Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 19 de julio de 2002
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Economía

MEXICO, SA

Carlos Fernández-Vega

ERSULTA SALUDABLE QUE el Instituto Federal Electoral divulgue, vía Internet, la información financiera de los distintos partidos políticos que contendieron electoralmente en 2000, en especial el apartado correspondiente a las aportaciones económicas por parte de "simpatizantes" de las distintas entidades participantes en dicho proceso.

SIN EMBARGO, SUPONER que Alberto Bailleres sólo aportó 650 mil pesos al PRI, que Carlos Slim Helú y sus hijos contribuyeron estrictamente con 750 mil pesos cada uno al PAN o que José Madariaga Lomelín -empedernido jugador de dos bandas- apoquinara únicamente 650 mil pesos al tricolor y una cantidad similar al blanquiazul, es pensar que el poder es un juego de niños.

TANTO EL PRESIDENTE del Grupo Palacio de Hierro como el Rey Midas del Grupo Carso y el ex presidente de la Asociación de Banqueros de México y actual vicepresidente del grupo Financiero BBV-Bancomer dejan esas cantidades de propina cuando salen a tomar café. Al mismo tiempo, suponer que la aportación de Roberto Hernández Ramírez -el consentido del cambio- se limitó a "prestar" el inmueble de las Lomas de Chapultepec (Paseo de la Reforma) en el que despachó Vicente Fox ya como presidente electo es creer en los cuentos de hadas.

EL DEL IFE, sin duda, es un esfuerzo importante, pero a todas luces insuficiente. El instituto actúa dentro de los límites que establece la ley, de tal suerte que lo conducente, si la intención es clarificar y transparentar los dineros involucrados en la operación de los partidos -entidades de interés público- y sus campañas electorales, será modificar ese marco legal y ampliar facultades. Lo anterior, sin embargo, sí es un cuento de hadas, toda vez que todos los partidos políticos están metidos en los mismos merengues: unos más esponjados que otros, pero merengues al fin.

POR EL IFE se conocen ahora algunos detalles sobre las aportaciones de uno u otro empresario, de uno u otro corporativo, de uno u otro grupo de poder y de presión del gran capital. Sin embargo, Ƒdónde está la información fina sobre las verdaderas aportaciones de los barones del dinero y sus poderosos grupos financiero-industriales? ƑDónde los cheques gruesos, carnosos, generosos que canalizaron a las campañas políticas de 2000? ƑDónde las aportaciones en especie, más allá de un ciento de hojas de papel bond para fotocopiar los discursos del candidato: aviones, helicópteros, camiones de pasajeros y redilas, seguridad, hoteles, alimentos, infraestructura inmobiliaria, telefónica, de radiolocalización, etcétera, etcétera? ƑAlguien podría sostener -y quedarse tan fresco- que otros grandes "hombres de negocios" o sus corporaciones -nacionales y extranjeras- definitivamente no aportaron un solo peso a las mencionadas finanzas partidistas por el simple hecho de que no aparecen en la lista difundida por el Instituto Federal Electoral? Dudoso.

ANTE ESTA REVELACION, no es posible olvidar la decidida participación de los barones en los comités de financiamiento de las campañas por la Presidencia de la República de 1988 y 1994, cuando, envueltos en tricolores paños, los dueños del dinero sacaron sus abultadas y generosas chequeras -las facturas vendrían después- para apoyar a los carismáticos Carlos y Ernesto. Cómo dejar a un lado, en este contexto, aquella majestuosa cena en casa de Antonio Ortiz Mena, en la que personalmente el otrora inquilino de Dublín pasara la sagrada charola de la democracia para que cada uno de los 30 poderosísimos empresarios ahí reunidos la nutriera con no menos de 25 millones de dólares. En ambos eventos participaron -también por simpatía- los que hoy aparecen registrados a favor de uno, otro o varios de los partidos políticos contendientes por la Presidencia de la República en 2000, nada más que ahora con contribuciones personales de entre 50 y 750 mil pesos, máximo, como lo marca la ley.

LA FALTA DE información más profunda en torno al financiamiento privado de las campañas políticas es, sin lugar a dudas, un grave problema. Sin embargo, más delicado aún resulta desconocer el detalle del "cobro de facturas" de aquellos empresarios "simpatizantes" que generosamente inyectaron recursos propios a uno u otro candidato a la silla grande. A lo largo de los últimos años, los ejemplos sobran (banca, ingenios, carreteras, aerolíneas, satélites, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, exención de impuestos, concesiones, rescates, salvamentos, saneamientos, subsidios, contratos, obra pública, diputaciones, senadurías, juicios ganados, embargos acelerados.... šUfff!), pero ninguna instancia se ha interesado en documentar tales situaciones, porque, "de existir" -dicen-, ese cobro de facturas "nunca ha formado parte de los eventos electorales".

Los montos que ahora se divulgan resultan -sin dejar de serlo- lo menos importante del ejercicio del IFE. Lo realmente valioso es que al revisarse los nombres y apellidos que aparecen enlistados se puede constatar que son exactamente los mismos (tal vez en segunda o tercera generación) que a lo largo de las últimas dos décadas han aparecido, entre otras muchas cosas, en las relaciones de compradores de empresas paraestatales; de acaparadores del subsidio cambiario otorgado con recursos públicos mediante el Ficorca; de beneficiarios de la banca paralela y el crac bursátil; de la reprivatización de la banca, la conformación de grupos financieros y de las nuevas concesiones bancarias; de las concesiones carreteras; de los especuladores con Tesobonos; del Fobaproa, del Fobazúcar y demás salvamentos, rescates y conexos que a lo largo de estos últimos años se han llevado a cabo con recursos públicos.

AL GRUESO DE este tipo de operaciones negras se le ha dado carpetazo, a pesar de las sólidas promesas de campaña que unos y otros asumieron, en el sentido de acabar con las prácticas oscuras y la impunidad, así como para desenmarañar los apoyos y favores recibidos y cobrados por los generosos "simpatizantes privados", y restablecer el estado de derecho, tal como sucede con los Amigos de Fox.

VIVA, PUES, LA transparencia.

Las rebanadas del pastel:


PARA QUE NO se pierda la costumbre ni se enflaque la lista de escándalos financieros, surge uno nuevo: en los últimos dos años, el gigante de servicios de Internet American on Line (AOL) -que opera en México- habría inflado sus ingresos en alrededor de 270 millones de dólares en los últimos dos años, "por medio de una serie de transacciones no convencionales", de acuerdo con lo publicado ayer por The Washington Post. En enero de 2001, AOL y Time Warner se fusionaron en una operación superior a 125 mil millones de dólares y las operaciones irregulares se registraron antes y después de tal evento.

[email protected] / Fax: 55 45 12 53

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