Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 4 de octubre de 2002
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Cultura
REPORTAJE /IDENTIDAD Y NACION, EL EJEMPLO CUBANO

La defensa del patrimonio cultural, un mentís a las privatizaciones

Preservar o comercializar, gran dilema de los países pobres

La cruzada restauradora de Eusebio Leal Spengler comenzó en 1967, al ser nombrado director del Museo de la Ciudad de La Habana. Desde entonces tomó conciencia de la importancia del patrimonio arquitectónico e histórico y del riesgo en que se encontraba

ARTURO GARCIA HERNANDEZ ENVIADO

La Habana. El embeleso que causa La Habana en propios y extraños proviene en buena medida de su bizarría arquitectónica y de la manera en que ésta se acomoda sobre un área geográfica privilegiada. El triunfo de la Revolución (1959) la preservó de alteraciones, de la contaminación visual y de la tiranía del automóvil. Se convirtió en singular fenómeno urbanístico del siglo XX. Sin embargo, el bloqueo económico y la precariedad ocasionaron un gradual y preocupante deterioro, sobre todo del casco antiguo, mejor conocido como La Habana Vieja. Son de tal magnitud los daños que llegó a temerse la pérdida irreparable de decenas de edificios y monumentos de enorme valor arquitectónico e histórico.

Actualmente la amenaza parece conjurarse. Poco a poco -acaso con demasiada lentitud, en opinión de algunos- el conjunto arquitectónico donde se ayuntan en deslumbrante eclecticismo distintos estilos (marcadamente el gótico, el barroco y el neoclásico) ha empezado a recuperar su antiguo esplendor. De 1993 a la fecha, de un total de 900 edificios y monumentos deteriorados e, incluso, en peligro de derrumbe, 200 han sido exitosamente intervenidos. Palacios, mansiones, iglesias, escuelas, hospitales, plazas, andadores, hoteles, edificios de apartamentos, totalmente remozados, conforman parte del nuevo rostro de la ciudad. Los ojos y el asombro no alcanzan para tanto prodigio renovado o redescubierto: un balcón, una cornisa, una marquesina, un dintel, un portal, una fuente o decenas de columnas de todo tipo; las proverbiales y omnipresentes columnas que le dan su carácter distintivo a la ciudad.

Batalla contra la indiferencia

Atrás de esta obra inmensa, casi utópica, ha estado el esfuerzo incansable, la tenacidad y el amor de un hombre por su ciudad y su cultura: Eusebio Leal Spengler, actual historiador de la ciudad de La Habana. Reconocido mundialmente como un autoridad en la materia, sus logros hoy son ejemplo y motivo de estudio dentro y fuera de Cuba.

Pero no siempre fue así: ''Durante mucho tiempo fue un trabajo callado y solitario. No todo el mundo comprendió todo siempre. Tuvimos noches tristes, momentos de desaliento. Me decían 'estás loco, eso no se puede'. Fueron grandes peleas, rabiosas peleas".

La cruzada restauradora de Eusebio Leal comenzó en 1967, al ser nombrado director del Museo de la Ciudad de La Habana, con sede en el Palacio de los Capitanes Generales. Este señorial edificio fue su primer trabajo de rescate. Desde entonces tomó conciencia de la importancia del patrimonio arquitectónico e histórico habanero y del riesgo en que se encontraba. Ha sido una batalla contra el tiempo, contra la indiferencia, contra el escepticismo, contra las inercias burocráticas, contra la falta de recursos, contra los vaivenes de la política y contra los siniestros naturales.

Los trabajos en el Palacio de los Capitanes Generales se prolongaron once años. En 1981 La Habana fue declarada monumento nacional de la República y un año después la UNESCO le otorgó el estatus de patrimonio de la humanidad: "A partir de entonces desarrollamos un esquema convencional de restauración. Era una lucha puntual, muy concreta: salvemos ese balcón, salvemos ese convento, salvemos esa iglesia".

Ese esquema de trabajo se extendió hasta 1993, cuando se creó la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, de la cual es titular desde entonces. Era el momento más apremiante del llamado periodo especial: "Con la crisis económica, el derrumbe de la URSS, la pérdida de los mercados más importantes para Cuba y su repercusión dramática en la vida del pueblo, surgió la necesidad de instrumentar una variante original, creativa, salvadora, de urbanización".

No todo era poner piedra sobre piedra o resanar y pintar. Eusebio Leal no quería que La Habana fuera una ciudad museo, una ciudad preservada pero muerta: "A esas alturas habíamos llegado a la convicción de que a nuestro discurso de preservación de la ciudad histórica le faltaba integrar a la gente. Que la restauración no significara destierro de sus actuales pobladores ni el regreso de quienes otrora la abandonaron. No es un trabajo elitista ni alejado de la realidad sino que choca continuamente con ella. Evolucionamos del sistema tradicional y de formas convencionales de trabajo a un proyecto de restauración polivalente, múltiple. Vimos el tan debatido tema de la utilización de edificios históricos para fines contemporáneos. Regresar a la esencia de las cosas ha sido un poco nuestro discurso".

Maestro en ciencias arqueológicas y catedrático de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, Leal Spengler sostiene que para una revolución social como la cubana, ''la conservación de la memoria histórica es fundamental, no hay futuro sin pasado. De ahí la idea de preservar y conservar para las futuras generaciones los valores de la cultura tangible e intangible. Es decir, no solamente un legado de piedras y de monumentos y de obras de arte, sino un legado de espiritualidad, un legado de costumbres populares, de música, de gastronomía". Todo eso está considerado en el proyecto restaurador.

Gracias a que fue creada con facultades ejecutivas, la Oficina del Historiador no sólo investiga y proyecta sino que da curso y explota en beneficio propio los resultados de su esfuerzo. Por ejemplo, fondos provenientes del sector hotelero o restaurantero se aplicaron "no solamente a construir museos y reedificar monumentos, sino a desarrollo social: construcción de viviendas, hospitales, escuelas, hospicios, creando a la vez fuentes de trabajo. Esa ha sido el agua que mueve la rueda del molino".

De ese modo "atendemos los intereses de una población modesta y aprovechamos como motor impulsor la presencia del turismo internacional que, si no lo encauzamos dentro de sendero cultural podría convertirse en un golpe a la identidad y a las propias costumbres de un país pequeño como el nuestro".

Para llevar a cabo el proyecto se diseñó un "plan maestro" mediante el cual se fijaron objetivos y formas de trabajo: "Estudiábamos detenidamente no sólo la tipología arquitectónica, sino la sociológica y antropológica". De este modo, a cada paso el plan maestro "va generando proyectos en un diálogo permanente con la comunidad para tener conocimiento exacto del problema". Una vez fijados los objetivos, entra en acción un equipo multidisciplinario de trabajo integrado por arquitectos, ingenieros, arqueólogos, urbanistas, trabajadores sociales, restauradores especializados en distintas ramas del arte y diseñadores gráficos.

Antes veíamos esto desde la perspectiva sólo del arquitecto, o sólo del ingeniero, o del antropólogo o el arqueólogo. Hoy tenemos una visión global que no excluye lo económico, porque sin un fundamento económico no se puede hacer nada. Para restaurar hace falta dinero, dinero y más dinero".

En este punto, para el historiador de La Habana "el gran dilema es hasta qué grado los países pobres del mundo actual puden enfrentar la preservación de su patrimonio cultural o se verán obligados a privatizarlos, expatriarlo, venderlo y ser simplemente un campo para el expolio".

Reconocimiento en la FIL de Guadalajara

Hubo un tiempo -recuerda Leal- en que las instituciones como la UNESCO y la comunidad internacional financiaban grandes proyectos de restauración. ''Los años pasaron, los tiempos cambiaron y los apoyos del organismo disminuyeron. Hubo grandes contribuyentes que se apartaron de la UNESCO y no regresaron más".

Ahora, ''independientemente de que la UNESCO ha jugado un papel muy importante creando conciencia universal y ha contribuido a poner una semilla en este proyecto, lo que estamos haciendo depende fundamentalmente de nuestro propio esfuerzo". Esto no excluye la colaboración de la comunidad internacional, sobre todo de países europeos (se distinguen Bélgica e Italia). Se trata de participaciones ''bilaterales" -donativos, asistencia técnica y científica, etcétera- que no comprometen la soberanía de Cuba sobre su patrimonio.

Hay zonas -reconoce Eusebio Leal- ''donde no hemos llegado y dentro de la propia Habana Vieja una eminente frontera de pobreza y de necesidades que no podemos resolver hoy, puntualmente". No obstante -sostiene- el proyecto no sólo es irreversible sino prioritario dentro del ambicioso programa de fomento cultural que actualmente impulsa el gobierno cubano.

Como reconocimiento a su labor ejemplar, Eusebio Leal Spengler recibirá un homenaje en la próxima Feria Internacional del Libro de Guadalajara, de la cual Cuba es país invitado de honor. En ese marco, Leal Spengler dictará la conferencia magistral Identidad y nación en Cuba.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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