Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 5 de octubre de 2002
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Sociedad y Justicia
Para no quedar en la obsolescencia debe incrementar 50% su inversión en tecnología

Retrocede México en la generación de nuevos conocimientos, advierte Gustavo Viniegra

El investigador de la UAM señaló que el país podría caer en la eterna subordinación

CAROLINA GOMEZ MENA

Al plantear que en México se padece un "proceso de involución" en cuanto a la relación existente entre la economía y el conocimiento, el doctor Gustavo Viniegra González, investigador del Departamento de Tecnología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), sostuvo que para evitar ahondar el rezago económico, México debe, hacia finales del actual sexenio, haber logrado "incrementar en 50 por ciento la inversión en ciencia y tecnología", y remarcó que para aumentar el gasto en este rubro se requiere voluntad política, tanto por parte del gobierno como del sector privado.

Aunque lo ideal sería destinar 1 por ciento del producto interno bruto (PIB) a este renglón y no el 0.4 actual, Viniegra advirtió que tal vez llegar a 1 por ciento del PIB en las condiciones actuales no sea lo más deseable, porque "ni siquiera tenemos los científicos en quienes gastarlo".

Viniegra González, quien es colaborador de este diario, consideró que con el propósito de "dejar de ser un país maquilador para convertirse en uno generador de procesos tecnológicos, se debe cambiar la visión del modelo económico". Esto en razón de que "hasta ahora nos está costando más caro ser un país maquilador; nos está costando no tener desarrollo social".

El experto aseveró que saldría más rentable "atraer capital de riesgo para financiar el desarrollo tecnológico, que seguir trayéndolo para instalar fábricas con obreros mal pagados que sólo ensamblan".

Y es que, en su opinión, ahora (antes de que los cambios demográficos transformen la fisonomía poblacional) hay que arriesgar, así como lo han hecho otras naciones, porque "eso no promete más que ser maquiladores para siempre". Por ejemplo -acotó-, "habría que empezar a destinar los escasos recursos que se tienen a los empresarios que quieren invertir para desarrollar nuevos procesos y productos".

Actualmente, al índice de investigación y desarrollo experimental (IDE) se destina sólo 0.4 por ciento del PIB, cuando la Organización de las Naciones Unidas señalaba que a finales de la década de los 70 los países en desarrollo debían incrementar el gasto en IDE y servicios científicos y técnicos a 1 por ciento del PIB.

Las pretensiones de la actual administración es que para 2006 la inversión en este rubro alcance el citado 1 por ciento, lo cual significa que la cantidad de recursos para ciencia y tecnología deben crecer de ahora hasta el 2006 en 5 por ciento al año. Mientras que la visión hacia 2025 es que la inversión sea de 2 por ciento del PIB. Si se logra esta meta, México sería una de las 10 economías más importantes del mundo y sería miembro de los 20 mejores países en ciencia y tecnología.

Pero como todo esto hasta ahora son sólo propósitos, para el investigador lo que debe prevalecer es el realismo, y fijarse metas "razonables", por lo cual al dictar una conferencia magistral durante la clausura del seminario Agricultura y alimentación frente a los retos tecnológicos del nuevo siglo, organizado por la UNAM, sugirió que para empezar a elevar el nivel científico y tecnológico del país "bastaría con duplicar el número de miembros del Sistema Nacional de Investigadores; elevar 30 por ciento la inversión privada (ahora es de 24 por ciento); duplicar los laboratorios industriales de ciencia y tecnología que apenas son 10, y duplicar las empresas de alta tecnología".

Según el investigador, salir del sopor científico y tecnológico, y lograr traducir esto en prosperidad y fortaleza económica basada en el desarrollo de conocimiento y tecnología tomará por lo menos 20 años. Sin embargo, consideró que aún con esta larga espera es necesario empezar ya a invertir el ciencia y tecnología, si no México estará destinado a la subordinación económica permanente, y a ser un importador de conocimiento, en vez de un generador de saber. 

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