Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 29 de octubre de 2002
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Cultura
El novelista miope y la poeta hindú se titula su más reciente libro

Recrea José Gordon dos ficciones paralelas y una sola historia de amor

El autor confronta la relación sentimental entre Mircea Eliade y Maitreyi Devi

Constató que cuando el prosista ''quiere ser biógrafo de sí mismo, a veces miente''

CESAR GÜEMES

Mircea Eliade, el autor del célebre estudio Historia de las religiones consiguió fundir la realidad y la ficción en una sola de sus novelas, Maitreyi, basada en las relaciones que mantuvo con la poeta hindú Maitreyi Devi, quien a su vez le respondió, con otra novela, titulada No muere. La aventura intelectual, que es al mismo tiempo una historia de amor, está analizada ahora en el volumen El novelista miope y la poeta hindú, de José Gordon, que editado por la Universidad Nacional Autónoma de México se presenta hoy a las 19:30 horas en la librería Gandhi de Miguel Angel de Quevedo, con los comentarios de Ernesto de la Peña, Guadalupe Alonso y José Antonio Hernández.

Exploración de dos visiones

-¿Cómo pasas de leer a Eliade como ensayista y luego interesarte por su trabajo narrativo?

-Un día me encontré con la novela de Eliade en la que narra su historia sobre Maitreyi. Es preciso imaginarnos a un joven pensador en busca de conocimiento, que sale de su país para adentrarse en otra cultura y descubrir aquello que parece estar cifrado en los libros sagrados. Eso lo lleva al corazón espiritual e intelectual de la India. Es cuando se da la historia de amor con Maitreyi, la hija de su mentor, y sobreviene la tragedia. Eliade entonces escribe esa novela sobre su experiencia vivida en India.

''Lo interesante para mí es que después me encontré con la novela que ella escribió a modo de respuesta. Eso me permite complementar la historia de amor y saber lo que aconteció desde varios puntos de vista. Tomemos en cuenta que más de 40 años después de que Mircea escribe la novela, Maitreyi se la encuentra. Eso nos da la oportunidad de observar cómo la imaginación incide en la realidad y viceversa. Esa lectura que Maitreyi realiza despierta un amor quizá anestesiado pero que estaba en ella y genera de nuevo lo mismo acción dramática que la novela en respuesta. Así que nos encontramos con ficciones paralelas que narran una misma historia de amor desde las perspectivas de los dos."

-Tener a mano las dos obras que narran hechos similares te llevó de la verdad literaria a la verdad histórica, prácticamente.

-Así es, cuando tengo las dos novelas frente a frente, me doy cuenta de que hay una tercera historia, la que complementa las dos visiones noveladas. Eso me permite ver qué es aquello que el escritor mitifica en la escritura, y cómo en la novela, a pesar de que es ficción, se dan los apuntes más importantes sobre la atmósfera de erotismo que rodeó a la aventura. Además, es posible ver cómo, cuando el novelista quiere ser biógrafo de sí mismo y hace sus memorias, a veces miente. La confrontación de los textos y de la historia alrededor de Mircea y Maitreyi me dio la oportunidad de ver el proceso de construcción de personajes ''reales" y, desde luego, una gran historia de amor en la que me interesaba explorar las dos visiones.

''No es raro encontrar que los lectores entienden mucho mejor la historia contada por Eliade y las lectoras se inclinan por la perspectiva de ella. Los varones plan-tean que es una tragedia por los límites culturales del padre de Maitreyi; las mujeres perciben que había en Eliade una pasión, pero con el tinte de la aventura y no con el del compromiso total. Eso es algo que uno va atestiguando al encontrarse con estas historias.''

Intenso erotismo

-La relación fue exagerada por Eliade y puesta en su sitio por Maitreyi, pero después de todo era un vínculo efectivo que no podía negar.

-A final de cuentas, a pesar de la desgracia que trajo a su vida, ella sigue amándolo. Se siente manchada por la narración erótica que hizo de ella Mircea, busca limpiar su nombre en relación con un hecho que no sucedió. Ella afirma que nunca culminó su trato con Eliade en el amor físico. Mientras que él en la novela dice que sucedió y en sus memorias insinúa que hubo una relación intensa y no desmiente lo dicho en la novela. Es muy interesante que cuando ella trata de limpiar su nombre, resulta que fue fiel al espíritu de erotismo que estaba detrás de toda la historia. Y que si no culminó físicamente, no importa, porque el erotismo era mucho más intenso. Por el lado de Mircea Eliade es claro al paso del tiempo que vive la relación ya como la anticipación de una novela gracias a la conciencia literaria que lo acompaña todo el tiempo.

-Te has convertido en un especialista en Mircea Eliade. ¿Qué destacarías de sus posibilidades como escritor?

-Desde antes de encontrarme con la novela sobre Maitreyi me interesaba mucho Eliade en sus ensayos académicos. Sin embargo, es verdad que me atraía su vena literaria, la menos explorada de su trabajo. Eliade dice, después de su búsqueda en India, que había una serie de experiencias imposibles de volcar en el terreno de la academia. Esa búsqueda de Eliade estaba relacionada con el sueño de la inmortalidad, pero también con el de la sensualidad, dos factores que confluyen en él de manera innegable. Por otra parte, me interesa mucho de él la investigación en que estaba sumergido, el hecho de estudiar sánscrito, un lenguaje que está, según se afirma, en el fondo mismo de la naturaleza, con el cual se pueden cambiar estructuras de tiempo y espacio. Eso me lo acerca mucho a Borges, cuando dice: ''Si como el griego afirma en el Cratilo/ el nombre es arquetipo de la cosa/ en las letras de rosa está la rosa/ todo el Nilo en la palabra Nilo..." En fin, una búsqueda de ver cómo en el fondo de la creación y de lo que vivimos hay estructuras de lenguaje. Ahí me doy cuenta de la apuesta tan grande que Eliade tenía en terrenos literarios.

-En cuanto a que no desmintiera en sus memorias lo afirmado en la novela, quizá no lo hizo justamente por razones literarias que poco se vinculan con la verdad a secas.

-Puede ser. Claro, el escritor frente al amor real prefirió dejar ese elemento en el espacio para el mito. Eligió no destrozar aquello que idealmente vivió en algún momento.

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