Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 15 de octubre de 2002
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Política
Marco Rascón

Concesiones, transiciones y concertacesiones

Solamente 85 por ciento de los 9 mil millones de pesos del presupuesto destinado a prerrogativas a los partidos y al IFE quedó en manos de concesionarios privados de radio y televisión por pagos de tiempos de transmisión durante las elecciones de 2000. Pero ahora ganarán más.

Vicente Fox sí cumplió y sacó al PRI de Los Pinos, pero sólo de la residencia, porque ahora ahí vive con su familia: el símbolo de la promesa no llegó a ninguna otra parte, ya que el PRI aún hegemoniza la estructura sindical mediante el Congreso del Trabajo, la dirección del SNTE, petroleros y electricistas, segmentos de la seguridad policial y militar, la política fiscal y monetaria, y desde luego, la Cámara de la Industria de Radio y Televisión (CIRT). En todas las áreas estratégicas financieras, de control social, comunicaciones y de seguridad, el "cambio" es sólo una frase jocosa con menos implicaciones que las que se dieron durante las viejas rupturas sexenales entre presidentes y ex presidentes priístas.

Es un hecho que el foxismo como movimiento empresarial, trasnacional, conservador y clerical sólo tenía clara la estrategia a seguir para ganar la elección presidencial, pero nunca tuvo un programa concreto, táctico ni estratégico para cumplir las expectativas que despertó: sustituir al PRI en la conducción de la integración económica, la privatización y el desmantelamiento del país que venían realizando con toda prestancia los gobiernos de De la Madrid, Salinas y Zedillo.

La debilidad y falta de alianzas sociales estructuradas ha llevado al foxismo a pactar con Rodríguez Alcaine y a homenajear a Fidel Velázquez, así como a pasar de las concesiones discrecionales a la superconcesión a la CIRT al entregarle 12.5 por ciento del tiempo de transmisión que utilizaba el Estado.

Los "cambios" en el terreno sindical y de los medios de comunicación se han convertido en reafirmación del viejo régimen al pactar con Elba Esther, dejar impune al charrismo petrolero y sucumbir políticamente frente a todos los que aportaron a las campañas, sea con robos al erario o desde los oscuros laberintos de los lobbys empresariales. Sin fuerza propia y como parte del engranaje de los intereses globales, el gobierno foxista va de concesión en concesión al viejo priísmo.

La concertacesión foxista con los concesionarios de la CIRT revela que Fox de nuevo dobló las manos y que carece de fuerza para enfrentar al Frankenstein de la comunicación convertido en el supremo poder del país, ante el cual todos los poderes del Estado mexicano han sido doblegados. Este Frankenstein lo mismo se ha beneficiado en tiempos de censura bajo el régimen priísta que en la "apertura", y ha hecho del uso de "su" libertad un derecho para denostar, calumniar y desinformar como práctica profesional, ofreciendo pésima programación y encuestas manipuladas, que nunca disienten de la opinión de locutores y de los intereses empresariales que reivindican, por ejemplo, a personajes tan corruptos como Laura Bozzo, cómplice de Vladimiro Montesinos, de Perú, porque son de su misma condición y talla.

La superconcesión al puñado de familias dueñas de la comunicación no incluyó ninguna de las demandas planteadas en sesudos foros y espacios, que desde 1980 han reclamado una política transparente en el otorgamiento de concesiones de frecuencias. El acuerdo Fox-CIRT otorga más poder al viejo monopolio priísta en la información y los contenidos, que en su conjunto son basura, desde luego, con claras y obvias excepciones.

Visto así, tan peligroso es lo que se pactó como lo que se dejó fuera del debate más importante y que demanda desde hace 20 años una nueva política en el otorgamiento y regulación de las concesiones de radio y televisión. Temas que sólo por ser abiertos a la discusión ameritaron agresivas campañas de los concesionarios, que acusan de que se impone ley mordaza a todo aquello que afecte sus intereses monopólicos.

Frente al escándalo del acuerdo pactado por Fox y la CIRT, en el Congreso de la Unión sólo se ha levantado la voz del senador Javier Corral Jurado, quien por encima de los intereses del PAN y de la Presidencia ha denunciado congruentemente el significado del acuerdo. Corral, quien sin duda es el mejor legislador del Congreso, no dejó de exponer que el PRD abandonó el tema de los medios, pues el mismo Andrés Manuel López Obrador simpatizó con Fox en este pacto oscuro y aun coincidió con el priísmo aplaudiendo la entrega de 12.5 por ciento.

El PRD hoy carga con una nueva irresponsabilidad. Si bien en otros años se mantuvo crítico y presentó las propuestas más importantes para la apertura de los medios en favor de la sociedad y no de grupos, hoy mantiene en esta materia la misma postura que en lo referente a la reforma a la industria eléctrica, derechos indígenas y política fiscal.

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