Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 7 de octubre de 2002
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Política

Iván Restrepo

El Año Internacional de las Montañas

Por acuerdo de la Asamblea General de Naciones Unidas el mundo está celebrando el Año Internacional de las Montañas. El organismo internacional encargó a la FAO la coordinación del festejo, entre otras cosas, por los vinculos y el papel que dicha institución tiene en el mundo rural.

La FAO señala con gran precisión la importancia que las montañas tienen en la vida del planeta. Por ejemplo, ocupan alrededor de la quinta parte de la superficie terráquea, es decir, 36 mil millones de kilómetros cuadrados; allí viven 600 millones de personas distribuidas en 53 países, de las cuales 75 por ciento es pobre. Pero la importancia del sistema montañoso no se circunscribe a sus límites geográficos, sino que mediante bienes y servicios deja sentir su influencia benéfica en la mitad de la población mundial que ocupa las zonas adyacentes.

Sobran razones para destacar el papel que desempeñan las montañas en el mundo. Baste mencionar que son depósitos de agua y energía, que en ellas se originan los ríos y se recargan los acuíferos que sirven para cubrir la demanda de la población y las actividades económicas. También sobresalen por su diversidad biológica, recursos minerales, forestales, agrícolas y por ser sitios de recreación y asiento de culturas ancestrales. Precisamente por esa riqueza incalculable las montañas son estratégicas dentro de la geopolítica, lo que las convierte con frecuencia en fuente de conflictos nacionales e internacionales. Su situación geográfica no pocas veces las ha convertido en campo de acción de grupos armados de las más diversas ideologías. Sólo mencionemos el caso de Cuba, a mediados del siglo pasado, y en años recientes el de México con los zapatistas.

Por todos los motivos anteriores y muchos más esta celebración debe ser el inicio de programas que incidan en el bienestar de la gente pobre y marginada que vive en las montañas, que busquen conservar y enriquecer el patrimonio cultural, así como fomentar el uso sostenible de sus variados recursos. El objetivo central es lograr su manejo integrado, no como ha sucedido hasta ahora.

Si de algo podemos preciarnos en México es de ser afortunados en contar virtualmente por todo el territorio con estos frágiles ecosistemas, claves para nuestro desarrollo. En las partes montañosas del país viven, al menos, 12 millones de personas, la mayoría con niveles de vida muy bajos y cuya situación no se corresponde con la enorme biodiversidad que los rodea y el papel que juegan en nuestra vida diaria. Por principio, las montañas son indispensables para la conformación de las cuencas hidrográficas del país y fuente de recursos naturales y minerales, pero su mala administración y utilización ha ido de la mano del crecimiento de la población y de las actividades agrícolas de subsistencia en áreas de ladera. Esa agricultura, unida al sobrepastoreo, se efectúa en condiciones desfavorables. Pronto la expansión de la frontera agrícola en áreas que debían estar cubiertas de bosque, da como fruto malas cosechas y la erosión de los suelos, variaciones en los ciclos hidráulicos y la pobreza de quienes allí viven.

Los efectos negativos se dejan sentir también en las partes bajas y se expresan en el azolve de las cuencas de los ríos y los lagos, en la merma de la capacidad de la infraestructura hidroeléctrica y de riego, el efecto de la migración de mano de obra a las ciudades, al exterior o a otras áreas rurales, como la selva. De igual forma incide en el cambio de clima. En fin, los resultados nocivos de no preservar las montañas terminan siendo un costo elevado para toda la sociedad, algo fácil de comprobar en diversas regiones del territorio nacional.

No es nada casual que este año se haya dedicado a resaltar, también a escala internacional, la importancia del ecoturismo, pues como promueve un crecimiento no depredador y en armonía con el medio, apoya el buen estado de las montañas. Pero el ecoturismo es una actividad virtualmente inédita en nuestro país, el patito feo del sector oficial responsable de alentar la mal llamada industria sin chimeneas. En países con menos recursos naturales que el nuestro ha demostrado sus enormes ventajas ambientales, sociales, culturales y económicas. Aquí, en cambio, el esfuerzo se dirige a los grandes desarrollos costeros, origen de tantos daños ambientales y sociales, y a impulsar la presencia de los poderosos capitales nacionales y externos en los mejores sitios naturales del país. Así las cosas, en cuanto al cuidado de las montañas y el impulso al ecoturismo, la administración actual no ofrece buenas cuentas y sí muchos pendientes.

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