y Mónica Naranjo. Pero es la marcha del orgullo y todo se vale.

Irreverentes, ni Vicente Fox se salvó de su consigna: "Fox-con-botas-también-es-una-jota". Y "Fox-escucha-tu-hija-está-en-la-lucha".

El "olé" de los estadios de futbol se convirtió en un grito común: "Soy-gay-soygay-soy-gay-soy-gay...". Y una que otra bandera de Brasil sirvió como túnica a aficionados que adelantaban prónostico para la final del Mundial de futbol.

Llovían confetis, serpentinas, se multiplicaban las banderas del arcoiris, símbolo universal del movimiento lésbico-gay, que ayer vistió de seis colores la calle Madero, donde todos los comercios permanecían abiertos y activos los ambulantes.

Dispuesto el Zócalo como pasarela para el ego, la moda y la foto, poco tiempo se llevaron los discursos de la diputada Enoé Uranga y de los representantes de Ave de México y de otras organizaciones de lucha contra el sida, quienes apresuraron la palabra para dejar el escenario dispuesto al concierto que más tarde ofrecería José José.

Al final, Tito Vasconcelos, en traje de china poblana, levantó las notas del Himno Nacional que muy pocos corearon, y menos escucharon los otros, ya en ruta hacia cantinas, bares y restaurantes de un Centro Histórico que fue escenario de la diversidad sexual que espera una ley de sociedad de convivencia a la medida. 

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año