Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 7 de octubre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Espectáculos
Presentó temporada en Denver con uno de sus más exitosos y antiguos programas

Luces y malabares de Cirque du Soleil invitan a burlarse de la melancolía

"No nos hacemos ilusiones. Nuestros gritos serán de cólera" por los que no tienen, dicen

ROSA ELVIRA VARGAS ENVIADA

Denver, Colorado. Cuando sin ninguna modestia o rubor se invoca, se ofrece la alegría para atraer multitudes, sin duda debe tratarse de un hecho que despierte y expanda los sentidos con igual y explosiva intensidad. Esa es la oferta del Cirque du Soleil y sólo viendo su espectáculo Alegría se entiende por qué lo hace.

Consigue un grito de júbilo irrefrenable. Cada espectador se lleva un sabor delicioso; las pupilas se quedan para siempre en las imágenes de la noche, del viento, de la fuerza y la destreza, el arrojo y la plasticidad. Los oídos guardan, eternos, la música y el canto que les fueron dados y, por la mera evocación, la piel siente otra vez la ternura, el intenso placer, la sorpresa, los escalofríos. Alegría.

El Cirque du Soleil vino aquí para abrir temporada con ése, uno de sus más exitosos y antiguos programas.

Y en noche estrellada -cercanos e indomables a Denver estaban entonces los incendios forestales que sumieron en el desazón- a los habitantes de esta porción del noroeste de Estados Unidos se les abrió un paréntesis de dicha, dibujaron sus rostros con sonrisas y despertaron a emociones que agradecieron con interminables aplausos.

En ese espectáculo, que formaron los propios espectadores, parecía mentira que todo esto se diera y se viviera precisamente en el país que inventó el showbiz y el oropel hollywoodense.

Se logró gracias a una genuina manifestación de arte y de destreza, derroche de elegancia y glamur, y una buena dosis de bien calculada locura.

CIRCO-4Llamado de unión

¡Pongámonos alegres!, tal era la consigna.

En el llamado por muchos el mejor circo del mundo nada se regala al azar. Y no sólo porque la vida de un acróbata, malabarista, hombre fuego o trapecista vayan en juego como en cualquier hazaña circense. Es porque para el Cirque du Soleil la honestidad, en este caso, se llama Alegría así, en español. Pero esa misma atmósfera que estalla en luces, fuego, malabares, contorsiones, papel picado, cantos y música, lo lleva a asumir una confesión: "No nos hacemos ilusiones".

Y lo explican: "Los niños de la calle no podrán ver Alegría. La risa para ellos es un lujo inaccesible. Esta noche, nuestros gritos de alegría se harán gritos de cólera, porque millones de jóvenes corazones van a pasar frío una vez más, allá, en los bajos fondos de nuestra voluntad. Esperamos que Alegría ayude a aquellos a unirse a nosotros que todavía tenemos voz''.

Dicho lo cual, esos privilegiados que sí pudieron aquí pagar entre 65 y 165 dólares por regalarse esta dicha, asumen el santo y seña de lo que vendrá enseguida: "Si no tienes voz, grita. Si no tienes piernas, corre. Si no tienes esperanza, inventa".

No hay tercera llamada. El más pequeño de cuantos artistas ocuparán el escenario, el ruso Batmunkh Batjargal, de 11 años, dará la bienvenida a los asistentes. Dictará algunas sencillas instrucciones de seguridad y expondrá la esencia del espectáculo. Y su candor y simpatía son un preludio delicioso.

Casi al mismo tiempo, la orquesta saldrá a mezclarse entre el público e irá preparándolo con una música de cuerdas, viento y percusiones que no se parece a ninguna otra (y que mezcla las marchas de circo, con algo de tango y un poco de fado, además de otros ritmos indefinibles), para que sepa que ya, en ese momento, la bóveda de la gran carpa tendrá los más extraños tonos de azul, mientras el bufón, que servirá como hilo conductor a la trama de Alegría, alterna con otros personajes bufos, caricaturas con máscaras de grotesco porte aristocrático y lujosos vestidos, que explicarán, sólo con mímica, el sentido de una historia que lleva a la Alegría:

"¿Y si todo fuera posible? ¿Y si fuera el bufón del rey quien tenía razón? ¿Y si la carpa se transformara en un mundo fantástico en el que los viejos volvieran a ser jóvenes, y los reyes fueran bufones? ¿Y si usted pudiera ser rey durante algunas horas? ¿Y si la Alegría fuera esto, qué le parecería?''... es la invitación para entrar a la corte del palacio y ver lo divertido y mágico que puede ser, "burlarse de la melancolía".

Danza, canto, teatro serán, por casi dos horas, piezas de un espectáculo de circo que cuenta un cuento. Elementos de un todo que alegra, asusta, emociona e incluso puede ubicar en la tristeza que traerá consigo, cómo no, un payaso.

El inicio de muchos sobresaltos

Y entonces, surge la acrobacia con el trapecio sincronizado que lleva hasta alturas insospechadas, como para cortar la respiración y que será apenas el inicio de los muchos sobresaltos que estos gimnastas, cirqueros, trapecistas, artistas a los que el Cirque du Soleil recluta de entre los mejores del mundo y que antes de dar un primer paso frente el público se entrenan durante seis meses en Canadá.

Sin transición o tiempos muertos para el reposo, las pistas del fondo se mueven en una danza acrobática frenética, de interminables saltos, mortales a cargo de una especie de guerreros dorados que apenas serán el puente para que el "hombre volador" recorra en su alegoría de pájaro todos los confines de la carpa, y más adelante la tribal danza del fuego y luego la niña de 15 años, Maria Silaeva, nacida en Rusia, quien se encarga de la "manipulación" de listones y aros con una dulzura y elegancia que impiden siquiera pestañear.

Y así irán transcurriendo, sin dar tiempo al respiro o a reponerse del asombro, los números de un circo que ha prescindido de los animales, que es capaz de establecer un diálogo colectivo con los 2 mil 500 asistentes, sin más palabras que la fuerza del "hombre fuerte", la mímica elocuente de los payasos y el montaje de uno de ellos, uno de los más viejos del circo, Yuri Medvedev, también ruso, que cierra la primera parte y logra estrujar y obtener todas las emociones con el largo recorrido de un hombre y su maleta por las más frías e inhóspitas regiones del mundo.

El final de la primera parte es apoteósico. Entre una tormenta de nieve y una luz blanca, catártica, intensa, que transporta a confines que nadie hasta ese momento podría imaginar que un mero espectáculo circense podría llevarlo.

Y la segunda parte también. Alegría prosigue con la maestría de las barras aéreas, la contorsión, el trapecio, nuevos números de payasos... la música, la voz de ¿Nathalie Noël?, es como un río inagotable que lleva por recodos misteriosos a ratos turbulentos y otros todo mansedumbre.

Es por las vías de esa perfecta sincronía entre circo y teatro, que al final sólo queda la Alegría, y suscribir, sin reticencia, las mismas gracias que Cirque du Soleil expresa a los cuatro vientos:

"Gracias a ustedes, los que hacen las reglas.

"A los que rompen espaldas. A los autócratas sinceros.

"A los falsos demócratas. A los constructores de muros.

"A los pintores de líneas. Gracias. Gracias una vez más.

"A los que tatúan números. A los que culpan a otros.

"A los que acumulan ambiciones. A los que separan según el color.

"A los que sonríen cuando mienten. Gracias. Muchísimas gracias.

"Por favor, pónganse bajo el reflector. Dejen que les tomemos una foto.

"Para inmortalizarlos. Para agradecerles. Dejen que

"Grabemos sus nombres en nuestro álbum de la infamia, para que

"Nunca podamos olvidar. Para que nunca aceptemos.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año